Hace una semana, el 28 de octubre para ser precisos, dejé de trabajar en Ecopetrol, terminaron 20 años de carrera profesional y sindical en la empresa de todos los colombianos.
El día de mi retiro coincidió con la última reunión de Junta Directiva Nacional de la USO que lideré como presidente nacional. Ese día aprobamos la creación de la subdirectiva número 27, la de Aguazul en Casanare en donde precisamente ayer se anunció el descubrimiento de un nuevo yacimiento y hace dos décadas existe un sindicato de base en la multinacional petrolera francesa Perenco, a los que invitamos a unirse a nuestra organización de industria.
Ese mismo día, la mayoría de la Junta Nacional eligió al compañero John Alexander Rodríguez, más conocido como El Pollo, nuevo presidente, le dimos la bienvenida a tres nuevos miembros de la Junta Nacional y nombramos nuevos responsables de tres secretarías.
John, cuando ingresó a Ecopetrol fue trabajador de la refinería, allí en la planta de polietileno, por allá en el año 2002 nos conocimos. Yo quería aspirar por primera vez a un cargo de liderazgo sindical y él me acompañó en esa aventura contra los movimientos políticos que dominaban a la USO en ese momento. Como era de esperarse, los acuerdos entre unos y otros evitaban que liderazgos nuevos llegaran. No lo logré, pero le agradezco al Pollo su apoyo a ese atrevimiento mío. Luego el Pollo terminó despedido y yo en la cárcel por cuenta de la huelga del 2004. También agradezco a Juan Ramón Ríos porque después de esa aventura me adoptó en el seno de su equipo y empecé una carrera sindical sin detenerme.
Antes los trabajadores obedecíamos ciegamente a los dirigentes sindicales y ni mirábamos la ley, lo que nos decían antes era “palabra de Dios”. Eran dogmas de fe. La militancia política y sindical era fuerte. Hoy los trabajadores petroleros hemos cambiado, estamos mejor cualificados y somos más crítico y analíticos y eso también enriquece los debates al interior del sindicato.
Fue la huelga de 2004 el punto de inflexión. Los despidos masivos, la reacción violenta del gobierno de Uribe y la flexibilización laboral que golpeó la convención colectiva de trabajo de la USO con Ecopetrol, debilitaron al sindicato. Pero bueno, fuimos precisamente esa generación de trabajadores jóvenes e inexpertos las que asumimos el liderazgo del sindicato y cuando todos lo pensaban moribundo, aquí estamos. Dando de qué hablar.
El Pollo, además es sobrino de un gran amigo y militante del Partido del Trabajo de Colombia, mi mentor, Ulpiano Quintero a quien perdimos el pasado 5 de septiembre de 2020 producto de esta pandemia. John renunció a su militancia política en una de las fuerzas tradicionales del sindicato y se declaró independiente. Y en diciembre de 2018 apoyó mi candidatura a la presidencia nacional.
Y esta semana decidimos mayoritariamente apoyarlo para que me reemplace en un cargo que requiere tacto, responsabilidad, propuestas y mucho trabajo. Como lo dije en mi carta de despedida, le deseo lo mejor y estoy en total disposición de ayudarle a él o a cualquier que asuma la presidencia de la USO. Liderar a la USO no es fácil, hay quienes creen en Barrancabermeja que la USO aun es el sindicato de 1.500 trabajadores de Ecopetrol cuando desde hace muchos años es un sindicato nacional, con presencia en toda la cadena de producción petrolera, en más de 300 empresas y negocia 50 convenios colectivos.
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Durante mi gestión dejé andando cuatro ideas que destaco y que ojalá puedan desarrollarse alrededor del fortalecimiento de la libertad sindical
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Durante mi gestión dejé andando cuatro ideas que destaco y que ojalá puedan desarrollarse alrededor del fortalecimiento de la libertad sindical. Sin libertad sindical no hay derechos individuales. Eso implica adelantar una campaña de afiliación sin precedentes en el sector. Dejé en la última junta los resultados de un estudio de percepción entre los trabajadores que puede servir de punto de partida. También es necesario profundizar el debate sobre la unidad de los trabajadores del sector minero, petrolero y energético. La tercera idea tiene que ver con la ampliación de la cobertura de negociación colectiva avanzando hacia otros niveles distintos a la empresa y la cuarta sobre la recuperación del ejercicio del derecho de huelga respecto de lo cual aporté una sentencia (C-796/14) y un libro que ha sido bien recibido por la academia y el sindicalismo.
