Aleluya, aleluya. Si, así como lo estamos anunciando, es el despertar del sufrido pueblo sucreño que en sus 51 años de vida política- administrativa son más las cosas malas que las buenas que podemos contar. Su clase política corrupta y nepótica se vanagloriaba de mantener en la ignorancia y el ostracismo a nuestra población, mostrando su complacencia por los altos índices de desempleo, la falta de educación incluyente y miseria absoluta que era el ápice y la semilla para la compra de votos, es decir, la miserable compra de conciencia.
Afortunadamente, el despertar fue tarde, pero bienvenido sea. Ya estamos cansados de tener en nuestras cárceles tantos gobernadores, alcaldes, diputados, concejales, contratistas y funcionarios del común. Ellos de todas las estirpes sociales y edades y lo que es peor, esa corrupción y nepotismo son expulsados cual placenta efímera, que no cumplió con su papel de proteger al feto de bacterias e infecciones dañinas, sino por el contrario, en esos nuevos partos, se desarrollaron los engendros de la política sucia y rastrera, que desgraciadamente, la placenta, no pudo erradicarles el pesado lastre de la ignominia pura y devastadora.
Varios son los casos a tratar. El gobernador de Sucre Edgar Martínez Romero tomó la fatal decisión de entregarle las riendas de su gobierno a su sobrino Carlos Espinosa Martínez para que aspirara al Senado y este, sin ninguna clase de escrúpulos, cambió el eslogan de campaña de su tío de “Sucre cero corrupción” por el de “Sucre progresa en paz”. Además, organizó el nuevo gabinete, con funcionarios propuestos por los políticos “enemigos” de dicha campaña y a sus amigos les dio un trato indigno, grosero y descortés. Hoy vemos los resultados, ninguno de los que entraron en dicha administración le hicieron campaña al sobrino. Recibieron las prebendas económicas y burocráticas y regresaron campantes a sus toldas, ayudando con ello al entierro político de los Martínez Romero y Espinosa, es decir, le pagaron con la otra cara de la moneda y hoy ello es el placer y hazmerreír de los que verdaderamente eran los amigos del gobernador.
Caso patético es el del exrepresentante, polémico y otrora “todo poderoso”, Yahir Acuña Cardales. Su esposa Milene Jaraba, después de perder la gobernación con Edgar Martínez, logró ascender a la dirección del partido Opción Ciudadana y con ello aspirar a la Cámara por el departamento de Sucre, obteniendo su curul con una efímera votación. Además, el señor Acuña, haciendo alarde de tener miles de votos, hizo alianzas con infinidad de candidatos al Senado, suponemos que todos ellos desembolsaron sus respectivos emolumentos económicos, entre ellos con la aspirante Ana María Castañeda, esposa de su archirrival y enemigo declarado, el senador liberal Mario Fernández. También efectuó alianza con el representante a la Cámara y aspirante al Senado, Nicolás Guerrero, y con el aspirante a la gobernación Carlos Espinosa Martínez. Los votos de Yahir no aparecieron y los citados se encuentran ahogados río arriba, en la “boca del cura mojanera”, “atollados de taruya” y sin nadie que los rescate.
Lo que los sucreños no han podido entender es la razón por la cual el senador liberal Mario Fernández Alcocer decidió inscribir a su esposa por Cambio Radical, siendo él uno de los actuales senadores liberales y de las entrañas del infante Simón Gaviria Muñoz. Algo raro sucedió o va a suceder por semejante desafuero político.
De los senadores electos que nos quedan, sus votaciones demostraron que los sucreños no los queremos, salieron electos los hermanos Guerra de la Espriella, Antonio “Toño” (el del clan del Buldozer con Odebrecht) y María del Rosario, el primero su votación en Sucre no pasa de los 18 mil votos y la segunda de unos irrisorios 2 mil y unos cuantos triste votos, demostrando que sus trabajos están encaminados más a otras secciones del país y no a su terruño, pero su familia sí han hecho parte de los múltiples actos de corrupción en el país y los famosos robos a sucre.
¡Gloria al pueblo sucreño! Ya estamos despertando, ya era hora, ni un paso atrás…