Una de las aerolíneas más grandes del mundo, Avianca, anunció la suspensión de los vuelos hacia Venezuela. La amenaza del paro cívico que protesta contra la constituyente anunciada por Maduro. Pero antes los disturbios de los últimos dos días, la aerolínea de Germán Eframovich adelantó la suspensión de las rutas: desde hoy Avianca no vuela a Venezuela. Pero esta es solo una más de las decisiones de suspender rutas hacia el país de Maduro, que se ve cada día más aislado del mundo.
United Arilines suspendió sus vuelos el 1 de julio argumentando que nadie quería ya viajar para allá. La misma medida, y con el mismo argumento, la tomaron Latam y Lufthansa en el 2016, así como Air Canada en el 2014. La mezcla entre inseguridad y deterioro del turismo hacen que Venezuela sea un destino cada vez más difícil para llegar, y que se tengan que pagar tiquetes cada vez más caros.
En Despegar, un billete para la primera semana de agosto está costando $4 millones de pesos, y desde Bogotá no se encuentran trayectos directos: hay que viajar con Copa Airlines por Panamá. Para completar el cerco de viaje, la aerolínea estatal del gobierno venezolano, Conviasa, suspendió los vuelos a España y Argentina en junio de este año, y se ha quedado sin compañías que le alquilen los aviones para los trayectos internacionales, pues ellos no tienen como proveer este servicio. Hoy se puede llegar al país únicamente a través de Copa y Wingo. Con la cancelación de vuelos, 13,000 personas han perdido sus tiquetes, pero les devolverán el dinero.