En 2016, cuando acompañé a Edwin Castaño en la presidencia, logramos un hecho inédito en 40 años: la extensión de la convención de Ecopetrol, la consecuente reducción del alcance del pacto colectivo impuesto por la empresa, el llamado “Acuerdo 01” y el fortalecimiento económico del sindicato vía cuotas de beneficio. Con Cesar Loza al timón impulsamos la II Asamblea Nacional por la Paz, respaldamos el acuerdo de paz con las Farc y el plebiscito y de la mano con mi amigo Libardo Hernández estuvimos al frente de la negociación de 2018 que sacamos adelante justo cuando llegaba el nefasto gobierno de Duque.
Si hay libertad sindical vigorosa, mejora la correlación de fuerzas en los escenarios de dialogo social, en las empresas y con los poderes públicos. Y allí deben plantearse temas sensibles hoy: la lucha contra la tercerización ilegal, por la formalización, por la estabilidad laboral, por relaciones laborales democráticas, por pensiones especiales y, sobre todo, un acuerdo de transición energética justa en un mundo que acaba de comprometerse con anticipar la renuncia a los combustibles fósiles.
Los temas internos son importantes, especialmente el de lograr decisiones cuando siempre hay diferencias. No ha habido un capítulo en la historia de la USO o de otro sindicato en el país y en el mundo en el que no haya diferencias internas. Las hay, eso es la demostración de que somos organizaciones sociales vivas y plurales. Cualquier organización democrática discute, debate, delibera, intenta acuerdos o somete las diferencias a votaciones y gana quien tenga los mayores apoyos. No hay otra forma de funcionar. Pero si hay acuerdo en las reglas democráticas lo demás debe fluir.
El gobierno de una organización como la USO no implica aplastar a quienes hacen parte de las minorías, se les participa, se les incluye, se les escucha, pero no puede ser su opinión la que gobierne. Así no funcionan las organizaciones democráticas, los “golpes de Estado” tampoco son democráticos. Las minorías tienen el deber con sus electores de insistir en sus tesis hasta convertirlas en mayorías. Y las mayorías deben garantizar ese derecho a disentir y a plantear las diferencias, las críticas, manteniendo el respeto por las personas.
Quedan acciones de mejora en los temas jurídicos, de educación sindical, organizativos y de solidaridad intersindical. La organización deberá autónomamente plantear una reforma que incluya a mujeres, jóvenes y tercerizados en las decisiones y en los cuerpos directivos, que amplíe la democracia interna para cohesionar a los trabajadores afiliados con sus dirigentes y que abra su accionar a la articulación con otras organizaciones sociales y políticas que luchan, como nosotros, por una sociedad mejor. Esa reforma debe hacerse sin presiones externas, sobre todo de quienes pasaron por el sindicato y le quieren imponer a los hombres y mujeres del presente lo que ellos no fueron capaces de hacer, sus agendas y ambiciones aplazadas.
La USO también tiene el reto, no de ser, como siempre, un sujeto político, pero al margen del debate electoral, sobre todo en el momento histórico que atraviesa el país. Ya lo sugirió recientemente el compañero expresidente de la CUT y exrepresentante de la OIT, Carlos Rodríguez Díaz: “se requiere colocar toda la infraestructura sindical y pensional al servicio del objetivo electoral y trabajar una eficaz política de alianzas para alcanzar una mayoría con los sectores progresistas.” No puede ocurrirnos lo de Chile, que en el debate constitucional no hay un solo representante del movimiento sindical.
La USO tiene todo para llegar a su primer centenario en 2023 siendo vanguardia del movimiento obrero colombiano. Tiene hombres y mujeres capaces, formados en la academia, pero también en la praxis sindical y que seguro estarán a la altura de las agendas políticas, laborales y sindicales de orden global.
Pido a todos los afiliados y afiliadas, a los dirigentes sindicales de todo el país, a las organizaciones sindicales hermanas, a nuestra central y a Industria que rodeen a la junta directiva nacional, que respalden el sindicato para que profundice su democracia interna, modernice agendas sindicales y “sindicalicen” agendas sociales. Estos tiempos demandan nuevos “cuadros sindicales” que comprendan que todo cambia, incluyendo la sociedad, el trabajo y el sindicalismo.