¿Cuáles son los temas que dividen a los colombianos? preguntó con sinceridad un ilustre visitante que conoce poco el país, pero tiene interés en el proceso del primer gobierno de izquierda. Como era difícil lograr un consenso entre los contertulios, de diversas tendencias, matices y profesiones, el visitante trató de precisar el sentido de su pregunta: ¿Esto va para lo de México o para lo de Venezuela? ¿O no pasará nada y en 2026 Colombia tendrá un Milei o un Bukele? ¿O habrá continuidad con alguien del petrismo? ¿Hay más opciones?
Si, dice uno de los pesimistas. Qué para neutralizar su golpe blando Petro se dé un autogolpe, suspenda las instituciones que le estorban y monte su constituyente con el pueblo que lo apoya para eternizarse en el poder. “Este es el escenario Venezuela, que es ciencia ficción para Colombia”, brincó un miembro del partido Verde del ala gobiernista. “Petro no va a hacer eso, es un demócrata. Le pasaría lo de Castillo en Perú.” ¿Por qué? Pregunta el interesado.
Porque no ha dado ningún paso en ese sentido, responde un joven politólogo estrenando algún master y agrega que “no tiene respaldo para tomar medidas arbitrarias porque no controla las fuerzas de seguridad ni cogobierna con ellas nombrando generales en los cargos clave para hacerlos parte del proceso como en Venezuela; ni ha organizado un partido como el PSUV para estructurar el respaldo popular y desestructurar a la oposición.” Pero, dice, sobre todo porque el barril de petróleo no está a 100 dólares, ni, aunque lo estuviera la producción colombiana alcanzaría para repartir subsidios y crear una potente clase emergente. “Eso ocurrió en Venezuela, alrededor de un modelo que se apropió de la riqueza pública petrolera para repartirla entre sus seguidores.”
Aquí tenemos oro y coca que hacen las veces del petróleo, pero para desestabilizar cualquier modelo oficial porque el control lo ejercen bandas sofisticadas de crimen organizado. Se enriquecen de tal forma que controlan zonas e instituciones y construyen bases de apoyo cooptando a la población repartiendo algunos beneficios e intimidando a las autoridades e instituciones que se opongan. Es un actor que en algo se parece a las poderosas bandas delincuenciales México que AMLO prefirió desconocer y darles abrazos en vez de balazos. “Aquí Petro quiere legalizar a la delincuencia organizada” salta la única uribista de la reunión. Con tal de invertir el orden, prefiere sumarlos.”
Nuestro extranjero, con prudencia diplomática impide que la polémica se vuelva emocional. Él duda que Petro sea impopular. Lo respalda un alto exfuncionario del Ministerio de Agricultura quemado en las peleas interna del P.H “…está a punto de aprobar la reforma pensional, la educativa y la laboral. Le aprobaron la jurisdicción agraria que es importantísima. La reforma a la salud la está haciendo de todas formas y los capitales privados se retiran del negocio con el rabo entre las piernas porque saben que es cierto, que volvieron la salud un gran negocio para ellos.” No contento, aumenta su visión: “¿Cuándo negros había visto el país gobernando, de VP, canciller o ministra de Educación? ¿O una indígena embajadora en Naciones Unidas? ¿Cuántas masacres, falsos positivos o violaciones a los DH se han cometido en este gobierno? Si hay cambios. ¡Lo que pasa es que la derecha y los medios hacen una oposición muy verraca!”
“Si de verdad existiera un gran movimiento o una indignación colectiva contra las instituciones, bien porque la gente cree que la oligarquía impide las reformas o bien porque está desesperada con la pobreza, Petro ganaría,” dice un periodista de un portal digital. El economista advierte que es afín a Fedesarrollo y afirma que en Colombia la riqueza que redistribuye el estado proviene en un alto porcentaje de los impuestos que paga el sector privado. “Una cosa es apropiarse de PDVSA y otra expropiar a terratenientes y empresarios que han construido su riqueza, así sea con ventajas del estado. La colombiana es una clase dirigente con una larga tradición en proteger sus intereses y propiedades. En Venezuela la resistencia se fue a Miami. Acá se quedan, arman grupos de autodefensa y desestabilizan al gobierno que los amenace.”
“La colombiana es una clase dirigente con una larga tradición en proteger sus intereses y propiedades. En Venezuela la resistencia se fue a Miami”
El experto en encuestas corrobora que la indignación y la frustración que se percibe es hacia el gobierno. Los empresarios son el sector que más confianza genera en el país. Si bien es cierto que la oposición está fragmentada en decenas de partidos y tendencias y tampoco tiene un gran apoyo, si ha caído el respaldo y la popularidad hacia Petro, en especial entre los jóvenes. Desde la derrota en las elecciones locales de octubre, los indicios son claros. La percepción, aun entre los seguidores del Pacto, es que las promesas se empantanaron.”
Dice que unos excusan al gobierno porque no estaba preparado para gobernar ni sabe ejecutar o administrar la kafkiana burocracia nacional que se engolosina saboteando los planes y acciones del “petrarca”. Se aprovechan de la falta de equipos técnicos del gobierno y a su vez este se empeña en imponer reformas como si tuviera mayorías. “Es un gobierno que se choca una y otra vez contra las paredes sin aprender, sin ajustar o tranzar una ruta para el cambio posible”. Es lo que percibe el profesional en percepciones.
¿Van a ser entonces cuatro años perdidos para el cambio que necesita Colombia? Pregunta el extranjero. ¿Van a seguir las desigualdades? ¿La tasa de pobreza? ¿El abandono de las regiones? ¿La inseguridad y la inestabilidad con guerrillas y bandas delincuenciales fortalecidas? ¿Los negros volverán al Chocó y al Cauca y los donnadies a las marchas y los bloqueos? ¿Volverán los falsos positivos de Uribe y los bombardeos indiscriminados? ¿Los ricos respirarán tranquilos de nuevo? ¿El Clan de Golfo tomará el lugar de los antiguos carteles de Cali y Medellín?
Esta retahíla de preguntas nos recordó a Malcom Deas con su agudeza británica y su método socrático que cuestionaba las verdades de sus contertulios. Con su particular lenguaje cachaco pronunciado en dicción de lengua inglesa, Malcom hacía evidente la necesidad de reflexionar más y más para llegar a análisis a veces más profundos, a veces más sorprendentes a veces más evidentes, aunque a los colombianos nos cuesta reconocerlo.