La importancia que tienen los movimientos sociales en la construcción de un estado democrático en sin duda uno de los elementos más importantes en la consolidación de la paz y el bienestar de la población, en la medida que los movimientos sociales se empoderen de los espacios de participación se convertirán en actores políticos que sirvan de presión a los gobiernos para modificar, evaluar y analizar el diseño de las políticas públicas.
Los movimientos sociales nacen como consecuencia de las necesidades políticas, económicas y culturales, es la respuesta a los vacíos que dejan los partidos políticos, es la voz de miles de personas que reclaman los derechos y la participación real en el juego de la democracia participativa. De hecho, los movimientos sociales nacen en la coyuntura de las emergencias y grandes calamidades públicas que no pudieron ser resueltas por los Estados, ni muchos menos por el mercado.
Para el maestro Orlando Fals Borda es importante que los movimientos sociales permanezcan en el tiempo y se expandan a lo largo del territorio para que puedan alcanzar un papel protagónico en el campo político, si esto se cumple, entonces se puede alcanzar a desarrollar cultura e identidad política territorial. Teniendo tal vez mucho cuidado en no caer en las mismas lógicas políticas de los viejos partidos tradicionales.
Las problemáticas de hoy nos obligan repensar el método y las estrategias para no caer en la trampa de lo cotidiano, del desahogo efímero del momento, de lo que son chispazos de rabia por las noticias, quien se deja seducir por lo cotidiano es víctima de la moda. Sin embargo, el momento nos convoca como ciudadanos libres a ejercer la organización social para exigirle al Estado que cumpla con los criterios básicos para el ejercicio pleno de los derechos humanos.
Los movimientos de hoy deben ser funcionales para la elaboración de propuestas haciendo uso de las prácticas y experiencias permanentes de procesos comunitarios, en aras de fortalecer liderazgos solidos que garanticen la participación de las comunidades en la toma de decisiones en la administración pública.
Visto de esa manera es de vital importancia que se mantengan activos hoy los liderazgos sociales para afrontar la crisis humanitaria que está dejando el paso del COVID-19 por la tierra. Sin duda alguna los movimientos sociales tendrán que volver a retomar el papel protagónico que venían asumiendo antes de la pandemia, como muestra de resistencia civil frente a un poder Estatal exacerbado, así se vivió el 2019 lleno de protestas lideradas a lo largo y ancho de todo el planeta por movimientos sociales que se han mantenido luchando en medio de tantas amenazas y persecuciones políticas.
Es cierto que mientras exista la amenaza latente del contagio la gente tendrá miedo de salir a las calles y alzar la voz de protesta, sin embargo, el camino que se viene pos pandemia es de vital importancia para que el movimiento social recoja todo ese inconformismo que ha estado guardado en las esquinas de los hogares durante años y los haga visibles frente a la institucionalidad.
Los retos que están por venir seguramente están ajustados a las nuevas lógicas que ha impuesto la pandemia, el miedo colectivo, el peligro inminente del contagio si sales a las calles, sumado a esto las continuas amenazas de muerte que vienen recibiendo los líderes sociales defensores de derechos humanos y ambientales. Preocupa mucho que el gobierno nacional no se inmute frente a la sistematicidad con la que se viene presentando estos asesinatos, según el programa somos defensores, en los tres primeros meses del año se han presentado 47 homicidios de líderes sociales, cifra muy alarmante que pone a Colombia en el deshonroso puesto de los países más peligrosos del mundo para ejercer liderazgos sociales.
Frente a esta situación las luchas sociales no han desaparecido, cosa que merece un reconocimiento especial y a la vez merece la pena que más gente se sume a la protesta social como símbolo de resistencia civil .Llegó la hora que el poder primario, las ciudadanías, se preparen para salir a exigirle al estado que cumpla con las obligaciones sociales que asumieron en cada uno de sus mandatos, la crisis del coronavirus bien dicho por todos, desnudó las realidades económicas, sociales y ambientales que habían estado escondidas por muchas décadas en el país, según el informe presentado por el Dane, en el 2018 la pobreza multidimensional alcanzó un 19,6% a nivel nacional y la pobreza monetaria fue 27,0% sumado a esto la pobreza extrema creció un 7,2% cifra que seguirán sumando dígitos en la medida que avanza la pandemia. Y como si fuera poco la deuda publica sigue creciendo de una manera desbordada, hasta la fecha Colombia debe a fondos internacionales de prestamos la suma de US$144.068 millones, casi la mitad de todo lo que produce en el país se va para el pago de impuesto, en pocas palabras cada colombiano debe hoy gracias a esta deuda un promedio de $5,8 millones.
No podemos seguir esperando que las cosas en Colombia mejoren mientras estamos sentado en nuestros hogares, llenos de miedo y angustia, los retos que se vienen son muchos, el mayor compromiso con nosotros mismos es luchar por la vida. En defensa de la democracia, la paz, el derecho de las comunidades negras, los derechos de la comunidad LGTBI, el cambio climático, la defensa de la tierra, la soberanía alimentaria, y el derecho a tener un sistema de salud público son los nuevos temas que están en la agenda del día para que los nuevos sujetos políticos se sumen y agiten las banderas de la dignidad humana, el derecho a la libre expresión política.
