Los tres rivales sospechosos de doping que quieren atajar a Nairo en el Tour

Los tres rivales sospechosos de doping que quieren atajar a Nairo en el Tour

El español Alberto Contador ya fue sancionado, el británico Chris Froome y el italiano Vicenzo Nibali tienen la sombra del fraude sobre ellos

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julio 02, 2016
Los tres rivales sospechosos de doping que quieren atajar a Nairo en el Tour

De los cuatro favoritos que tiene el Tour este año, el único que ha estado libre de dudas de dopaje es Nairo Alexánder Quintana. A algunos, como Alberto Contador, se les ha comprobado la trampa, mientras que Nibali y Froome han tenido fuertes acusaciones que nunca han sido comprobadas. Acá un repaso al prontuario de estos ciclistas, cuya honestidad permanece en duda:

El caso Contador

Cuando Alberto Contador ganó su segundo Tour en el 2009, su compañero en el equipo Astana era Lance Armstrong  y su entrenador Johan Bruynell, los dos artífices del escándalo de dopaje más terrible en la historia del ciclismo. El belga Bruynell sometía a sus ciclistas a un sofisticado programa para llenar las venas de sus atletas con Epo y mejorar su rendimiento.  Alguna mala práctica le habrá quedado al Chaval de Pinto de sus compañeros. Un año después, el 21 de julio del 2010, en el segundo día de descanso de esa edición del Tour cuyo título defendía Contador, los comisarios de la Unión Ciclística Internacional UCI cayeron sobre el tráiler de su equipo. Cuentan que mientras las autoridades tocaban su puerta Bruynell, como solía hacer en la época en que Armstrong ganaba siete Tours consecutivos, intentaba limpiar la sangre del ciclista español con una transfusión. Al final pudieron tomar las muestras pero la “limpieza” definitivamente no funcionó: un mes después, el 24 de agosto, la UCI comunica al corredor que la muestra dio positivo. Inmediatamente el Astana solicita un contraanálisis que da el mismo resultado. El ciclista da una explicación inverosímil: Si tenía la sustancia Clembuterol que anulaba los efectos de la altura y le daba más oxígeno a sus músculos era porque había consumido carne contaminada; algún ganadero francés quería engordar a sus vacas con ésta sustancia prohibida. Los únicos que creyeron la historia fueron los españoles quienes hablaron de un complot internacional teoría que quedaría completamente revocada a principios de diciembre del 2010 cuando aparecieron rastros de plástico en la sangre de Contador lo que confirmaba que si se hacían transfusiones de sangre.

Dos años después de explotar el escándalo la UCI suspendió por dos años al español y, lo que era más doloroso, perdía el Giro de Italia y las dos etapas que ganó en el 2011, la vuelta a Murcia, la de Cataluña que también ganó ese año y, por supuesto, el Tour de Francia del 2010. Además lo suspenderían durante 2 años.

La federación española apeló y, aunque pudo volver a correr en el Tour del 2013, en donde fue aplastado por Nairo Quintana, nunca le devolvieron su palmarés. Además, aunque ganó el Giro del 2015 y la Vuelta a España del 2014, nunca volvió a ser el mejor del mundo. Cuando se ha enfrentado a Froome y a Nairo siempre pierde. Esperemos que éste año también sea así.

Nibali

Este año el Tiburón, cada vez que atacaba en las duras etapas del Giro, se quedaba fundido a los dos kilómetros y era superado por Esteban Cháves, el joven colombiano que se había atrevido a desafiar su supremacía. Tres etapas antes del final, cuando perdía casi cinco minutos con el líder de la competencia, Steven Kruijswijk, llegaron a los trailers del equipo Astana unos misteriosos médicos que querían mejorar el rendimiento del italiano.

Nadie sabe que hablaron, que sustancia le dieron, de que tipo fue el masaje regenerativo pero en las dos últimas etapas Vicenzo Nibali subía los Alpes como si fuera una moto y no sólo recuperó el terreno perdido sino que ganó el Giro sacándole casi un minuto al bogotano Esteban Cháves. Otra vez el equipo Kazajo estaba en el ojo del huracán.

No sólo fue el escándalo de Alberto Contador en el 2010 sino los cuatro positivos que dieron en el 2014 y los antecedentes poco halagüeños de su entrenador, Alexander Vinokorouv, quien dio positivo por EPO durante el Tour de Francia del 2007. Fue tan grave el escándalo que la UCI pidió la exclusión del equipo. Sin embargo las protestas no avanzaron. En el 2014, cuando el Tiburón de Mesina ganó su único Tour, los rumores de que estaba dopado se extendieron por toda la caravana. Nunca nadie comprobó nada.

Un mes después de ganar el Giro, Nibali va por el sueño de derrotar, por primera vez, a sus rivales más enconados.

