Los vendedores ambulantes se asentaron en Bogotá

Los vendedores ambulantes se asentaron en Bogotá

María Victoria Martínez, funcionaria del Distrito, explica las complejidades que ha tenido la Alcaldía Mayor para ejecutar el Decreto 456, que regula el uso del espacio público en Bogotá

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noviembre 26, 2013
Los vendedores ambulantes se asentaron en Bogotá

Foto Diario ADN

María Victoria Martínez una de las funcionarias de la alcaldía encargada de velar por la regulación del espacio público, explica las complejidades que tiene la administración distrital para ejecutar el Decreto 456, expedido el pasado 11 de octubre de 2013, que regula todo lo concerniente al espacio público.  Problemas con los vendedores ambulantes, las nuevas construcciones, los grafiteros, y hasta los organizados artesanos, impiden llegar a tener una ciudad ideal.

Isabel Zuluaga: ¿Qué tipo de eventos de carácter privado provocaron la expedición del decreto? ¿The Color Run tuvo alguna relación con el mismo? ¿Cómo surgió la idea de regular el espacio público?

María Victoria Martínez: Es un tema complicado, digamos que en algún momento eso pudo ser un disparador, pero no me atrevo a decir que haya sido solamente eso. Porque el tema del espacio publico es un tema que vienen intentando manejar desde hace varias administraciones. Desde la administración de Luis Eduardo Garzón, intentaron empezar a implementar cosas. Por ejemplo, me acuerdo que durante esa administración, en Chapinero, se hizo un trabajo con los vendedores informales, al intentar censarlos y definir las actividades que se vienen realizando. Así que, muchas administraciones han venido intentando jalonar el tema del espacio público. La misma dinámica social que recibe la ciudad, de tanta gente desplazada que llega a la ciudad, el tema del desempleo, en fin, hay gente que dice: “sino consigo empleo como profesional, monto una venta de empanadas, me defiendo con eso y no voy a tener que estar pagando impuestos”. Y además hay unas mafias que permean el uso del espacio público en Bogotá.

Yo no me atrevería a decir que sea solamente de ahí, a lo mejor los eventos fueron unos disparadores, pero hay también mucha discusión, por ejemplo, desde los artesanos, por el reclamo de unos espacios que ellos privilegiaban; la gente estaba acostumbrada a ferias artesanales. Esto más bien es resultado de todo eso, de la reclamación del ciudadano del  común, que dice: “oiga ya no tengo andenes para moverme”. Muchas veces esos vendedores informales terminan amparando el tráfico de drogas, incluso el mismo robo. Hay mucha cosa detrás, que creo que todo termina siendo un disparador.

I.Z.: Los campamentos de obras también van a estar regulados ¿Eso incluye solo  los privados?

M.V.: No, en el momento en que sale un decreto de estos, debe cobijar a todo el mundo. Igual a los señores del IDU, que están haciendo un mantenimiento de vías, a los señores de las constructoras que decidieron parquear la docena de volquetas  encima, descargar a las horas pico, afectar por ruido. Mejor dicho, todo ese tipo de cosas. Un decreto de estos debe poner en cintura a todo el mundo.

I.Z: ¿Qué va a ocurrir con los grafitis?  ¿Sobretodo en espacios públicos como la Universidad Nacional?

M.V.: En torno al tema del grafiti, sé que la Secretaría de Cultura  ya viene adelantando proyectos específicos. IDARTES es una de las entidades adscritas a la secretaría y ellos ya vienen haciendo mesas de trabajos con grafiteros y lo que se está buscando es poner el grafiti en el escenario de valoración que debe estar y hacerlo más estético; porque una cosa es el tema del grafiti y otra cosa es el tema de las pintas, de las rayas. Entonces, el trabajo de acompañamiento que está haciendo IDARTES es más de reconocimiento a una labor y de valoración. A lo largo de la calle 26 se empezó a hacer una intervención ordenada, una intervención estética. Lo que buscan es eso, una medida que pueda reunir al gremio y ordenarlo.

El corredor cultural que se está trabajando en Chapinero es básicamente sobre la carrera trece y una  de las cosas que quiere acompañar es la intervención de los grafiteros, para evitar que los espacios se arruinen estéticamente, llegar unos acuerdos con los comerciantes  y que se convierta la carrera trece en una galería de artes, en una galería de exhibición. Hacia allá apunta el tema del grafiti.

grafiti - Los vendedores ambulantes se asentaron en Bogotá

I.Z. Y supongo que las universidades públicas ¿también?

M.V. Las universidades públicas  se sumarán. A la empresa privada le interesa porque el grafiti es una estrategia de comercialización. Lo que están haciendo es sumando actores para que lo que se ha convertido en un desorden, en un desastre, se pueda armonizar.

Por ejemplo, los impactos del  tema del grafiti: el tema de los monumentos que están en la ciudad estaba a cargo del IDU y a partir de este año lo pasaron a la Secretaría de Cultura, al Instituto de Patrimonio, que es otra de las entidades adscritas a la Secretaria de Cultura. El problema es el mantenimiento de esos monumentos. Han tenido que empezar a hacer una investigación para utilizar sustancias con las que los puedan recubrir y los protejan del grafiti. Imagínate, están investigando en sustancias y diseñando estrategias; esos son unos sobrecostos.  El monumento de José de San Martín, que queda en la carrera 32  con avenida séptima, lo recuperaron, pero, además le construyeron una valla alrededor, con una exposición de fotografías, para que aísle un poco el monumento y lo preserve del tema de los grafitis. Recuperar un monumento y una escultura es costosísimo para la ciudad.

