Los trabajos del histrión

Los trabajos del histrión

Más que un tinglado, el mundo se ha vuelto un circo, por lo que vale la pena darle un vistazo a esta mirada

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
octubre 29, 2019
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Los trabajos del histrión
Foto: Twitter @realDonaldTrump

He leído decenas de veces las formas osadas y creativas en que Hércules devastaba los enemigos contra los cuales enfrentaba las tareas que deberían ser de los dioses. Indudablemente la más impresionante es la de su propia muerte. Es un final de película que Hollywood jamás ha igualado en perversidad mítica: Hércules muere inducido por Deyanira su tercera esposa a usar la capa que subrepticiamente Neso le ha regalado empapada con la mefítica sangre. Deyanira no la usa para sí a pesar de sus supuestos poderes afrodisíacos. Prefiere suscitarlos en su marido y esperar que vaya a sus brazos, que imagina traicionados por furtivas amantes del héroe. Todo es una ensarta de delicadas tramas para vencer la astucia. Y Deyanira es el nombre perfecto que Neso conocería.     

Ivan Krastev y Stephen Holmes escriben La luz que falló, del cual The Guardian hace un resumen para sus lecturas largas de fin de semana. Según el artículo luego de la caída del régimen soviético y de las Europas central y oriental sucedió una Era de la Imitación; nuevas repúblicas o anexadas parecieron adoptar que mientras más rápido se perecieran a occidente mejor les iría. Hoy se ha desvanecido como por encanto el embrujo. El capitalismo les ha fallado y como reacción esas sociedades ha sido pasto de los amaños populistas de derecha, todavía más aviesos y mentirosos.

En el camino de parecerse más a occidente luego de la caída del muro la gente que huía no tenía que esperar. Disueltas aquellas sociedades, ingentes masas de jóvenes no tenían que esperar a que sus anteriores países, ahora anexados, se parecieran a occidente, simplemente migraban a obtener más rápido las delicias de poder hacerse ricos lo cual deterioró lastimosamente el mejor capital que tenían para alcanzar su desvelado sueño en su propio terruño. Tras aquella ola de migrantes otra ocurrió pues empezaron a llegar migrantes de otras latitudes no europeas. Sencillamente cundió el horror. Esa es la historia corta. 

En algunos países también fue certero decidir que mientras más se parecieran a Estados Unidos mejor les vendría. Las crisis posteriores a 2008 acabaron con esa certidumbre. Pero algo ocurrió al final de ese período: devino la Rusia de Putin y la China de Deng Tsiao Ping cada cual en su propia desmesura. 

Así se sintetizan ahora los trabajos del histrión: “A través de este prisma, la revolución de Trump representa un cumplimiento irónico de la promesa de que las naciones que salen del gobierno comunista se parecerán a los Estados Unidos. En un extraño giro, Trump ha elevado a la Rusia de Putin y la Hungría de Orbán a modelos para los Estados Unidos”.

“Escrito por dos intelectuales preeminentes que unen la división este/oeste, The Light that Failed es un libro histórico que arroja luz sobre la extraordinaria historia de nuestra Era de la Imitación”.

Lo que el libro podría estar describiendo es que mientras los países de detrás de la cortina de hierro quieren parecerse a los Estados Unidos, este país liderado por Trump quiere parecerse a las ruinas heredadas de la caída de tal cortina.

Es como si Trump se estuviera poniendo la túnica que le regala a su esposa Melania el centauro Neso. Después de destruir al supuesto fantasma del comunismo, este le regala una capa y el histrión imbuido de su propia soberbia y ambición arde y se consume. La túnica se la habría puesto en Ucrania y desde ese momento arde en la cámara ardiente demócrata de los Estados Unidos. 

Ahora bien, ¿de dónde devienen tantas atrocidades juntas?

Quizás deberíamos detenernos en ese epíteto de la Era de las Imitaciones. Todas las sociedades han pasado a estar dominadas por histriones que son perfectos para imitar. Y el mundo se vuelve más que un tinglado, un circo. Y ahora, estando en plena era, a cual más quiere imitar a Trump, entregándole nuevas tareas a este histriónico Hércules.

