El obispo de la Diócesis de Quibdó interrumpió sus retiros espirituales para protestar contra la distorsión a la verdad histórica que el Canal RCN ha hecho del doloroso caso de Bojayá, simplemente para conseguir audiencia. Todos los religiosos de la Diócesis firman este comunicado en protesta contra la serie de televisión del canal RCN Los tres caínes que ha tergiversado descaradamente los trágicos hechos de la masacre de Bojayá ocurrida el 2 de mayo de 2002. Con este documento, la Comisión de Vida, Justicia y Paz de la Diócesis de Quibdó quiere defender el derecho de las víctimas a conservar la memoria de sus sufrimientos con fidelidad y sin manipulaciones.
Diócesis de Quibdó
Gobierno Eclesiástico
Comunicado de la Diócesis de Quibdó
LOS TRES CAÍNES EN BOJAYÁ
“La verdad os hará libres” (Jn.8,32)
En la serie “Los tres Caínes” que en el mes de junio fue vista por miles de colombianos en el Canal RCN, hay muchas tergiversaciones y errores históricos inaceptables. La Diócesis de Quibdó quiere hacer aclaraciones para beneficio de la comunidad chocoana y de Colombia en general, para evitar que después de once años se olvide la verdadera historia.
En los capítulos sobre la masacre de Bojayá que costó la vida a 79 personas —incluidos 44 menores de edad— esta serie comercial se basa en los testimonios malintencionados de los responsables de los trágicos hechos que enlutaron al Chocó, al tiempo que desconoce el punto de vista y el relato de las víctimas sobre los reales sucesos del 2 de mayo del 2002. Al hacer la serie faltó una investigación más profunda, no se recogieron testimonios de sobrevivientes, se distorsionó el papel profético de la Iglesia y el valor de la comunidad civil en medio de la guerra. El libreto muestra a guerrilleros y paramilitares aguerridos, una Iglesia cobarde, una comunidad débil y unos hechos erróneos.
La verdad es que la Iglesia chocoana fortaleció su trabajo apostólico desde los años 80 impulsando las organizaciones campesinas y la promoción de los Derechos Humanos ante el conflicto armado creciente en la región. Estas organizaciones y el valor civil de los campesinos fueron claves para mitigar el impacto de la guerra. La Iglesia fiel a su compromiso evangelizador —a pesar de las críticas- acompañó siempre a las comunidades, animó a sus líderes, acompañó a los resistentes, acogió a sus desplazados, interpeló a las instituciones, apoyó los retornos, denunció los abusos de todos los grupos armados, legales e ilegales, y selló su compromiso con la sangre de varios religiosos martirizados por los paramilitares en el Atrato. Fue este compromiso valiente con los humildes del Chocó lo que le valió el reconocimiento de la sociedad colombiana, que le otorgó el Premio Nacional de Paz en el año 2005.
La Iglesia y las organizaciones comunitarias manifestaron en reiteradas ocasiones su rechazo a la presencia de las guerrillas de las FARC y los paramilitares en la región, denunciando sus abusos y advirtiendo sobre los riesgos de la confrontación armada en medio de la población civil. Unos y otros hicieron caso omiso. Por otro lado, también se hicieron repetidos llamados a las instituciones del Estado para que hicieran presencia efectiva en el lugar. Se denunció la connivencia de la Fuerza Pública con los paramilitares y a finales de abril se dio la alerta temprana sobre el enfrentamiento inminente.
Muchos habitantes de Bellavista decidieron libremente refugiarse en el templo parroquial y en la casa de las misioneras Agustinas buscando protección. Los habitantes rechazaron los intentos de los paramilitares de refugiarse también allí y de usarlos como “escudos humanos”. Los misioneros de Bellavista enfrentaron con valor profético –unidos a los líderes del pueblo- los abusos de los actores armados. Ellos llamaron en vano la atención a las FARC sobre el riesgo de usar armas no convencionales apuntando en dirección a los lugares en donde se refugiaba la población indefensa.
Esta verdad debe brillar ante la manipulación de la memoria histórica, para beneficio del pueblo, de sus organizaciones y para hacerle honor a sus mártires. Ojalá nuevas producciones más comprometidas con la verdad puedan registrar la memoria de las víctimas y hacer claridad para que un capítulo tan doloroso como este no se repita en nuestra historia.
¡Rechazamos la manipulación de la historia del pueblo chocoano!
¡No al olvido y a la pérdida de la memoria histórica de nuestro pueblo!
Que el Dios de la vida siga bendiciendo nuestro compromiso evangelizador.
Quibdó, en la fiesta de los Apóstoles Pedro y Pablo de 2013.