Tres jóvenes lograron el revolcón exprés de la política española

Tres jóvenes lograron el revolcón exprés de la política española

En manos de Pablo Iglesias, Albert Rivera y Pedro Sánchez está la suerte política del país ibérico. De un tirón mandaron las canas a la banca

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marzo 01, 2016
Tres jóvenes  lograron el revolcón exprés de la política española

Poco antes de las elecciones generales del 20 D en España, la expectativa de fin de campaña se centró en el primer gran debate por Internet y televisión de los candidatos a la presidencia. Cuando las cámaras y las luces enfocaron a los tres del plató, el primer impacto fue la novedad de los participantes. Y su juventud. Dos apenas rondando los 37, uno en sus 43. Tuteándose, dirigiéndose por sus nombres: Albert, Pablo, Pedro. Albert Rivera de Ciudadanos, Pablo Iglesias de Podemos y Pedro Sánchez del Psoe. La nueva cara de la política española. Su seriedad, la rapidez mental, el manejo de los datos, la agilidad verbal y, pese a sus diferencias, el trato mutuo respetuoso, dieron pie para asegurar que España está frente a una nueva realidad política. O, como coloquialmente aseguró un curtido analista, “esto es un revolcón exprés, mandaron las canas a la banca”. En la banca estaba Mariano Rajoy del Partido Popular, el presidente del gobierno, que se excusó de asistir.

Cuatro años atrás apenas alguien conocía a Pedro Sánchez por fuera de reducidos círculos del Psoe, y aunque no haya faltado quien tratara de correrle la silla después del descalabro electoral de diciembre, es el líder del partido que se encuentra en la operación de acceso a La Moncloa, desenredando la difícil madeja de su investidura. Rivera, casi desconocido fuera de Cataluña hace poco más de un año, está en la primera línea del juego electoral con su agrupación de centro derecha. E Iglesias, el político revelación del final de la legislatura, en dieciocho meses creó un partido, consolidó la tercera fuerza política del país, y es la figura indiscutida de la izquierda radical.

La juventud salió de su letargo. Las dificultades económicas y sociales, mezcladas con la política salpicada por la corrupción, sacudieron a una generación que ahora emerge y toma las riendas de su destino. De allí surgieron esas figuras frescas que, al decir de algunos, son parte del fenómeno más interesante de este tiempo en Europa y Estados Unidos: la abrupta aparición en el ámbito político de partidos o personalidades —“los insurgentes”, les llama la prensa británica— que amenazan con romper el orden establecido.

Pablo Iglesias y Albert Rivera han fracturado el bipartidismo peninsular. La juventud más preparada de la historia de España —casi 10 millones de entre 16 y 34 años, nacidos y criados en democracia— decidió apostarle a las nuevas formaciones políticas cuando el apretón y el paro endémico de la crisis se convirtió en indignación. La tarde del 15 de mayo de 2011, los miles de ciudadanos que llenaron las calles y acamparon en las plazas de 50 ciudades españolas, convocados por Democracia Real Ya a través de las redes sociales, fueron el detonante.

Pablo Iglesias fue la primer figura irreverente que sacudió la política española - Tres jóvenes lograron el revolcón exprés de la política española

Pablo Iglesias fue la primer figura irreverente que sacudió la política española

Podemos surgiría de las brasas del 15-M, tres años después. El partido se había incubado en la Facultad de Políticas de la Complutense, en Somosaguas, de la mano de un pequeño grupo de profesores que a través de la que llamaron Promotora de Pensamiento Crítico, dieron forma a sus ideas antisistema los fines de semana en Valsaín, un pueblito de Segovia. Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero –asesor de Gaspar Llamazares, cuando era coordinador de Izquierda Unida-, e Íñigo Errejón, formaban el núcleo.

Iglesias fue, desde entonces, el líder indiscutible. El madrileño de la coleta, el de sus padres socialistas que le llamaron como el fundador del Psoe, el más solicitado de los tertulianos en televisión, el del verbo avasallador, el del discurso de izquierda radical contra lo que llama castas políticas, contra la corrupción, contra las imposiciones económicas de la troika, ha copado el espectro político.

Una brillante inteligencia tan grande como su ego alimentado por los triunfos políticos, por haber logrado cinco eurodiputados en tres meses, las alcaldías de Madrid y Barcelona con una combinación de votos y alianzas políticas con Manuela Carmena y Ada Colau, y más de cinco millones de votos en las elecciones generales. Pero el éxito no le ha hecho cambiar ni el look, ni el piso en el popular barrio de Vallecas, ni su perra Lola, ni el gusto por el cocido de su madre; pero sí la cercanía al chavismo y a Vladimir Putin.

Fue el propio Rey Felipe VI quien invitó a  Pedro Sánchez a intentar formar gobierno - Tres jóvenes lograron el revolcón exprés de la política española

Fue el propio rey Felipe VI quien invitó a  Pedro Sánchez a intentar formar gobierno

Desde el 2 de febrero, cuando el rey Felipe VI, le encargó a Pedro Sánchez formar gobierno tras el paso al costado dado por Mariano Rajoy, Iglesias tenido un papel protagónico en la negociación de la investidura. Para empezar, pidió vicepresidencia y ministerios, y se plantó en el referéndum para las autonomías, dando pie a que algunos analistas lo llamaran “inexperto e ingenuo negociador”. Pero el juego no ha terminado y el papel político de Iglesias va para rato.

