Los Solarte, los hermanos pastusos vueltos los reyes de las carreteras en Colombia

Los Solarte, los hermanos pastusos vueltos los reyes de las carreteras en Colombia

El escándalo de Odebrecht que también los tocó puede fracturar el emporio vial que construyeron Carlos Alberto y Luis Héctor Solarte en 40 años de trabajo

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mayo 14, 2018
Los Solarte, los hermanos pastusos vueltos los reyes de las carreteras en Colombia
Foto: archivo cass constructores

Nacieron en Guaitarilla, un pequeño pueblo de Nariño y no eran tan pobres como han dicho. Carlos Alberto Solarte y Luis Héctor vivían en el sector del pueblo nuevo, camino del empedrado en una casa antigua de muros altos de tapia, tejado de barro, andenes amplios, pesebrera y solar de casi media hectárea en donde tenían una porqueriza. Cada vez que le sacaban tiempo al colegio, le daban una mano para cuidar los cerdos, el negocio de la familia.

Arturo, el mayor de los Solarte, quien ya se había hecho un camino con molinos de trigo para la producción de harina, como otros nariñenses, incluido Arcesio Paz el fundador de Harinera del Valle, fue el apoyo de los hermanos. Les facilitó continuar sus estudios en Popayán donde viajaron a estudiar ingeniería civil en la Universidad del Cauca. Pronto trabajaron en obras civiles y empezaron a formarse como ingenieros en el terreno como residentes de obra de grandes empresas de ingeniería de la región como Conciviles. De allí salió a armar con su hermano Luis Héctor en 1966 a, su propia compañía y arrancaron con una primera licitación: la construcción de 10 kilómetros de carretera entre El Tablón y las Mesas en su tierra, Nariño.

Avanzaron despacio. Solo en 1983 logaron un primer contrato grande: la rehabilitación de 100 kilómetros de la carretera entre Pasto con Rumichaca, en la frontera con Ecuador. Construir en tiempos de la guerra era un doble desafío y Nariño y el suroccidente fueron unos de los epicentros. Los Solarte se templaron en las dificultades. Fueron apuntalándose como compañía constructora y uno a uno fueron llegando los contratos: la malla vial del Valle y Cauca; las carreteras Girardot-Espinal-Neiva; la vía Briceño-Sogamoso y la doble calzada Buga-Buenaventura los posicionaron ya no solo en la región sino en las grandes ligas de la ingeniería, hasta terminar de socios de Luis Carlos Sarmiento Angulo, como ocurrió con una participación minoritaria en la Ruta del Sol.

El emporio vial  de los pastusos parecía inquebrantable, pero las bases de la compañía no resultaron tan sólidas. Con la muerte de Luis Héctor, el timonel, en mayo del 2012 la compañía sufrió un primer golpe que los puso a tuvo tambalear. Tenía 63 años. Los Solarte ya tenían el 13% de las concesiones viales del país pero la unidad familiar que supuestamente respaldaba la empresarial resultó frágil. La presión de los sucesores de Luis Héctor, con la viuda Nelly y su hija Maria Victoria a la cabeza, forzaron la ruptura de la sociedad y Carlos A. Solarte se independizó junto a su hija Paola Fernanda y abrieron oficinas propias en el kilómetro 21 de la Autopista Norte.

Los días de gloria de los hermanos Solarte, jugando en el tablero de las grandes concesiones con parque de la maquinaria más grande del país con 2.600 unidades que los convirtieron en unos de los mejores clientes de Caterpillar en América Latina, forman parte del pasado. Además de la división empresarial que los debilitó, un inmenso nubarrón que se cierne sobre la nueva sociedad CAS Constructores que estructuró con su hija Paola Andrea Solarte. Por cuenta de la Concesionaria Ruta del Sol en la cual entraron como socios junto a la brasilera Odebrecht, Episol/Corficolombiana, los Solarte tienen encima la lupa de la Fiscalía que ya mandó a la cárcel a José Elías Melo, el presidente de Corficolombiana, por haber presuntamente utilizado coimas para lograr la concesión en ciertas condiciones. Solarte ya estuvo dando explicaciones en la Fiscalía.

Pero esta no es solo la obra que los puede enredar por sus alianzas con Odebrecht. Se trata del proyecto del túnel Tunjuelo-Canoas adjudicado en el 2009. Los Solarte están vinculados con este proceso judicial cuestionado incluso desde su adjudicación. En su momento directivos del consorcio francés Soletanche Bachy Cimas, que competían por el proyecto, denunciaron que funcionarios del Acueducto de Bogotá habían pedido hasta el 8% de sobornos de un contrato que llegaba a los $244.363 millones. La cadena de funcionarios judicializados en larga pero las audiencias de imputación de cargos se han postergado reiterativamente en los últimos ocho meses.

Para un constructor entrar en el radar de la Fiscalía es una alarma complicada especialmente para los créditos que necesitan del sector financiero y de quedarse ilíquidos empezaran los incumplimientos y las multas, con lo cual se explica la decisión que ha dado a conocer el diario La República sobre la puesta en venta de su participación en cinco megaproyectos de cuarta generación (4G): Las que tienen en 4G son: Remedios-Zaragoza-Caucasia; Santander de Quilichao-Popayán; Santana-Mocoa-Neiva; la iniciativa privada (IP) Vía al Puerto; y Bucaramanga-Pamplona. Las obras que tienen con el Invías son: Corredor del Sur; San Miguel-Santa Ana; la Perimetral de Mocoa; Túnel del Toyo; Carretera K15-Tierralta-San Pedro de Urabá y una participación en la terminación del Túnel de la Línea.

Según el mismo informe de La República varias empresas extranjeras estaría interesadas en participar en los proyectos 4G. Se habla de muchas negociaciones en privado para evitar afectar la credibilidad de las compañías y se han mencionado como posibles oferentes a John Laing Capital Management (EE.UU.), Roadis (España), Globalvía (España), Marubeni Corporation (Japón), Abertis (España), y McQuaire (Estados Unidos), entre otros. También se sumó a la puja la empresa Sacyr.

Los Solarte y Carlos Alberto y su hija en particular, han mostrado habilidad para superar escollos y esta puede ser para ellos la oportunidad de reestructurarse financieramente como compañía, sanear deudas y ponerse al día con proyectos en los que han resultado vencedores pero que no han podido poner en marcha. Unas movidas de alta cirugía de las que dependen el futuro de 40 años de trabajo.

 

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