En el momento de escribir estas líneas se desarrolla una nueva jornada de movilización dirigida por el que es quizás el sindicato más poderoso y mejor organizado de Colombia: FECODE. Esta vez, se pide un aumento salarial (o más bien, el cumplimiento de los compromisos adquiridos en las jornadas de movilización de hace apenas un año) y, sobretodo, la mejora del tétrico sistema de salud de los maestros. El tema de la educación es tan sensible que en sus jornadas de protesta los maestros suelen encontrar la solidaridad de una parte importante de la población colombiana. Quién lo puede negar, mejorar las condiciones laborales de los maestros, además de justo, implica también mejorar el sistema educativo del país, pieza clave para el desarrollo. El gobierno, mientras tanto, intenta negar la legitimidad de toda protesta social o reprimirla con violencia (Buenaventura, por ejemplo) hasta que la magnitud de las movilizaciones y la duración del paro lo obliga a negociar, así sea solo para firmar promesas que luego incumplirá.
Ha sido más bien sorprendente escuchar a algunos economistas oponerse al paro de los maestros usando los más variopintos argumentos. Si no fuera porque algunos de estos economistas han estado a cargo de diseñar algunas de las más importantes políticas públicas de este país, uno pensaría que se trata del comportamiento esperado de un reaccionario, como tantos que abundan en este país. Me referiré en particular a Roberto Angulo, “economista con experiencia en diseño y ejecución de política pública”, como lo cuenta el portal de la Silla Vacía, y Jorge Restrepo, director del CERAC y profesor de la Universidad Javeriana. El argumento que usan es el siguiente: la pobreza puede medirse mediante un conjunto de variables o “dimensiones”. La educación, la salud o la vivienda son unas de ellas. No asistir al colegio implica, “por lo tanto”, para un niño cuyos padres viven en la pobreza extrema, disminuir en su dimensión educacional y por ende no ir al colegio, durante el paro de maestros, lo hace más pobre. (Ver: https://twitter.com/RobertoAnguloS/status/867775746701488128) Nadie negará que la carencia de educación, en un país donde todavía hay una alta tasa de analfabetismo, es muy grave, pero el argumento se restringe a aquellos niños que están matriculados en un colegio, pero no pueden asistir a clases estos días de paro.
Este parece un sorprendente salto mortal argumentativo, pero aún hay más. Como algunos niños en pobreza extrema solo pueden comer en el colegio, no asistir a clases los pone prácticamente al borde de la muerte. Y los padres, sumidos en la miseria, no tienen con quién dejar a sus hijos y estos, sin nada más útil en qué emplear al tiempo, podrían estar poniendo en riesgo sus vidas al caminar por los muy peligrosos barrios de los extramuros de las grandes ciudades. El argumento concluye con la afirmación de que los maestros al negarse a ir a su lugar de trabajo estarían, en la práctica, bordeando el Código Penal. Sin darle más vueltas al asunto, el profesor Jorge Restrepo no ha dudado en pedir a la Procuraduría “iniciar de manera urgente procesos disciplinarios a los maestros en paro”. (Ver: https://twitter.com/JorgeARestrepo/status/868681332276301825)
Les sorprenderá saber a los profesores Angulo y Restrepo que los maestros tienen vacaciones. No deberían, si el argumento de volverlos responsables de la pobreza multidimensional tuviera sentido. Y les sorprenderá saber que cuando los niños no van al colegio porque los maestros están de vacaciones se someten a los mismos problemas (alimento y seguridad) a los que están sometidos estos días de movilizaciones. Esto es así porque las causas de la miseria, el hambre y la pobreza extrema hay que buscarla en otra parte. Por ejemplo, en las políticas públicas que se han diseñado en este país que permiten ese estado de cosas. Aún más, los padres no tienen con quien dejar a sus hijos durante el día ni ahora, en paro, ni nunca, porque seguramente no tienen trabajo fijo o, si lo tienen, deben atravesar la ciudad de un lado al otro y llegar a la casa bien entrada la noche. Incluso en las injustas vacaciones que toman los maestros estos padres no pueden atender a sus hijos, porque seguramente el sistema de seguridad social de Colombia se las niega.
A Angulo y Restrepo les sorprenderá también saber que normalmente FECODE repone en tiempo de vacaciones las clases perdidas durante el paro, y, en la práctica, los días de desamparo y hambre son los mismos. Si el índice de pobreza multidimensional disminuye no es por la asistencia o inasistencia al colegio, sino, como lo diría cualquier persona con sentido común, por el sistema económico que se aplica en este país.
Los profesores Angulo y Restrepo, en su pintoresca oposición a la movilización de los maestros, llegan a sostener que en periodo de vacaciones los índices de pobreza multidimensional disminuyen. Que alguien piense lo que quiera, así sea frívolo o estúpido, no es pecado; es un derecho, como también lo es el derecho a la protesta. Que sean profesores o “técnicos” es lamentable. “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”, declaraba Tancredi en el Gatopardo. Roberto Angulo, Jorge Restrepo y todos estos analistas que camuflan con cifras o teorías lo que es simplemente una visión conservadora de la sociedad quieren que nada cambie para que todo siga igual.