Por lo general, en las culturas endogámicas, cuando se encuentran en crisis y las soluciones no estan a la vista ni aparece quién las proclame, se recurre a la búsqueda de un salvador.
En el pueblo de Israel siempre ha habido sed de la llegada de un mesías que sea capaz de sembrar la justicia y la libertad. En tiempo de los jueces pidieron a Samuel un rey que los liberara y, en los tiempos de los reyes surgió David, pero a su muerte todo se desvaneció, quedando a merced de los Babilonios.
Por eso, los profetas en el siglo IX a. C. empezaron a hablar de un Cristo, de un mesías, del "único" que podría redimirlos, capaz de reinar al estilo de David. Desde entonces, en los países católicos se convirtió en costumbre esperar al "ungido en aceite" en tiempos de turbulencias políticas y de confrontaciones internas.
Colombia es un país de caudillos. Es frecuente escuchar: ¿si no es fulano, quién mas?, o los vaticinios para escoger a alguien en una fila india, ya sea como delfín o en los actuales momentos como el mesías.
Basta que creeamos o nos hagan creer los medios informativos que en esto tienen gran responsabilidad, que alguien es sobresaliente en cualquier actividad y es el que esperábamos para que dentro de la mayor naturalidad lo postulemos para mayores y mejores destinos.
La lista es interminable, de múltiples profesiones u oficios, a quienes por extensión los dotamos de características y poderes suprahumanos.
Si unos decretan que tenemos al "mejor alguacil del mundo", eso basta para que entre en la danza de los candidatos a la primera magistratura; si otros proclaman que tenemos al "mejor burgomaestre" o "parlamentario" y nos llevan a creelo, de inmediato esta a la cabeza de la fila india.
Pero entre aquel mesías que esperaba el pueblo de Israel, cuya misión terrenal era la de salvar almas y redimir al pecador y no llegar al poder porque "dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios" y los mesías políticos del hoy hay diferencias abismales.
Los mesías políticos suelen presentarse ante el pueblo con orgullo, buscándose a sí mismos y echándose todo el incienso que pueden. Jesus, sin embargo, es el humilde lor excelencia; por eso pudo decir con autoridad: " Aprended de mi que soy manso y humilde de corazon" (Mateo 11, 29).
Los mesías políticos suelen presentarse como los únicos; Jesús es uno más entre nosotros: "Siendo de condición divina, no codicio ser igual a Dios, sino que se despoja de sí mismo, tomando condición de esclavo (Filip 2, 6-7).
Los mesías políticos anulan a los pueblos, humillándolos; Jesús ha venido a salvarlos: "El que crea se salvará" (Mc 16, 16)
Los mesías políticos solo piensan en ganar, llegar al poder como sea. Jesús, sin embargo, nunca buscó poderes. Es el mesias de Dios, lo llevan a una cruz por su amor verdadero al pueblo y por dar la vida por ese pueblo.
Dudo que esas características definan al ungido por el aceite de la política y los identifiquen para sacarnos de esta calamitosa situacion, en la cual debido a sus complejidades, el papel del redentor lleva a su corolario, salir crucificado, pero no a consecuencia de su amor por el pueblo sino por la polarizacion rampante.
Con alguna excepción, nuestros mesías no han logrado la gloria popular, puesto que las caídas han sido espectaculares en un país en donde los problemas han sido siempre los mismos, a veces más agudos y profundos, sin soluciones de ninguna clase y de fracaso en fracaso hasta convertirnos en un Estado fallido.