Obviamente, en Colombia no podíamos quedarnos atrás. Las pasadas elecciones presidenciales son muestra inequívoca de que además de títeres anunciados, antes de la llegada de estos, su salida la preceden los maromeros: tal cual Gaviria con su triple salto mortal hacia atrás para pescar una embajada para su ¿exesposa? en el país de las momias. Nadie ha investigado por qué la ha enviado hasta ese sitio mientras él se solaza en Colombia. Y qué me dicen de ese acto hacia la carcajada más estentórea de Vargas Lleras remitiéndole su programa de Gobierno a Uque para su implementación. No se ha visto acto más iluso y estrambótico en la política de ninguna parte del mundo conocido y por conocer. Miles de veces me he retorcido de la risa solo con suponer que Uque ha tomado tal mamotreto inverosímil entre sus sonrosadas piernas y ha empezado a leerlo voluptuosamente sentado en el inodoro. ¿O será que Uque lo remitió a su vez al expresidente del Congreso para que hiciera prácticas de lectura por radio Sutatenza? Faltan todavía actos de este sainete.  

En el cuadro de Zurbarán se acoge el momento en que Hércules hace uso de aquella túnica. En alguna parte Deyanira lo estaría esperando dispuesta a entregarle sus amores que ha imaginado depuestos en alguna amante furtiva de su marido. Hércules arde pero no de pasión, a no ser que la muerte sea una de ellas, la más inconfesa, perversa y última. La muerte es como Neso: asiste a su crimen. Es ignominioso que mientras Hércules muere asado, Zurbarán permite que Neso huya por entre las brumas. He allí el genio.

La huida de Neso, o el fantasma que queda de él, es la mayor expresión de la atmósfera umbrosa de la venganza, y soportaría la tesis penalista de que el criminal regresa a la escena de su obra. El primer plano describe al héroe a punto de caer pero todavía incrédulo de decaecer en su propia casa. ¿Cómo hubiera podido sospechar que allí estaba Estigia y debía devolverse sobre sus propios pasos, su principal trabajo? Con el desparpajo semiótico de Zurbarán, Hércules ocupa el centro del cuadro como si fuera el sujeto de la historia y no de un crimen. Cuando Trump abraza a Putin tomándolo como la máxima expresión del poder omnímodo que desea, ¡oh, su intríngulis mafioso! cualquiera puede leerlo como la venganza de aquellos pueblos del mundo, otrora inflados por la ilusión del socialismo, que fueron destrozados por la mentira de las ventajas del capitalismo.

Ahora que el socialismo ha dejado de ser una ilusión, los capitalismos luchan por no ser la peor desilusión: acabar con la vida en la Tierra.

Entonces las posibilidades de una relectura de la Revolución Americana y de la propuesta de un Green New Deal, ni son extemporáneas ni ilusas. Caben dentro de las opciones plausibles y deseables sobre todo si se basan en la defensa de la vida en la Tierra amenazada.

Si los Estados Unidos pasaran a ser el modelo, luego de la caída de Trump, China no se queda atrás: su defensa a ultranza del medio ambiente en su extenso territorio es sintomático de estarse volviendo interesante la futura contienda.

Mientras tanto el debate en Europa está que arde. Millones de toneladas de tinta corren a raudales por un continente que sabe pelear y sobre todo, reconoce las desdichas e inutilidades de las guerras. Miles de muertos fueron pasto. Su sacrificada sangre inútil es una afrenta que Europa quizás nunca jamás quiera encarar. Volvieron a lo mismo, o peor. Ya casi se sacuden de la afrenta neoliberal, liberal, y otras denominaciones. De esta parte del mundo esperamos. 

Acá estamos perdidos. Ni siquiera se debate. La prueba: las elecciones de mañana.

Notas. En Google encuentro como significado: “Deyanira proviene de los vocablos 'deioo' que quiere decir 'aplastar' y 'aner', 'hombre'. Su nombre puede significar “aplastadora de hombres” o “la mujer que ha vencido a los héroes”. Era el nombre de la tercera esposa de Zeus, según la mitología”. Indudablemente Hércules no era ducho en filología griega. Pero, más allá de ello y de Darwin, ¿cuál es la mujer que no aplasta a su marido?

Solo este episodio acogería Pangloss en su época para regalarnos sus célebres acotaciones sobre qué hay en un nombre.   

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