Un periodista necesita información para hacer su trabajo, esa información solo la tienen las fuentes. Si la fuente es un tipo turbio como el abogado de narcos Diego Cadena lo mejor es apelar al ego. Lo único que podía doblegar al dragón del Hobbit eran los elogios. No hay nada que conmueva más a un abogado arribista, como este muchacho bugueño, que decirle respetable doctor, eminencia. Julio, con esa voz, es capaz de convencer a cualquiera y ahí están los resultados: yo escuché las entrevistas que le han hecho a Cadena desde la W y son todo menos complacientes. Julio le despeja el camino con sus halagos para que entre don Félix de Bedout con su espada y meta la estocada. No olviden, hipócritas, que fue en una entrevista de esas que cuadró don Julio que salió el apodo de abohámster. Cadena quedó en evidencia gracias a eso.
El resentimiento que le tienen a Julio Sánchez Cristo revela la maldad del colombiano promedio, guardado en su casa, resentido porque no conoce Londres, Miami, Paris, todas esas ciudades que controla a partir de sus corresponsales Julio Sánchez desde su micrófono. Necesitaron sólo el llamado de un periodista resentido, lenguón, imprudente como el fulano que trinó los audios de la corte, para que todos lapidaran al rey de la mañana radial en Colombia. No necesitaron más que su odio para declararlo culpable.
Injusto, mientras los uribistas le dieron con todo por haber defendido el proceso de paz, ahora Julio debe soportar la porquería que destilan antiuribistas enfermos sólo porque trató bien a su fuente para que le concertara una entrevista. Los que critican a Julio y lo tratan de perro de presa del poder, no escuchan el programa. El equilibrio que logra es increíble: Calvás es genuinamente neutro, Yamid y Félix apasionados, Maria Isabel Rueda es la “villana” que necesita todo programa pero su importancia es absoluta, al igual que la del doctor Casas. La combinación es sublime. El programa, gracias a la sabiduría de Julio, se ha vuelto el más equilibrado de la radio nacional.
Pero eso no les importa a los que quieren ver el mundo arder, a los resentidos que creen que uno no puede tener la finura de Julio Sánchez y ser a la vez un tipo que hace su trabajo y no hay un periodista en este país con la rigurosidad de don Julio. Ojalá siga conservando sus fuentes y tratándolas bien. Lo necesitamos cada vez mejor informado.