En Acandí, población chocoana ubicada al noroccidente del país el tiempo parece haberse detenido. Sus calles, la mayoría sin pavimentar, fungen como mudos testigos del abandono y el olvido de un Estado que salvo por la Registraduría municipal, hace que el pueblo se asemeje más a un Haití, incluso, a alguna perdida población sudafricana, que a un pujante pueblo colombiano de esos de comienzos del siglo XX.
En esas mismas calles transcurrió la infancia del médico Edgar Torres Prestan, hijo menor y único hombre entre los cuatro hijos de doña Ruth María Prestan, una mujer para quien el tiempo, -igual que para su pueblo- se detuvo hace tres años, tras el secuestro de su “muchacho” a quien guerrilleros al parecer del ELN se lo llevaron un día de septiembre de 2013 cuando se desplazaba en una embarcación por el río San Juan, en Chocó.
Hoy doña Ruth aparenta tener 70 o 75 años; pero quienes la conocen saben que solo tiene 58, y afirman que los tres años que lleva sufriendo la ausencia de Edgar, le envejecieron notoriamente, y no solo en su cuerpo, sino parece el alma se le está yendo despacito entre latido y latido, entre súplica y suplica y entre lágrima y lágrima.
Era su "muchacho", el menor, el que soñaba con ser médico para pagar a su madre el sacrificio casi sobre humano que hizo para darle su carrera, y para ayudar a sus tres hermanas. Esto sin contar que Edgar aún no conoce a su hija, la niña que él esperaba con ansias antes que la guerrilla se lo llevara, y la que hoy en medio de la inocencia de sus casi cuatro añitos, marcha con todo el pueblo de Acandí para reclamar la liberación de su papito.
Debo admitir que aun cuando un periodista no debería permitir que la noticia lo afecte, mi diálogo con la hermana del médico Edgar Torres me generó un apretón en la garganta y un cierto escozor en el alma.
Y es que durante los escasos quince o veinte minutos que duró mi charla con Elvira Torres Prestan, hermana mayor de Edgar, debí interrumpir varias veces la entrevista porque el llanto le ahogaba la voz mientras me iba desgranando el calvario que ha vivido su familia, en especial su madre, de quien reitero, parece que se le está yendo la vida sin tener si quiera una prueba de supervivencia de su hijo.
“Vea don Leonel, para nosotros como hermanas mayores de él, no ha sido fácil saber que un hombre bueno como mi hermano, que ama a su familia y que ama su profesión, hoy estés siendo víctima de una guerra en la que él no tiene nada que ver. Él estaba prestando su servicio social como médico rural y en su corazón solo había un montón de sueños por realizar” Es lo que Relata Elvira mientras se le quiebra la voz a medida que responde mis preguntas.
-En una población tan pobre como Acandí, ¿cómo se logra sacar a una persona como médico, siendo esta una carrera tan costosa?
* Vea, lo de mi hermano fue una proeza de mi mamá; él no tuvo beca, todo fue con sacrificio, hizo la carrera de medicina en la Corporación Universitaria Rafael Núñez, en Cartagena viviendo en casa de su abuela, y lograba sostenerse con lo que mi mamá le enviaba, producto de hacer vendajes, chorizo, morcilla, y hasta vender marranos, plátano y toda suerte de trabajos. Incluso, los últimos semestres casi no logra terminarlos por falta de dinero, al punto que tuvo que hacer un crédito en el ICETEX, y hoy a mi mamá le están cobrando esa deuda que supera los 17 millones de pesos. Él estaba trabajando como médico para la corporación Baloa, y esta le debe alrededor de 30 millones de pesos porque su contrato era por un año, pero hoy sus patronos se lavan las manos y dicen que no le pagan porque aunque esté secuestrado, ellos se lavan las manos diciendo que mi hermano abandonó su trabajo.
-¿Cómo está ella, su mamá?
* Para ella tampoco ha sido fácil; su enfermedad la ha ido deteriorando día a día, su hipertensión y problemas de azúcar se complican minuto a minuto, no duerme y los días se le van llorando y envejeciendo. tenemos un doble calvario porque de un lado sufrimos por mi hermano y la incertidumbre de no saber si está vivo, o dónde lo tienen y cómo la está pasando. En segundo lugar, sufrimos por mi madre.
– El Gobierno ha anunciado que la condición para reiniciar los diálogos con el ELN la liberación del Ex congresista Odín Sánchez, sin embargo el nombre de su hermano Edgar no aparece en el ámbito de los medios. ¿Usted cree que haya en el país secuestrados de primera y de segunda clase?
*Pues dadas las circunstancias eso es lo que parece don Leonel. El Gobierno sólo habla del ex congresista Odín Sánchez, político importante y a quien ojalá liberen eso sí. Pero el Presidente de la República tiene que entender que mi hermano, y los otros secuestrados que tienen el ELN, y que están olvidados, pues también son colombianos, también son seres humanos y tienen una familia que sufre por ellos y ansía que un día regresen a casa.
-¿Qué le diría usted al ELN?
*Les diría que paren ya, que lo liberen. Que ellos como combatientes también tienen una familia que los espera así como las familias de los secuestrados esperamos y tenemos el derecho de tener a nuestros familiares de vuelta sanos y salvos.
-Un mensaje para quienes votaron NO en el plebiscito
*Que cedan por favor, que solo nosotros los que vivimos el calvario de la guerra y sus nefastas consecuencias somos quienes sabemos el valor que tiene la paz para los colombianos.
-¿Qué le diría usted al Presidente juan Manuel Santos?
*Que se ponga la mano en el corazón, que se apiade del dolor de mi mamá que se está muriendo. Que entienda que no hay secuestrados clasificados por estrato porque todos son colombianos y el Presidente tiene en sus manos el poder.
-A su hermano, si pudiera leer esta nota, ¿qué le diría?
*Que lo amamos, que lo extrañamos. que no desfallezca que él tiene una hija y una madre y unas hermanas que lo esperan. Que él conoce Dios y esto debe ser aliciente para que no desfallezca porque Dios es grande.