I.Z.: ¿Será que esto se plantea regular con el decreto?

M.V. No creo que tenga este alcance, pero si sé que están trabajando en regulación, buscando mejorar eso. Desde el Instituto de Patrimonio, ellos sí tienen más en la mira ese tema y el trabajo que está haciendo IDARTES, que es articularlo en la dinámica de los corredores.

I.Z.: Los vendedores informales tienen sus puntos y sus clientes; ¿Cómo así que, de acuerdo a una medida, los van a mover ¿Qué reacciones ha generado?

M.V: Lo que yo he visto es que ha sido una cosa más complicada. Lo que ha pasado con los vendedores ambulantes es que los reubican en espacios de feria, pero uno ve que eso no va a funcionar. Inclusive, cuando les instalaron las casetas, es un espacio, porque ellos pagan como un tipo de arriendo pero lo que  uno hubiera esperado es que la gente se hubiera volcado de una vez a decir: “tengo un espacio más bonito donde puedo acomodar todo”; además porque es una actividad productiva y uno hubiera esperado  que la gente no hubiera tenido mayor inconveniente y no hubiera esperado tanto para acceder, y eso no es cierto. De hecho, el tema de que a la gente se le obligue a pagar algo, es un tema cultural muy complejo también, porque la gente dice: “si yo me paro con mi choza en cualquier esquina y estoy ganando y no tengo que pagar nada ¿por qué lo tengo que hacer ahora?”.

Digamos que es un tema de ciudadanía, porque igual que el que monta, muchas veces, la venta de arepas, instala un cilindro de gas que es un peligro para el entorno y un riesgo, y el que no tiene gas, no tiene problema en colgarse un poste de luz y bajarse la luz de contrabando.

Entonces, digamos que se mueven también en un escenario de falta de compromiso ciudadano y se pusieron en el escenario de “pobrecitos nosotros”. Uno fácilmente se pone a hacer cuentas y, de hecho, con algunos amigos, por diferentes razones lo hemos hecho y hubo un señor que se paraba en un semáforo en la 73, abajo en la carrera séptima, en un carrito. Lo veías tu todas las mañanas, abría su carrito y tenía empanadas, arepas, más o menos, dos o tres productos. El tipo empezaba a vender, y a las once de la mañana ya había vendido todo. Entonces el señor se iba y llegaba la esposa o alguien de su familia a vender en otro sitio, con el mismo carro. Eso es lo que ha pasado con los vendedores, que se traen a la familia y cuando tú ves, hay una familia a lo largo de la calle 72.

¿Qué estamos haciendo?  Uno, no estamos aceptando las posibilidades que nos da la administración de organizar el negocio. Estos procesos en vez de reducirse lo que hacen es expandirse y ya no es uno, sino son cinco o diez de una familia. Es una cosa complicadísima.

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I.Z.: ¿Personalmente consideras que reunirlos en un espacio puede ser una solución al problema?

M.V: Yo lo que he visto es que eso  no funciona. Puede funcionar eventualmente con los artesanos, porque tienen unas dinámicas de ferias, inclusive, algunos espacios que la gente los reconoce como eso, como ferias artesanales. Pero está también el tema de toda la gente que se ha colado y que se mete entre  los artesanos vendiendo productos chinos manufacturados, vendiendo cualquier cosa. Ya no existe el artesano que uno estaba acostumbrado a ver, que trabajaba cosas de madera, no, ya es una mezcla de cosas.  Y ellos lo saben porque cayeron en unos juegos  muy tontos, medio politiqueros que dieron espacio para que lo que ellos debieron defender como artesanos, que son técnicas manuales, tradicionales y únicas, se perdiera.

Es el resultado de todas esas dinámicas que se han dado en la utilización del espacio público.

I.Z: ¿Y ellos (los artesanos) se han movilizado?

M.V: Recuerdo que en Chapinero, el primer esfuerzo fue acercarlos a un nivel de organización. Entonces había un grupo de artesanos que se ubicaban en la calle 82, al lado del Andino. Eran un grupo de muchachos, realmente artesanos todos, de trabajar con semillas, con cuero, maderas, algún tipo de joyas, entonces, ese ejercicio fue  buscar que alguien de ellos mismos los lideraran. Lo que se hizo fue crear una asociación en la que se regulan. El tema del muchacho que se sienta a vender sus cosas, pero se sienta borracho a fumar marihuana, ante todo eso hay una regulación y han generado un espacio que ha logrado sostenerse en medio de un lugar donde todos querían sacarlos a codazos, inicialmente.  Había mucha resistencia y en ese momento se organizaron y pudieron entrar a negociar ese espacio que la alcaldía les renueva, año a año.

Como la cosa es tan diversa. A los que manejan comida han intentado meterlos en las prácticas de regulación de los alimentos, además que existe el riesgo de salud pública. Cada vez que tú te acercas a uno de los sectores que ocupa el espacio público te encuentras con una cantidad de riesgos, con asuntos legales o no legales.

I.Z: Y también con una rama de tradiciones ¿No?

M.V: Claro, pero te encuentras también con cosas que uno dice “pero es que estos también no se compadecen”. Yo supe, por ejemplo, de vendedores del espacio público que no tenían ningún problema de irse una vez al año a irse a pasear con su familia a Europa. Uno decía, “yo que soy profesional, no puedo darme esos gastos”. Por supuesto, ellos no declaran nada formalmente, no declaran renta y son personas que reciben ingresos y hacen uso del espacio público  y lo deterioran sin dejarle nada a la ciudad, más allá de dolores de cabeza.

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