Jinshin Jiko traduce “accidente por cuerpo humano”, siendo el eufemismo utilizado en Japón para anunciar una interrupción en el servicio del tren, debido a un suicida que saltó a la vía. Con un promedio de 5 casos diarios (1.900 anuales) en el país asiático, no es tan infrecuente ir en un tren que para repentinamente, mientras el altavoz anuncia la fatalidad de esas dos palabras.
Diera la impresión que el término Jinshin Jiko ha desplazado el foco de la terrible historia de un suicidio, a la preocupación de la detención del tren. Las compañías ferroviarias activan una serie de protocolos en el momento que identifican un caso de Jinshin Jiko para que el tren vuelva a marchar lo antes posible. Estupefacta leí la entrevista a un funcionario, quien comentaba con orgullo cómo su compañía podía hacer que un tren volviera a trabajar en 15 o 16 minutos, siempre y cuando el cuerpo no estuviera enredado en las vías. En ese caso, la demora podía ser de hora y media.
Aparte del dolor que enfrentan los familiares del suicida de tren, existe un trauma adicional: deberán pagar una multa millonaria impuesta por la compañía ferroviaria, para compensar los retrasos y gastos incurridos por el paro, tanto de la empresa como de los viajeros. En una entrevista que le realizaron al vocero de una de las compañías, confirmó que hacía el envío de estos cobros a las familias, pero no de inmediato sino al mes del incidente, respetando así el duelo de los allegados.
Hace algunos años se hizo conocido el caso de un adulto mayor, quien accidentalmente cayó a la vía del tren en una estación de gran afluencia de pasajeros, y en uno de los horarios de mayor tránsito. El paro de los trenes ocasionó varias quejas y demandas por parte de los viajeros afectados por la demora. La víctima tenía diagnóstico de Alzheimer, y por orden médica debía estar bajo estricta vigilancia de forma permanente. El día del accidente su cuidador se quedó dormido. El anciano salió de casa sin rumbo fijo hasta llegar a la vía del tren, donde caminó, resbaló y ocurrió el mortal accidente. Después de varios meses de pleitos en los tribunales, la justicia impuso una millonaria multa a la familia del anciano por los daños y perjuicios, alegando el descuido del cuidador frente a la orden médica.
Muchos conciben al suicida de tren como un transgresor social que incomoda y crea una carga agobiante entre los ciudadanos a favor de una expresión egoísta. El gesto de multar a la familia, además de ser una medida que compensa los gastos por el paro ferroviario, parece tener un gran peso simbólico en un país que prioriza el bien colectivo sobre el particular. Algunos podrían interpretarlo como un acto de extrema crueldad frente a los familiares; pero algunos otros aducen que es una técnica de persuasión, para que la persona lo piense un poco más antes de quitarse la vida.