Históricamente, la institucionalización de ciertas actividades humanas ha mejorado la organización social, la coordinación de muchas labores y procesos y la colaboración entre individuos y grupos. Sin embargo, también ha traído consigo diversos retos. Particularmente la institucionalización de la ciencia mediante la academia ha generado numerosos desafíos que hoy en día permanecen sin resolver.
En el panorama mundial, algunos de los retos más importantes a abordar por parte de la academia, se relacionan con la monetización y mercantilización de la ciencia; la remoción de las barreras de género en el desarrollo de conocimiento; el fortalecimiento de la apuesta por la diversidad (tanto de género como étnica) en los claustros, laboratorios y grupos de investigación; la desestigmatización de algunas áreas del conocimiento como no productivas, dentro de las cuales tradicionalmente se encuentran las ciencias humanas; entre otros. Sobre el aspecto de la monetización y mercantilización de la ciencia, cabe señalar que representa una gran preocupación para la academia hoy en día, puesto que es necesario mantener un balance entre la transferencia del conocimiento hacia el sector industrial y el productivo en general que permitan afianzar las alianzas academia-industria, sin afectar negativamente el desarrollo científico dentro de marcos legales y éticos.
Es desde este último punto de vista que se genera una mayor incertidumbre, puesto que los diferentes incentivos y estándares de medición académicos traen consigo una altísima competitividad entre investigadores tanto profesores como estudiantes; lo que ha erosionado la colaboración entre individuos y grupos para el avance en la ciencia, a la vez que ha gestado algunas prácticas ya arraigadas en la academia, que son cuando menos cuestionables (léase On precarity in academia - Tankebanen).
De este modo, algunos índices de medición académicos como cantidad de citaciones, índice H, la publicación en revistas de alto impacto, entre otros, han interferido en el avance de la ciencia por la ciencia y por la innovación y desarrollo tecnológico, para dar lugar a una competencia extrema entre muchos académicos por el prestigio; siendo éste el nacimiento de muchos vicios como el desarrollo de investigaciones irrelevantes; la aparición de revistas predadoras de fácil publicación y nula rigurosidad científica; la explotación laboral de laboratoristas, pasantes postdoctorales y estudiantes, lo que lleva a la mayoría a huir de la academia, mientras que un estimado del 40-60% de los estudiantes de doctorado se sienten insatisfechos con sus estudios, y un asombroso 57% ha sufrido acoso de algún tipo. (Léase Insatisfacción, depresión y ansiedad: los costos invisibles de hacer un doctorado - Semana).
Es entonces más que discutible si es pertinente relacionar la calidad de investigación con tales índices, considerando que la experticia en un área de la ciencia y la adecuada transferencia social del conocimiento no son directamente proporcionales a los mismos. Colombia no es ajena a este contexto, mucho más teniendo en cuenta el tenue desarrollo en temas de investigación, desarrollo y tecnología que tiene el país. Es por este bajo desarrollo que, dentro del panorama nacional confluyen algunas otras problemáticas; así, al revisar el estado del avance científico en Colombia es posible encontrarse con cifras tales como una baja empleabilidad de profesionales con doctorado por la mínima inclusión de los mismos en el sector productivo (cerca del 90% de los doctores son empleados por instituciones de educación superior – IES); la escasa cantidad de doctores por cada millón de habitantes (cerca de 88), y la irrelevante participación de investigadores colombianos en el avance de la ciencia a nivel mundial.
Es también innegable que la entrada del país en la OCDE alienta el debate sobre la posición actual del país en estos temas, más cuando las cifras se ven aún más disminuidas al compararse con el promedio de los países pertenecientes a esta organización. Sobre estas cifras se destaca que el promedio de doctores por cada millón de habitantes es mayor a 3700, y la empleabilidad de estos en el sector privado asciende al 67%. En comparación, deficiencia en estos valores en Colombia estaría estrechamente relacionada con el bajo presupuesto destinado a ciencia y tecnología (0.74% al 2019) (léase Ciencia, tecnología e innovación - INC ). Este nuevo panorama alienta el rediseño de la hoja de ruta para el país en temas de avance científico, donde ciertamente es necesario aumentar la financiación; pero también es necesario adecuar estrategias de articulación entre la generación del conocimiento y su transferencia en materia social y productiva. Esto ha sido objeto especial de discusión por entes como la última misión de sabios, donde además se planteó como pilar fundamental el papel del Ministerio de Ciencia y Tecnología (MinCiencias) en el desarrollo científico del país y los retos anteriormente mencionados.
