Jean-Marie Le Pen es un muy polémico político francés de extrema derecha nacido en 1928 que habla y grita sin tapujos de los negros y los grises, de los gitanos, de los de Europa del Este, de los de abajo, de casi todos los inmigrantes, y obviamente se manifiesta en contra de la homosexualidad y del aborto y mil cosas más.
Como político se presentó a varias elecciones presidenciales y haciendo mucho ruido lo apoyaba más o menos el diez por ciento de los votos.
Pero todo su odio reaccionario y cavernícola quedaba en los mítines de su partido el Frente Nacional, en los volantes de campaña, en una que otra entrevista.
Por ser uno de los varios o muchos que niegan el holocausto nazi y por diez o más proclamas incendiarias, este mismo año fue suspendido del partido que él mismo fundó en 1972 por su misma hija, Marie, quien hoy oficia de presidente.
Por fortuna nadie, por congraciarse con el político de turno o haciendo las sumas y restas de la política, por fortuna, repito, jamás ejerció un cargo de dirección. Quién sabe qué salvajada hubiera cometido.
Viendo el caso de Le Pen es que me pregunto si ello no sirve de ejemplo para no designar en cargos de decisión a personas de extremas.
Un cuerpo colegiado, jugando a la política, designó en 2009 a Alejandro Ordóñez como procurador en Colombia. Y no miento si afirmo que Le Pen se le queda cortico.
De quemador de libros en su natal Bucaramanga, ha sido como funcionario público un abanderado de la lucha para dejar en el mínimo de los mínimos los derechos de los homosexuales, guardando tremendas posiciones frente al tema del aborto, lo que llaman la dosis mínima y últimamente la eutanasia asistida. Y su última joya de estos días: ordena prevenir al Ministerio de Cultura para que no se auspicien exposiciones artísticas que atenten contra la libertad de culto. Goya, Picasso o Rubens y miles de artistas estarían vetados por su orden.
Es un Le Pen con poder quien con cada declaración hace retroceder al país diez años.
Pero con Le Pen eran declaraciones oídas por sus fanáticos seguidores y pare de contar. Con Ordóñez son actos públicos escritos en papel donde en la parte superior se lee República de Colombia.
Propongo desde este muy humilde sitio dejar al señor Ordóñez sin su cargo y sus camionetas blindadas y su generoso sueldo, y que se dedique a quemar libros de Gabo en su propia casa e inculque sus morbosos pensamientos solo a quien le quiera oír.
O que cree una cuenta en Facebook si se siente más oído.
Y hablando de…
Y hablando de ciegos y energúmenos, cuándo será que el senador Uribe deja de ver incumplimiento a eso que llaman proceso de paz con cada cosa que suceda. Enredada y compleja está resultando la consecución de la paz, y lo es mil veces más con todas las papas calientes que sueltan los del autollamado Centro Democrático.