El panorama es sombrío. En la distancia se escuchan los cascos de los camellos que transportan a los tres reyes magos que traen la miseria a Colombia. En medio de la polvareda que levantan en el desierto, se aprecien sus figuras. No son las de Melchor, Gaspar y Baltazar, sino la de los ministros de Defensa, Carlos Holmes Trujillo; del Trabajo, Ángel Custodio Cabrera; y de Hacienda, Alberto Carrasquilla.
¿Sus regalos? Tres reformas que golpearán a la gran base de la población. La reforma económica que traslada al pueblo la crisis económica del país; la reforma pensional y, por último, la de carácter laboral que terminará con las pocas garantías de que pudieran gozar los obreros.
En otras palabras, los salarios serán cada vez más bajos y la posibilidad de jubilarse, tan solo un sueño. Usted saldrá de su trabajo directo al geriátrico después de que le hayan sacado al máximo su capacidad de producción y consideren que debe ir a resguardarse en los cuarteles de invierno. Es la expresión más clara de la miseria para millares de hombres y mujeres.
¿Y por qué Carlos Holmes Trujillo forma parte de la caravana? Su turbante colorido—como su tránsito camaleónico por varios partidos políticos—y las gafas oscuras para el sol incandescente, no pueden ocultar esa sonrisa malévola ante lo que viene: el endurecimiento de las políticas represivas a la protesta social, las argucias para justificar la arbitrariedad de la fuerza policial y, para ponerle una cereza al helado, su pretensión de aspirar a la Presidencia de la República.
Pretende reemplazar a Iván Duque, quien lo único que ha demostrado es que es el presentador mediocre de un programa diario de televisión en el que muestra refritos de lo que se está haciendo para detener el COVID-19.
Cerca del Ubérrimo los espera la nueva encarnación de Herodes. ¿Quién será? No se necesita mucho esfuerzo para adivinarlo. Álvaro Uribe Vélez, el expresidente al que no le entra ni el coronavirus, ya que, cuando quiso atacarlo, se encontró con un elemento contaminante aún más letal que amalgama la manipulación social, el favorecimiento a los intereses económicos de los más ricos y la verborrea con la que convence a sinnúmero de votantes, que lo miran como el redentor.
Lo que aspira este personaje es convencer a los reyes magos de la modernidad para que acaben—como ocurrió en Judea—con la única esperanza del pueblo. En ese caso, el salvador que no es otra cosa que la conciencia de los marginados inconformes que expresan su deseo de cambio saliendo a las calles a protestar. “No se los permitan. Duro con ellos. Recuerden que satanás es la viva imagen del castro-chavismo”, como suele argumentar contra quienes piensan distinto que él.
Así las cosas, con un país en el que el ajuste al salario mínimo fue del 3.5% mientras que para los congresistas fue del 5,12%, es decir, 1,67 millones el panorama luce ensombrecido. En pocas palabras, mientras que un obrero raso a duras penas se ganará un millón de pesos en el 2021, ellos percibirán 34 millones.
¿Comprende ahora por qué es urgente pedirle la prueba PCR, pasaporte al día y cuanto elemento sea posible para impedir que lleguen a Colombia los tres reyes magos de la miseria?