El concepto de locura, o chifladura, se refiere a quienes distorsionan las normas sociales establecidas, construyendo y legitimando un mundo que se contrapone al socialmente aceptado. Con esta definición, no cabe duda de que Trump, Duque y Guaidó están chiflados, así como la cohorte que ha reconocido a este último como presidente de Venezuela.
Existe lo que se llama una Constitución, a la cual hay que sujetarse en todo Estado de derecho. Aquello que está fuera de ella no está legitimado. Entonces, ¿cómo es posible que reconozcan a Guaidó como presidente de Venezuela tras haberse autoproclamado al desgaire en un acto informal en una plaza pública de Caracas? ¿Qué norma legitima semejante barbaridad? ¿En qué se fundamentan sus aúlicos para legitimar tal despropósito?
No me refiero a que estén de acuerdo o no con el régimen bolivariano. Me refiero a las normas legales y constitucionales que, supuestamente, deben regir a los países civilizados.
Uno puede estar a favor o en contra del régimen bolivariano, pero eso no justifica violar los más elementales principios de la civilización, que es el acatamiento a unas normas jurídicas y a una constitución legalmente establecida.
En concordancia con tal disparate y como desarrollo de esta insólita proclamación, aparece un contrato comercial, sujeto a normas jurídicas, para adelantar una acción mercenaria con fundamentos mercantiles, donde se acuerda secuestrar al presidente de la República Bolivariana de Venezuela, o asesinarlo, así como a diez de sus colaboradores, mientras que los que legitimaron la arbitrariedad de aceptar la presidencia sin elección de Guaidó guardan cómplice silencio.
No me cabe nada de esto en la cabeza y no sé si la naturaleza, por esas conexiones magnéticas que desconocemos, le dio por ponerse a la orden de este estado, no de derecho sino de chifladura, y nos lanza el coronavirus. Tal para cual.
Lawfare, fake news y madness kingdom —si así podemos llamarlo— es a lo que nos estamos enfrentando. ¿Saldremos todos locos de esta pandemia sumida en una chifladura de Estado, de normas comerciales para asesinar y de propósitos esquizofrénicos para apoderarse de un gobierno?
La única vacuna para luchar contra esta locura de la política mundial, dominada por los Estados Unidos con asesores como J.J. Rendón, es aplicar el principio de “quédate en casa”, que es el mensaje que ha de enviársele a Maduro quien, con un temple a toda prueba, ha navegado en este mar de locos por senderos tradicionales, que necesariamente le ponen orden y entendimiento a este desequilibrio generalizado de los dueños del poder mundial.
Con ocasión del día de la madre, no me queda sino invitar a quienes estamos triturados en este remolino de dementes a que gritemos: “auxilio, mamacita”.
