Muy atrás quedaron los años dorados de Hugh Hefner. El imperio de las conejitas Playboy parece estar llegando a su fin. A la decadencia de la revista, que dejó de usar mujeres desnudas en sus portadas debido al auge de la pornografía en la web, se suman la vejez de su propietario y la venta de la famosa mansión.
La mansión, que fue adquirida en 1971 por 12 millones de dólares de la época, era mucho más que una casa lujosa en el 10236 de Charing Cross en Los Ángeles. Se trataba del símbolo del imperio Playboy donde su rey protagonizaba legendarias fiestas de cuyas anécdotas no se sabe qué es real y qué no. Se cuenta que en este lugar John Lennon apagó un cigarrillo en un cuadro de Matisse y que tras una pelea con Yoko Ono, durmió con ocho conejitas en una habitación. Medio Hollywood ha rumbiado en la mansión. Desde Elvis Presley hasta Paris Hilton. Inclusive, hay personajes vetados como el actor Luke Wilson.
Sin embargo, Hefner no se va. La mansión fue vendida con la condición de que él podría vivir ahí hasta su muerte. El comprador que aceptó la propuesta fue su vecino Daren Metropolous, fundador de los pastelitos Twinkies en Estados Unidos. El multimillonario griego pagó 100 millones de dólares por la casa. Hubo una rebaja de la mitad del precio porque Hefner en principio pedía 200 millones. El griego quiere incorporarla a la casa que compró en 2006, contigua a la mansión. Ambas construcciones fueron una sola cuando se construyeron en 1927.
La modelo británica Carla Howe, quien fuera conejita de la mansión, también habla de los malos tiempos que vive la mansión. El sueldo de las conejitas, que llegaba a los tres millones de pesos por semana, fue eliminado. Las mujeres que aún viven ahí lo hacen porque tienen techo y comida gratis. Según Carla, la casa se está cayendo. Las habitaciones tienen humedad en las paredes, los viejos teléfonos que adornaban sus espacios lucen desvencijados, y hasta hace frío. Por si fuera poco hay que ajustarse a la dieta de Hefner. Se cena a las seis y media, y a esa hora únicamente se come un caldo de perejil que parece comida de cárcel. Después de nueve de la noche hay toque de queda.
Por su parte, la revista está en crisis. Desde el año 2010 sus ventas se han desplomado. El boom de la pornografía en internet hizo que el ver mujeres ligeras de ropa en sus páginas dejara de ser tan atractivo como lo era en los años 50, cuando Hefner la fundó con la icónica foto de Marilyn Monroe y sus pechos al aire en portada. En los años sesenta se vendían hasta 5.6 millones de ejemplares físicos de la revista por mes, y actualmente la cifra no llega a los 800.000. Además, la revista ya es bimestral. Sus más fieles seguidores sienten que el final de la revista fue en marzo del año pasado, cuando dejó de publicar imágenes de mujeres desnudas, lo cual había sido su sello característico durante más de 50 años.
Ni su dueño se ha salvado de lo que parece ser el final de un imperio. Hugh Hefner ya tiene 91 años y su descarrilado ritmo de vida le pasó factura. Aunque sus hijos niegan que su padre esté al borde de la muerte, los rumores crecen como espuma. Dicen que no pesa más de 40 kilos. Una de las antiguas conejitas dijo que Hefner está tan enfermo que depende de sus enfermeros para todo. Además, lo único que tiene ganas de hacer con su esposa por las noches es jugar ajedrez. Las orgías donde hasta ocho conejitas tenían sexo por turnos con Hefner, son cosa del pasado. Al parecer, a las conejitas les tocará buscar otra madriguera.