Froome

En la etapa 10 del Tour de Francia del año pasado las caramañolas hervían como si adentro hubiera agua-panela caliente. Atrás quedaron Contador, Nibali, Urán y Tj Vangarderen. El Tour sólo se decidía entre dos. El calor agobiaba a Froome y Nairo, los hombres más fuertes del ciclismo mundial en la actualidad. No la habían tenido nada fácil, ambos se repusieron a las penurias que acarrea haber nacido en el tercer mundo y sobre todo a enfermedades muy graves y extrañas.  El boyacense  había sobrevivido a los ocho años a una enfermedad que la llamaban el “frío de los muertos” y el keniano a unas larvas que habían entrado a su cuerpo cuando era niño y que devoraban sus glóbulos rojos lo que le causaba fatiga y fiebre. Desde pequeños aprendieron a sufrir.

A cinco kilómetros de la meta un ramalazo incontestable para Quintana había dejado solo al líder del Sky en su camino al alto de La Pierre-Saint-Martin, puerto fuera de categoría en donde terminaba la décima etapa del Tour de Francia 2015. A medida que los metros se consumían y el calor se hacía más sofocante, la condición física del africano mejoraba. Entre los especialistas del ciclismo y la afición volvía a flotar la misma pregunta de hace dos años, cuando Froome dejaba regado en el camino al ciclista colombiano, ¿estaría jugando limpio el campeón del Tour 2013?

Los rumores empezaron a despertarse a raíz de la espectacular última semana que tuvo el ciclista en la vuelta a España del 2012. De un momento a otro había dejado de ser un gregario del británico Bradley Wiggings para convertirse en un corredor top, al nivel de Alejandro Valverde, Purito Rodríguez o Alberto Contador. Lo primero que dijeron fue que tenía incorporado un motor en su bicicleta. La Unión Ciclista Internacional mandó una comisión a averiguar el caso pero las ciclas fueron cambiadas casi que de inmediato lo que aumentó aún más el manto de duda.

Luego, en el Tour del 2013, las sospechas aumentarían aún más. En la mítica ascensión al Mont Ventoux, en donde el paisaje lunar y el calor asfixiante son el común denominador, Chris Froome dio una exhibición. El único que pudo aguantar su paso fue Nairo Quintana a quien soltó faltando apenas medio kilómetro. En ese puerto de montaña los niveles de fuerza que exhibió el keniata fueron espeluznantes. Según Antoine Vayer, ex director de Festina, equipo de finales de los noventa tristemente célebre por sus leyendas de dopaje, el a la postre campeón del Tour registró en esa etapa una potencia de 466 vatios en sus piernas. Un ciclista que registre entre 410 y 430 ya es sospechoso, alguien que roce los 450 ya es milagroso, pero quien supere este número ya debe ser declarado un mutante.

Con la sombra de Armstrong en el ambiente, la organización del Tour de Francia y hasta el mismo gobierno intervino en el caso Froome. El senador francés Jean-Jacques Lozach encabezó un informe sobre el dopaje en la vuelta del 2013. Las primeras pruebas marcaron negativo pero el político no descarta que a finales de este año o a principios de este se logre establecer qué tipo de sustancia usa el keniano para lograr sus impresionantes resultados deportivos.

Cuando el rumor de que una visita sorpresa al hotel en donde estaba hospedado Froome para hacerle test se expandió en el pelotón, su nivel decreció y empezó a perder tiempo con Quintana quien terminaría venciéndolo en la última etapa del Tour del 2013.

Después de un 2014 para el olvido, en donde la etapa del pavé le quitó cualquier tipo de opciones para repetir su triunfo en el Tour, el  corredor del sky se obsesionó con la preparación del Tour de Francia del año pasado. Durmió la mayoría de noches en un carro-casa especialmente diseñado por su equipo en donde, bajo un grupo de científicos, le era controlada la respiración y sus glóbulos rojos. Dormía en una cámara de oxígeno sobre la que se tejieron muchas leyendas y, decían, cada mañana amanecía renovado, con la energía al tope. Para librarse de sospechas la organización del Tour le prohibió usar el Motorhome en la competición.

A principios del 2015 estaba con su esposa en un hotel en Italia cuando las autoridades de la UCI se le aparecieron súbitamente. Querían entrar al cuarto del ciclista y hacerle un examen de sangre sorpresa. Sin embargo los representantes del hotel no dejaron pasar a las autoridades antidopaje alegando que era política del lugar impedir que sus huéspedes fueran molestados antes del desayuno. Otra vez el manto de duda volvía a tenderse.

En la penúltima etapa del año pasado, cuando Nairo casi lo revienta en la subida decisiva en el Alpe de Huez, los ojos de la Unión Ciclistica internacional estaban sobre el keniata. Si la montaña hubiera tenido un kilómetro más Nairo hubiera llegado a París vestido de amarillo, una ilusión que hoy está encendida más que nunca.

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