Como Iglesias, Albert Rivera ha llegado muy lejos y muy rápido. Un discurso inesperado y una elección por orden alfabético de patronímicos lo llevaron con solo 26 años a liderar el partido promovido por un grupo de intelectuales catalanes, Félix de Azúa, Arcadi Espada, Francesc de Carreras —su profesor de Derecho Constitucional—, María Teresa Giménez Barbat, y otros que insatisfechos por la hegemonía nacionalista le dieron forma en sus reuniones del restaurante Taxidermista, de la Plaza Real de Barcelona.

El catalán Albert Rivera obtuvo la cuarta votación en las votaciones de diciembre pasado. - Tres jóvenes lograron el revolcón exprés de la política española

El catalán Albert Rivera obtuvo la cuarta votación en las elecciones de diciembre pasado.

 

Tras hacer campaña con un cartel electoral en el que aparecía desnudo, Rivera logró tres escaños en las autonómicas del 2006. Así empezó una meteórica carrera en la que ha recibido más cornadas que el Juli. Se ha escudado en la oratoria que cultivó desde estudiante en el Cervetó de Granollers donde era jefe de debates, en las redes sociales y en las tertulias televisivas.

El chico del popular barrio de la Barceloneta, el bien educado por sus padres que empezaron con un pequeño comercio de electrodomésticos —Derecho en la universidad privada Ramon Llull, maestría en Esade y marketing político en la Universidad George Washington—  toma riesgos y no se amedranta antes las amenazas. En la gaveta está una fotografía suya con una bala clavada en la frente ensangrentada que colocaron en las puertas de su casa por su postura contra el nacionalismo.

En la carrera política compite en velocidad con su Yamaha 1000: ha sido el candidato a la presidencia del Gobierno más joven de la historia de la democracia española en el 2008. Los resultados en las elecciones andaluzas del 22 de marzo de 2015, donde su partido arrancó nueve escaños, impulsó su figura. Desde Madrid, oficia ahora con puño de hierro y buenas maneras. Sus afiliados lo describen como “autoritario, aislado, casi despectivo con los militantes». “Calculador e inflexible como una máquina, un computador con capacidad de aprendizaje». Pero todos coinciden en que será presidente de gobierno de España.

Hoy tiene 40 diputados elegidos en las generales del 20 D cuyos votos ha pactado con Pedro Sánchez para sumar 130 en una investidura que necesita de 176. Ha puesto una pica en Flandes en el juego del poder.

Para tener esta oportunidad histórica de ser presidente sin haber ganado en las urnas, Pedro Sánchez, con el totazo que se dio, «no ha parado» desde el mismo 21 de diciembre, el día en que supuestamente iba a ser liquidado por los suyos. Cuarenta y cuatro días después, tenía en su mano un as lanzado por el rey: la formación de gobierno.

 

El Presidente del gobierno español Mariano Rajoy se vio forzado decirle adiós a la investidura - Tres jóvenes lograron el revolcón exprés de la política española

El Presidente del gobierno español Mariano Rajoy se vio forzado decirle adiós a la investidura

Un mes para negociar la investidura. En el terreno donde se siente más cómodo. Negoció a los 25 años el dramático posconflicto de Bosnia como jefe de gabinete del ministro de Exteriores, Carlos Westendorp, enviado por la ONU para de hacer cumplir los acuerdos de paz de Dayton y echar a andar el nuevo Estado, paralizado por el odio. En año y medio crearon una moneda única sin signos ofensivos para musulmanes, católicos y ortodoxos, la bandera del país y un himno aceptable para todos... Habían quedado 100.000 muertos y 1,8 millones de refugiados.

Pero su vocación política estaba en España. En 1993 había fundado las juventudes socialistas del barrio madrileño Tetuán, donde nació y creció. Diez años más tarde fue concejal del Ayuntamiento de Madrid, y aunque en 2008 y 2011 se quedó fuera del Congreso entró a mitad de legislaturas, a ocupar los escaños que dejaron Pedro Solbes y Cristina Narbona. La diputada por Palencia María Luz Martínez Seijo, impulsora de la primera plataforma autonómica de apoyo a la candidatura de un tal Sánchez para optar a la Secretaría General del Psoe, recuerda aquella primavera de 2014, en la que le dijo: “Voy a ser presidente del Gobierno”.

Y ganó la secretaría general del partido de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, para suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba tras el desastre de las euroelecciones del 2014. Desde entonces, el jugador de baloncesto de Estudiantes, el economista, el profesor de la Camilo José de Cela, el marido de Begoña Gómez, el padre de Inoha (10) y Carlota (8) ha tenido que soportar mandobles a diestra y siniestra. Para empezar, los peores resultados electorales del socialismo, la presión de los barones y la baronesa andaluza Susana Díaz, a Felipe González satanizando a Pablo Iglesias -casi su única opción de ser presidente- a que le llamen defensor de un socialismo «ingenuo, fácil», y hasta que le saquen en cara el supuesto negocio de saunas gais de su suegro.

Pero ahí sigue sonriendo, buscando nuevas músicas en el Spotify para relajarse, mientras corre el reloj y se cuentan y recuentan los aún escasos votos para la investidura. Este capítulo no se ha cerrado. Y como él mismo dijo al salir del Palacio de la Zarzuela, apelando a El Quijote: "A cualquier mal, buen ánimo repara".

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