De esta manera, el cambio de Colciencias hacia el Ministerio de Ciencia y Tecnología como la entidad pública encargada de la hoja de ruta del desarrollo científico del país, ha traído consigo algunos cambios en los criterios de evaluación para investigadores y grupos de investigación, tal y como lo muestra la nueva Convocatoria nacional para el reconocimiento y medición de grupos de investigación, desarrollo tecnológico o de innovación y para el reconocimiento de investigadores del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación - SNCTI 2021, donde se aprecian modificaciones en cuanto a la calificación de productos científicos como libros y artículos, a la vez que se establece que las ventanas de observación son de 10 a 5 años, exigiéndose cierta cantidad de publicaciones en cada uno de estos plazos. Adicionalmente, en la metodología de calificación de grupos de investigación se han acuñado términos como trayectoria, permanencia y estabilidad.
Estos nuevos criterios de evaluación no han pasado desapercibidos en la comunidad académica, suscitando todo tipo de reacciones desde positivas hasta controversiales, lo que se aprecia en columnas de opinión como Nuevo indicador de MinCiencias excluye e inestabiliza, en la que se ha manifestado que estos nuevos criterios, lejos de favorecer la igualdad de evaluación entre grupos y académicos, se preocupan más por integrarse a la nueva agenda social, política y económica del país tras su inclusión en la OCDE; a la par que beneficiaría a empresas transnacionales como Elsevier y Clarivate al favorecer plataformas como Scopus y Web of Science. En la columna se establece que “El actual modelo de medición de grupos y reconocimiento de investigadores ahonda en la pérdida del sentido social y transformador de las realidades que debe tener la ciencia, la tecnología y la innovación”. Sin embargo, al margen de la controversia por los nuevos criterios, no se ha abordado cómo los nuevos procesos establecidos por MinCiencias responden a los ya mencionados retos presentes y futuros de la academia y la comunidad científica en Colombia.
Uno de los principales objetos de crítica es sobre la generación de nuevo conocimiento (principalmente artículos y libros/capítulos de libros), puesto que la ventana de observación de la convocatoria comprende un máximo de diez años y, su clasificación en cuanto a impacto depende en gran medida de la cantidad de citaciones de los trabajos y/o la obtención de premios por los mismos; lo cual iría en contravía de considerar la trayectoria de los investigadores en cuanto a sus contribuciones, puesto que algunos de ellos han hecho aportes significativos en años anteriores a la ventana de observación. Adicionalmente, se critica el hecho de tomar la cantidad de citaciones como referencia para la clasificación de los trabajos debido a que favorecería a plataformas como Scopus y Web of Science, y a que muchos de ellos se entregaban por medios impresos, lo cual desfavorecería su divulgación al compararlos con trabajos posteriores publicados en medios electrónicos. Sobre este último punto se menciona que se subvalora la aportación de investigadores con mayor trayectoria mientras se beneficia a nuevos investigadores.
Finalmente, se establece que es necesario suprimir el índice de estabilidad, puesto que vulnera el derecho a la igualdad de calificación entre grupos; factor contemplado por MinCiencias al esta misma entidad reconocer que “Desde 2014 se observa que grupos con menor trayectoria han ido accediendo a las categorías más altas, cada vez con mayor facilidad”. Sobre este último punto, es necesario comprender que MinCiencias ha acuñado el término “trayectoria” para cuantificar los resultados de los grupos de investigación en las últimas cinco convocatorias de reconocimiento y medición, o en las que hayan participado dependiendo de la longevidad del grupo. En principio, esto dejaría ver que la afirmación de MinCiencias en realidad destaca el desarrollo científico actual, puesto que es más fácil en el tiempo presente para grupos nuevos ascender en el escalafón de medición que en años anteriores. Lo último podría estar directamente relacionado con una mejoría en la producción científica y la transferencia de conocimiento, sin guardar alguna relación con una calificación negativa de grupos más longevos.
