¿De quién es la culpa? Del capitalismo, en especial del neoliberal, de ese que no se detiene ante el afán de apoderarse de la mayor cantidad de dinero, de tierras, de edificios, de negocios, de cosas, de acaparar para vivir mejor que todos sus congéneres y dejarle abultadas herencias a su descendencia.
Para quienes su misión vital es esta no existen obstáculos morales ni físicos: si hay que matar, se asesina sin remordimiento y sin medida; si hay que robar, se roba lo que más se pueda; si hay que mentir, se jura hasta la saciedad que siempre dice la verdad; si hay que sobornar, te doy lo que pidas por esa colaboración; si hay que rebajar la calidad de los materiales para que quede buena ganancia, hágale sin miedo que eso resiste; si hay que atracar el erario, ¿qué está esperando?; si hay que engañar a alguien, no me venga con bobadas. Hasta se inventaron tramposamente el derecho a la defensa para evitar que la recta justicia los castigue ante la evidencia de las pruebas, pues “la defensa es permitida”.
Todo esto lo venimos observando desde hace tiempo: Invercolsa, Odebrecht, Hidroituango, las empresas prestadoras de servicios, Agro Ingreso Seguro, las Ejecuciones Extrajudiciales, los bombardeos irresponsables a los campamentos de insurrectos, el paramilitarismo, la campaña contra el acuerdos de paz en La Habana, la tergiversación de la historia del conflicto armado, el despojo de las tierras a los campesinos pobres y medianos, en fin, una completa enumeración es larguísima, la memoria débil y el espacio escaso.
La inseguridad en las ciudades, los atracos callejeros, las violaciones de niñas y niños, las altas tasas de homicidios y suicidios, son otros ejemplos de descomposición social, aprendidos a los delincuentes de los estratos altos, aunque en otras dimensiones.
Algunas iglesias invocaban y respetaban los mandamientos de la ley de Dios, ahora hasta se vuelven compinches de los peores delincuentes de cuello blanco. Hablar de honradez, veracidad, honestidad, respeto a la vida y a las personas, de ética, de moral, equivale al empleo de arcaísmos en desuso. “la única moral es un cultivo de moras”. El capitalismo neoliberal ha vuelto inviable la vida digna en muchas partes del planeta y amenaza con extenderse al resto. Ahí estamos frente a los sucesos de Chile, Ecuador, Bolivia, Honduras, etc. y pronto en Colombia, para no mencionar sino a Latinoamérica. Parece que ya hay un despertar de los pueblos, ya entienden el porqué de su miseria.
Cuando ya las riquezas terrenales han sido acaparadas por unos pocos a quienes ni siquiera les importa el calentamiento global, que aspiran a establecer un gobierno mundial, donde haya solo una moneda única, a reducir la población actual en un 80%, a identificar a los esclavos restantes mediante chips que contengan toda la información personal, incluyendo su dinero, ¿qué opción justa, digna y legal nos queda a los seres humanos? La desesperanza en el futuro enterró los valores de antaño y asumió sus antónimos como valores actuales, ante los cuales la vida importa un culo.
Para volver a vivir bajo los valores de antes es preciso destruir el modelo capitalista neoliberal y reeducar a la sociedad enseñándole científicamente a comprender, analizar, comparar y escoger entre las diferentes escuelas filosóficas, económicas, políticas y religiosas, para poder construir colectivamente y en democracia real un nuevo sistema socio económico político y cultural donde se garanticen los derechos humanos, previa corrección de algunos, como el de la propiedad privada ilimitada, conservando y respetando la naturaleza.