El 43 % de los estudiantes colombianos de 15 años (con por lo menos 10 años en la escuela) no puede extraer una sola idea después de leer un párrafo. Tienen un nivel de lectura fragmentaria, es decir, solo pueden captar fragmentos desarticulados de lo que leen. Muy seguramente así también ven televisión y leen en internet.
Este tipo de lectura debería ser dominante en niños de 6 o 7 años, pero en Colombia estos niveles permanecen hasta culminar la educación básica, según los resultados de las pruebas PISA del año 2015 que acaban de ser divulgados.
Y sin embargo el Ministerio de Educación Nacional (MEN) proclamó a bombo y platillo que los resultados ratificaban un triunfo de la política educativa gubernamental. En ningún país del mundo se consideraría como un éxito de la política educativa que después de diez años de escolaridad apenas la mitad de la población logre captar parcialmente las ideas que lee.
En Colombia la mitad de los estudiantes están aprendiendo a un ritmo muy lento y dependen de lo que les expliquen sus docentes, ya que ellos no están en capacidad de aprender por sí mismos.
¿Qué son las pruebas PISA?
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) realiza desde el año 2000 unas pruebas internacionales para determinar el nivel que alcanzan los estudiantes en comprensión lectora y resolución de problemas. Estas son las pruebas PISA (Programme for International Student Assessment, en inglés).
Estas pruebas son muy adecuadas para evaluar lectura crítica y pensamiento matemático y científico. Pero no deberían presentarse como pruebas para evaluar la calidad de la educación. Si así fuera, necesariamente tendrían que involucrar diversos criterios: pertinencia, equidad e integralidad.
Aun así, se puede decir que las PISA evalúan una parte de la calidad, y que lo hacen muy bien, ya que no valoran los conocimientos desarticulados, sino el nivel alcanzado por los jóvenes en sus competencias esenciales. En ellas no se les pregunta a los jóvenes por informaciones fragmentadas, sino que la evaluación está orientada a determinar el nivel de comprensión lectora y lo que están en capacidad de hacer con sus conocimientos científicos y matemáticos para resolver problemas hipotéticos.
Son, por tanto, excelentes pruebas para evaluar el nivel alcanzado en el desarrollo del pensamiento y en las competencias comunicativas. Sin embargo, la comparación internacional que suele hacerse al publicar los resultados es menos pertinente porque deja de lado los factores culturales, socioeconómicos y contextuales de cada uno de los países.
Los últimos resultados de PISA
PISA clasifica los resultados en lectura en seis niveles:
- El nivel 1 corresponde a la lectura fragmentaria,
- El 2 a la capacidad de hacer inferencias directas,
- El 3 a la capacidad de hacer inferencias indirectas integrando distintas partes de un texto,
- Al nivel 4 llegan los estudiantes que están en capacidad de leer de manera profunda un texto breve,
- El 5 lo logran quienes llegan a un nivel de lectura crítica, y
- El 6 está reservado para los lectores expertos.
PISA considera que el nivel mínimo que debe tener un ciudadano para poder interactuar adecuadamente en el contexto actual es el 2. Pero en lectura, el 43 por ciento de los estudiantes colombianos no lo alcanza y en matemáticas el 66 por ciento tampoco lo logra. Al mismo tiempo, en lectura solo 9 de cada mil jóvenes llegan al nivel de crítica y solo el 7 por ciento alcanza el nivel de lectura profunda.
Sin duda, su escritura está más atrás, ya que es una competencia que se desarrolla tardíamente. En matemáticas la situación es aún más grave, ya que, tan solo el 3 por ciento de los estudiantes supera el nivel 3. ¿Son estos resultados adecuados para que el MEN diga a los cuatro vientos que vamos por buen camino?
¿Qué tanto hemos realmente avanzado?
El MEN argumenta que hemos avanzado y que eso, por sí solo, respalda la política educativa. Pero la pregunta es ¿qué tanto lo hemos hecho? En realidad, relativamente poco. Si nos comparamos con los resultados que obtuvimos en el año 2009, tendríamos un avance promedio de 2 puntos anuales para lectura, de 2,3 para ciencias y de 1,5 para matemáticas.
A este ritmo demoraríamos 22 años para alcanzar a Chile en matemáticas y 69 años para alcanzar el promedio obtenido actualmente por la OCDE, pero solo si Chile permanece estancado durante dos décadas y todos los países de la OCDE se estancan durante las próximas siete décadas. Es decir, hemos mejorado muy levemente.