En cuanto al índice de estabilidad, éste se refiere al máximo tiempo entre generación de dos productos de nuevo conocimiento. Hay que entender que MinCiencias toma en cuenta diferentes criterios para la calificación de los grupos, entre los que está este índice que manifiesta que para un grupo alcanzar una clasificación de A o superior (siendo las clasificaciones Reconocido, C, B, A y A1), es necesario que el grupo genere un nuevo producto al menos cada 12 meses, pudiendo acceder a la clasificación C generando un producto cada 30 meses. Para entender si la exigencia es alta, hay que mencionar que no es igual publicar un artículo en ingeniería o ciencias naturales, que en matemáticas, ciencias humanas o ciencias médicas, puesto que para estas últimas áreas del conocimiento generalmente se requiere una mayor cantidad de tiempo, por lo que un indicador de este estilo podría en principio perpetuar la marginalización de algunas ramas del conocimiento en las que tradicionalmente ya es difícil conseguir financiación y encontrar grupos de investigación que participen activamente en la generación y transferencia de conocimiento. No obstante, también hay que entender que los nuevos estándares no son inalcanzables y que están muy por debajo de la exigencia académica de los países con una mayor producción científica en el mundo. Adicionalmente, el actual sistema de calificación de grupos no sólo toma en cuenta lo producción en cuanto artículos y libros, sino también productos alternativos como notas científicas, libros de formación, guías de prácticas clínicas, leyes, decretos, normas técnicas, entre otros.
En este orden de ideas, si bien es cuestionable que los indicadores favorezcan la publicación de artículos/libros y las citaciones de estos trabajos; es también debatible si no es necesario aumentar la exigencia a grupos y centros de investigación, más en la academia colombiana que ha sido mayormente irrelevante en el avance de la ciencia a nivel mundial; donde ningún investigador del país se encuentra entre los más influyentes del mundo (léase No hay colombianos entre los 6 mil académicos más citados - Tendencias - Portafolio). Y si bien ya se ha mencionado cómo este tipo de índices no necesariamente son evidencia directa de experticia o de relevancia científica, sí es cierto que guardan una estrecha relación; y más allá de los problemas de competitividad que pueden acarrear y de la generación de ambientes académicos hostiles, es también cierto que Colombia no es ajena a este tipo de conflictos con o sin relevancia científica en el panorama internacional (léase Acoso en universidades: práctica sistemática pero poco dimensionada - Educación - Vida - El Tiempo). Es también debatible el hecho de relacionar la agenda de MinCiencias con una agenda empresarial de plataformas como Scopus y Web of Science, cuando estas plataformas solo se limitan a recolectar, analizar y divulgar información sobre la producción y citación de investigadores, y poco o nada les beneficia que un investigador o grupo en particular sea más o menos citado.
La investigación es una actividad que se desarrolla continuamente, por lo que también cabría cuestionar cuál es el rol social y transformador de investigadores y grupos que no generan ningún tipo de producción en una ventana de observación de diez años; más cuando la exigencia en Colombia a estos últimos se mantiene muy por debajo de otros países como Estados Unidos en donde existe el conocidísimo Tenure track para evaluar el progreso de profesores dedicados a la investigación; o inclusive de países europeos que en principio estarían más avocados a tareas formativas que investigativas, y aun así tienen mayor relevancia en el panorama científico que Colombia.
Sin embargo, se recalca que, aunque es necesario apropiarse de nuevos modelos que favorezcan la posición de Colombia en el panorama internacional, y que pasarían también por aumentar la exigencia a investigadores y grupos; es imperativo que MinCiencias evalúe como estos nuevos procesos dan respuesta a los retos del panorama presente y futuro de la academia en Colombia, los cuales al parecer aún se mantienen al margen de la prioridad para algunos académicos del país que se preocupan más conservar su status académico.
* Ingeniero de petróleos graduado de la Universidad Nacional de Colombia; cuenta con más de cuatro años de experiencia en proyectos de investigación y extensión en la misma institución. Actualmente estudiante de doctorado en Chemical and Biomolecular Engineering, University of Notre Dame, South Bend-IN, USA. Adicionalmente, desarrolla actividades de investigación en las escuelas de petróleos de la Universidad Industrial de Santander y la Fundación Universidad de América.