“Era un sábado en la mañana y cuando lo vi quedé estupefacto, estaba en el 96 por ciento en plena ciudad de Nueva York, las cosas se pusieron un poco raras y oscuras, y los pájaros dejaron de cantar y se mostraron inquietos…”, así con esa precisión, Charles Fulco, narra el primer eclipse solar total que vio en 1970, cuando apenas tenía ocho años, correteaba y brincaba, y pertenecía a los boyscout.
Y desde allí, esa pasión por saber todo sobre los planetas, extasiarse mirando las estrellas y leer todo lo que dijera la NASA nunca ha parado para este neoyorquino, quien entendió ahí igualmente a que se referían cuando hablaban de ‘totalidad’ en el mundo de los eclipses.
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Profesor de biología, astronomía y ciencias de un colegio de Brooklyn en Nueva York, Fulco se considera ante todo un cazador de eclipses. En las últimas décadas ha viajado por cuatro continentes y ha captado cinco eclipses solares totales y dos anulares. Entre los países que ha pisado están México, Australia, Argentina, Australia y China, entre otros.
Recuerda que en su infancia era un ávido lector que le gustaba devorar libros, pero para esa epoca no habian muchos relacionados con eclipses y “esas cosas”, y que sintió gran frustración porque desde ese 1970 cuando cambió su vida, por diversas razones solo pudo volver a ver otro eclipse solar total hasta 1991, época para la cual “ya me había inhalado cuanta publicación sobre este tema había tenido acceso”.
Por eso, aún se sorprende que este lunes 8 de abril con solo abrir la puerta de su casa tropiece con la magnitud de este fenómeno celestial, considerado uno de los eclipses de mayor alcance, en duración, oscuridad y trayectoria, que incluye un importante número de pueblos y ciudades de México, Estados Unidos y Canadá.
Lo de la puerta de su casa, es un decir, pues en realidad Fulco vive en un suburbio pegado a la Gran Manzana, pero para ver mejor el eclipse desde la semana pasada empacó maletas y el viernes anterior viajó al condado de Rochester con su mamá, su hermana y su novia, en el norte del estado de Nueva York, uno de los sitios con vista privilegiada para el evento astronómico, pues se encuentra en la llamada franja de la totalidad, donde el cielo se oscurecerá como si fuera el amanecer o atardecer.
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Fulco también es embajador del sistema solar de la NASA y miembro de varias organizaciones astronómicas, ambientales y educativas, y lleva más de cinco años preparándose para este gran día. Pasó por múltiples escuelas, empresas, organizaciones y en cuanto pudo, explicando la relevancia del fenómeno de hoy.
Pero ahora último también sacó tiempo para preparar el equipo que lleva en esta ‘exploración eclipse’: dos telescopios, dos cámaras, dos binoculares, muchos anteojos y una buena dosis de agua. ¡Aaah! y el Weather forecast o pronóstico del tiempo porque para un cazador de eclipses, si las condiciones meteorológicas no favorecen la visibilidad en el sitio escogido, rápidamente se movilizan a otra ciudad.
Describe cada eclipse visto como una experiencia única, “es un momento que no se parece a ninguno otro, para mí son de una gran belleza, las tonalidades son de otro mundo, a tal punto que creo que en ese instante el cerebro no entiende, no reconoce que es lo que está pasando, lo único que puede hacer es experimentarlo”.
En particular recuerda el eclipse de Mazatlán en México, el cual tuvo una duración de 6 minutos con 32 segundos, “y eso no se superará hasta el año 2132”, explica. Otro aspecto que no borra fácil de su mente es la reacción de la gente al momento de presenciar este espectáculo: “algunos lloran, se emocionan, gritan o se quedan impávidos y no hacen nada, mientras que otros pareciera que entran en depresión”.
En particular sobre el eclipse de este 8 de abril, Fulco dice que hay especial interés porque se podrá ver la capa más externa de la atmósfera del sol conocida como corona, lo que ocurre cuando el sol está totalmente cubierto por la luna, y teniendo en cuenta que el sol pasa por un ciclo de máximo (solar), la corona se verá más grande, con muchas estructuras, y tal vez emite explosiones o llamaradas solares.
Así dice Fulco cómo ha sido su vida en los últimos 32 años, en la que por cuenta de los eclipses ha aprendido varios idiomas, ha ido a sitios que nunca imaginó y ha hecho amigos en gran parte del mundo. “Me molesta que tenga que esperar tanto tiempo para ver el próximo o que no pueda ir porque se proyectarán en sitios inaccesibles o países con situaciones políticas o de violencia difíciles. Tenemos una vida muy corta, y lastimosamente solo hay un número de eclipses totales en esta vida”, concluye.