Gabo: los secretos revelados de su nueva novela

Los secretos revelados de 'En agosto nos vemos', la nueva novela de Gabo

Se dice que la novela no fue terminada. Pero Gabo la concluyó en 2004 y “tras llegar a la quinta versión (...) envió un ejemplar a su agente, Carmen Balcells”

Por: Hermes Tovar Pinzón
marzo 26, 2024
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Los secretos revelados de 'En agosto nos vemos', la nueva novela de Gabo

No soy un crítico literario, sino un simple aficionado a la buena literatura. Desde que llegué a este mundo de misterios, la Historia ha sido el lugar donde ha anidado el águila de mi espíritu y el cóndor de los Andes. Entonces, mis reflexiones sobre “Nos vemos en agosto” de García Márquez contienen los prejuicios de un Historiador. Me he aventurado a escribir estas notas porque considero que su edición ha estado rodeada de afirmaciones que, me parece, buscan condicionar al lector.

Se dice, por ejemplo, que la novela no fue terminada. Sin embargo, cuando García Márquez la concluyó el 04 de julio del 2004, “tras llegar a la quinta versión dejó de trabajar en la novela y envió un ejemplar a su agente, Carmen Balcells” (p.130). Entre 2005 y 2010, hizo al libro pequeñas correcciones y precisiones. Desde 1999 el autor había ido presentando en forma oral y escrita capítulos de su novela. Es indudable que, si un libro no se publica, es susceptible de correcciones eternas. Pero me parece que más que dejar sazonar la obra, el autor pudo tener otras razones para no publicarlo y sobre todo, para afirmar que “Este libro no sirve. Hay que destruirlo”, algo contradictorio al hecho de haberlo enviado a sus editores para su publicación.

En agosto nos vemos” es una novela sobre la infidelidad, pero vista no como reflexión de un problema global sino como un fenómeno personal y familiar. Por ello, la novela no puede compararse con Madame Bovary ni mucho menos con El amante de Lady Chatterley. Ni tampoco con El amante de Margarite Duras. Novelas que marcan rupturas afectivas de épocas diferentes. Y esto no se ve en “Agosto nos vemos”. Su visión es muy local y tal vez esto le preocupaba al autor. Su relato no compromete a la mujer ajena al matrimonio. Uno podría pensar que es una novela muy del carácter de los caribeños colombianos. Su visión sobre la infidelidad es estrecha, porque no se valora la decisión de una mujer, capaz de dar el paso que rompe la rutina cotidiana y el desgaste o la frialdad del matrimonio.

Al contrario, su personaje vive en un hogar sin conflictos a donde ella llega a proyectar sobre su esposo la carga moral de su pecado. Igualmente, la imagen de una mujer buscando el nuevo amor en bares y restaurantes para terminar con personajes anónimos en la cama, me parece un ejercicio machista que tiene muy poco de la estética de la infidelidad, una relación que debe fundarse sobre el respeto mutuo, y que debe estar sellada y cobijada sobre ese código que surgió en la Edad Media y que sigue vigente en la cultura occidental: Silencio, Prudencia y Mesura. Un código que contiene la ética del amor, la presencia oculta de lo amado y la fuerza de hacer de la ausencia una construcción de ilusiones apenas desbordadas al arribar a la isla del amor.

Puede ser que el autor proyectó su propia infidelidad escudándose en Ana Magdalena Bach para eludir su experiencia y revivir la borrosa gratitud de un amor imposible. O tal vez, era un homenaje que eternizara a aquella mujer que le ayudó a reconstruir los sentidos ocultos en los arrecifes de su sensibilidad.

Sin embargo, que el anónimo amante de Ana Magdalena, le haya dejado 20 dólares, puede ser un simbolismo que diferencia la prostitución de su decisión de compartir con su amante las responsabilidades derivadas de su propia infidelidad. Pero esos 20 dólares, molestan al lector.

Ni siquiera el afán de Ana Magdalena de encontrar a aquel hombre que amó y aun ama, para tirarlos a su cara,  alcanza a borrar este incómodo simbolismo propio de muchos machos. Y eso de describir a Ana Magdalena como una mujer frágil, buscando alguien no para amar sino para fornicar me parece otra visión machista. Y esa imagen pobre del amor es lo que hace frágil e intrascendente la novela.

Todo autor escribe libros buenos, excelentes y malos. Y este querer afrontar la infidelidad sin un conocimiento histórico de lo que ha significado para Occidente, ni le quita ni le pone a la importancia de su obra en general. Más bien, abre un debate a un tema vital en la historia afectiva del mundo de los colonizados, víctimas todos de una violación general y de una imposición formal acerca de cómo abrir los sentidos a la pasión, dejándoles apenas una isla del amor, en donde fundar los astilleros de la infidelidad.

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