La crisis humanitaria que se está viviendo en la mayoría de las comunidades indígenas del Chocó es bastante preocupante debido a que las políticas asistencialistas que ofrece el gobierno para paliar el hambre y la pobreza extrema son insuficientes para resolver las dramáticas situaciones que padecen los pueblos indígenas chocoanos.
Dichas políticas han servido para arraigar una cultura de mendicidad en los indígenas. De hecho, por las políticas asistencialistas mal enfocadas son recurrentes los cierres de la carretera Medellín- Quibdó por parte de los indígenas. Los aborígenes tienen derecho a reclamar mayor atención del Estado y que las autoridades cumplan con los acuerdos, pero ya es hora que busquen otros mecanismos de protestas que no sean los cierres del tráfico.
Indudablemente, los cierres de esta carretera afectan profundamente la economía regional, por eso es un asunto que amerita ser examinado con más detenimiento, más allá de los discursos lastimeros. La solución de los problemas de pobreza y hambre de aquellas comunidades indígenas no se debe solucionar con políticas asistencialistas de llevar en cada paro un camión de alimentos. El resultado de eso es que cuando los alimentos se acaban, los indígenas vuelven a cerrar la vía para exigir más remesas. Paradojicamente, no deja de ser un poco insólito que los indígenas de esta carretera que fueron excelentes agricultores, actualmente se estén muriendo de hambre con unas tierras aptas para la agricultura y la ganadería.
Los resguardos indígenas son instituciones creadas en la época colonial para oprimir y explotar a la población indígenas, inicialmente en las encomiendas y las mitas, donde los españoles disponían de mano de obra barata. Posteriormente, durante y después del fin del colonialismo, esta institución fue reformada, pero aún así simboliza una herencia colonial de opresión y explotación del indígena.
A pesar de los cambios políticos que ha experimentado la sociedad colombiana en los últimos dos siglos, los resguardos continúan siendo instituciones caducas que encarnan lo que fueron las cadenas de la opresión del colonialismo español. Instituciones que han servido para mantener a las poblaciones indígenas confinadas en territorios colectivos como seres inferiores, aislados y en condiciones de pobreza extrema.
Pese a que son instituciones que han ligado sus luchas por la tierra y la conservación de sus culturas, urge un replanteamiento de las políticas del Estado frente a los problemas de la pobreza extrema y hambre que se viven en los pueblos indígenas. Es claro que tanto los pueblos indígenas, como el resto de la población pobre colombiana, requieren de verdaderas políticas de inclusión que los saquen de la pobreza extrema y la indigencia.
Se necesita que haya un cambio estructural en las políticas del Estado hacia los pueblos indígenas. El Estado debe implementar nuevas políticas de desarrollo económico que impulsen las productivas en los territorios indígenas; políticas que dinamicen sus economías y propicien la generación de nuevas fuentes de ingresos. Los sistemas tradicionales de producción han entrado en crisis y ya no son los más idóneos para resolver las dificultades económicas del hombre indígena.
Se debe concertar con ellos el desarrollo de planes integrales de vida que contemplen, entre otras salidas, adecuaciones de tierras e incentivos para la producción agrícola, pecuaria y piscícola. Además, se deben capacitar en esos menesteres, sin romper con sus costumbres, pero aplicando nuevas tecnologías para que la tierra produzca mejores frutos. No pueden seguir aplicado las mismas prácticas agrícolas primitivas que no han servido para mejor la seguridad alimentaria de los pueblos.
No se puede seguir insistiendo en unas prácticas agrícolas ancestrales que no son eficaces para resolver los problemas alimentarios que sufren las comunidades. De suerte que se debe recurrir a nuevos métodos productivos que permitan una mayor productividad de la tierra.
No debemos seguir mirando a los indígenas como seres diferentes que tienen que continuar atados en el pasado, sobreviviendo con sistemas de producción primitivos que no están acordes con las nuevas realidades económicas en una sociedad colombiana en permanente evolución. Hay nuevas realidades económicas y sociales que ellos han incorporado en sus vidas y por eso abandonan aquellos territorios y se desplazan a los centros urbanos en búsqueda de mejores niveles de vida y educación de sus hijos.