Las oficinas de Avianca han tenido mucho movimiento en la última semana y el alboroto ha sido provocado tanto por noticias positivas y movimientos estratégicos como por chicharrones que ha tenido que resolver, quien seguirá siendo el CEO de la compañía hasta enero de 2024, el chileno Adrian Neuhauser.
Justamente, ese fue el primer gran alboroto en las oficinas de la aerolínea. El 28 de noviembre hicieron oficial un cambio en su cúpula directiva de acuerdo con el plan de pasar a formar parte de una gran compañía del sector aeronáutico denominada Grupo Abra, el cual consistió en que Neuhauser pase a ser CEO de Abra para darle paso al portugués Frederico Pedreira en la dirección de Avianca.
A ese anuncio le siguió una buena noticia para la imagen de la compañía como fue la llegada de tres empresas colombianas a la base de proveedores de alimentos en los vuelos de la compañía, la cual se dio gracias a una estrategia que tenía como fin incentivar la industria nacional.
No transcurrieron ni dos días después de ambos hechos cuando la aerolínea más grande de Colombia recibió la primera mala noticia de la semana. Fueron derrotados en un pleito que mantienen desde septiembre con Latam, su mayor competencia en el país y aerolínea a la que quieren pisarle los talones en América Latina al hacer parte del Grupo Abra.
Avianca había acusado a Latam de ofrecer tiquetes en horarios y franjas que no tenían asignados por la Aeronáutica Civil, lo que se conoce como slots, y ante esto, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) decidió sancionar a la aerolínea chilena para dejar ofrecer vuelos en ciertas franjas y reacomodar a los pasajeros a los que ya se les habían vendido tiquetes.
No obstante, el caso fue revisado por la Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá que decidió fallar a favor de Latam y revocar la sanción de la SIC porque presuntamente no se realizó el correspondiente análisis jurídico de forma correcta.
Por si fuera poco, otra Superintendencia, esta vez la de Transporte, obligó a Avianca a implementar un plan de atención inmediata al usuario ante las constantes demoras y cancelaciones de los vuelos. Este tendrá que llevarse a cabo en un plazo no superior a las 24 horas.
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