Si nos comparamos con los resultados que Colombia obtuvo en 2012 (más bajos que los de 2009), el ritmo de crecimiento que muestra el país es un poco mejor: casi el doble. Sin embargo, es muy importante tener presente que el promedio de la OCDE para cada una de las áreas es de 500 puntos. Como puede verse, este tampoco es un ritmo de crecimiento significativo.
Si los resultados son tan bajos y el ritmo de mejoría es tan lento, ¿por qué el MEN ha señalado que vamos por buen camino? En realidad, el gobierno está sobrevalorando los 4 puestos que hemos ascendido en el escalafón de 72 países.
La actitud del gobierno ha sido consentida por unos medios de comunicación que tienen muy débiles sistemas de investigación y que, debido a ello, se han limitado a reproducir los comunicados oficiales. Como corresponde en las democracias, los medios de comunicación de los demás países latinoamericanos han sido mucho más críticos y reflexivos al reportar los resultados de sus respectivos países.
El diario El Comercio preguntó a diversos expertos nacionales e internacionales: ¿Por qué a los países de América Latina les fue tan mal? Esta pregunta está más ajustada a la realidad y refleja mejor lo que está pasando con la educación latinoamericana. En mayor medida si se hace en Chile, un país que nos lleva una ventaja de décadas transformando el currículo y que tiene los mejores resultados de América Latina.
¿Qué hacer para mejorar ?
En síntesis, Colombia avanza levemente en sus resultados en todas las áreas. Esta mejoría no tiene nada que ver con programas como Ser Pilo Paga (SPP), ya que las pruebas PISA se aplican en el grado 9 y los participantes de SPP se seleccionan entre los mejores resultados SABER 11 y exclusivamente para los años 2015 y 2016.
Teniendo en cuenta los diversos programas aplicados, el que queda mejor librado es Todos a Aprender para el área de lenguaje, el cual viene siendo ejecutado desde el año 2012 en los 4.000 colegios que obtuvieron los peores balances en las pruebas SABER. Este programa tiene un impacto favorable porque se concentra en los colegios de peor balance y tiene enorme potencial transformador al ser un programa de formación en cascada y acompañamiento en el aula. Sin duda, este comienza a mostrar sus impactos positivos. Hay otros programas complementarios también orientados a mejorar la lectura que pueden haber contribuido al positivo pero lento avance alcanzado.
El presidente Santos ha insistido que la educación ha sido una de las prioridades de su gobierno. Pero el hecho de que hayamos permanecido 72 días sin ministro de Educación es una prueba irrefutable de que todavía no parece ser verdad esta afirmación. Basta preguntarse cuántos días duraría el país sin ministro de Gobierno o de Hacienda.
Tampoco parece cierto este propósito si se evalúa con criterios cualitativos ya que, hasta el momento, el país no ha diseñado un sistema para intervenir alguna de las variables estructurales de la calidad de la educación. Aspiraríamos a que el nuevo Plan Decenal y el comienzo de la construcción de la paz nos lleven de verdad a transformar el currículo, los modelos pedagógicos y los sistemas de formación de los docentes. Sin tocar estas variables no será posible alcanzar una mejora importante y constante en la calidad de la educación.
No por casualidad Chile es el país que más ha avanzado en América Latina en las dos últimas décadas. Ellos realizaron en 1998 una profunda reforma curricular orientada a fortalecer el trabajo en dos competencias: pensar e interpretar. Luego establecieron sistemas de formación y de evaluación de maestros completos y cualificados para, finalmente, integrar los colegios que hubieran cumplido con todas a las condiciones anteriores a la jornada única.
En Colombia hemos hecho lo contrario: lanzamos la jornada única sin modificar los currículos ni los sistemas de formación de docentes. Para completar, decretamos la promoción automática para los docentes que entreguen videos sueltos sobre sus clases, en uno de los sistemas de evaluación de docentes más débiles del continente.
Por algo, para alcanzar a Chile en matemáticas nos demoraríamos 22 años, si ellos se estancan por completo. Algo que seguramente no va a pasar, ya que los chilenos sí son conscientes de que hay que seguir realizando cambios estructurales para continuar con éxito en la ruta de la calidad en la educación.
* Director del Instituto Alberto Merani y consultor en educación de las Naciones Unidas.}
Tomado de: razonpublica.com