Soy un ser muy religioso, creo enormemente en Dios, y creo que su presencia en mi vida ha sido constante desde que estaba muy pequeño. Esta fe está lejos de hacerme vivir con miedo, siempre la he considerado como un elemento clave dentro de mi vida para ser feliz.
Así como yo, muchas personas en el mundo encuentran consuelo y bienestar cada vez que invocan la presencia divina a través de alguna tradición mística, debido en parte a una cierta sensibilidad natural que es común en una gran mayoría de los seres humanos y que incluso está determinada, según la neurociencia, por la configuración del cerebro humano, el cual nos predispone a tener algún tipo de fe espiritual.
Sabiendo esto, a lo largo de la historia personas inescrupulosas se han aprovechado de las masas y sus sentimientos religiosos con fines que nada tienen que ver con la religión o la espiritualidad y si con intereses mezquinos contrarios a todo sentido común y obviamente a las enseñanzas de toda religión genuina.
Nuestro amado país no ha sido ajeno a este flagelo y lastimosamente desde tiempos pretéritos hemos sufrido la presencia y militancia fanática de seres repugnantes que no ven la religión como un asunto de crecimiento espiritual y de exploración de la vida y riqueza interior, sino como un aparato político para dominar a otros e imponer su voluntad, que llega a un parecido con cualquier empresa criminal.
Este tipo de seres (¿humanos?) se encarnan perfectamente en la figura del exprocurador, destituido por corrupción y completamente inoperante en sus funciones ante la rampante corrupción que azota a nuestra nación.
Yo todavía no entiendo cómo es que hay personas que dicen que él representa la religión y que es un rezandero camandulero cuando en todas las alocuciones que le he tenido que padecer nunca, pero nunca de los nuncas, he podido apreciar de este ser alguna palabra que invite a la vida religiosa o espiritual. Nunca se ha visto a este ser invocando la presencia del Señor supremo para que nos ayude en los distintos aspectos de la vida nacional y tampoco le he escuchado una palabra de compasión para las personas que sufren. Lo único que he visto que sale de su boca es veneno, odio, y un desespero para que en Colombia se perpetúe el conflicto armado.
Aún así este señor junto con otros líderes de las sectas protestantes como Viviane Morales han tenido el descaro de declarar que se presentan como la opción política que se convertirá en la defensa de la familia y de los valores religiosos. Han hecho a un lado el habitual odio que se tienen mutuamente por un sentimiento mayor: la ambición de poder.
Es difícil creer que cualquiera de estos seres tenga alguna preocupación genuina por la familia cuando en su larga carrera como mamadores de la teta pública (falsamente llamados servidores públicos) nunca han hecho nada concreto que beneficie a las familias. Ellos saben que su “lucha” contra los homosexuales nada tiene que ver con el bienestar de la familia.
Hoy el grueso de las familias sí están siendo amenazadas, pero por la excesiva explotación laboral que impide que los diferentes miembros de esta se vean constantemente y puedan compartir; donde se puedan generar espacios en los que la educación en casa, que es la verdadera educación, pueda fluir para darle a los niños y jóvenes el criterio que necesitan como seres humanos a la hora de desenvolverse en un mundo cada vez más caótico. Mientras papá y mamá están en el trabajo todo el día, nuestros niños y jóvenes están solos en sus casas, sin un adulto que los supervise, expuestos a todos los contenidos malsanos del internet, y la televisión; o están en la calle expuestos a numerosos peligros, y en el mejor de los casos están en las escuelas y colegios en donde por el hacinamiento son sometidos a una pedagogía de galpón que poco o nada sirve como formación personal.
Todo esto lo saben estos seres autodenominados religiosos, pero ni con todo el poder que han tenido como “servidores” públicos han movido un solo dedo para revertir la situación. Ellos ignoran a propósito el ejemplo que en el mundo nos ha dado Italia en donde para poder proteger la familia la legislación estableció que el horario laboral es de 40 horas semanales (menos de 7 horas diarias y un día de descanso), también ignoran a propósito las largas licencias (hasta dos años) y subsidios por maternidad que existen en los países donde si hay una preocupación genuina por la familia, y obviamente también ignoran (a propósito) las medidas que en los países que existe una preocupación por la niñez y la juventud aplican en cuanto a educación, tales como máximo 15 estudiantes por aula y una completa dotación y asistencia a las instituciones de educación pública, en cuanto a alimentación, transporte, textos escolares, etc. Tampoco nunca se han preocupado por los ingresos de la clase trabajadora, sabiendo que si los ingresos de un trabajador fuesen suficientes, tranquilamente con el trabajo de uno solo de los padres sería suficiente la manutención de la misma.
Cuando Ordóñez dice que si gana la presidencia va a trabajar por la familia, solo me queda una duda: ¿por cuál familia?, ¿la de él? Ya sabemos que la dinastía Ordóñez y compañía se ha dedicado a enriquecerse con Ecopetrol en los últimos años. Cuando él dice que si gana la presidencia lo primero que va a hacer es acabar con los acuerdos de paz, ¿no se da cuenta que entre los miembros de la exguerrilla Farc (por la que no siento nada de simpatía) hay también familias?
Dios nos libre de una pseudoteocracia a la Colombiana y si irremediablemente llega que Dios nos coja confesados. Oremos intensamente para que esto no ocurra.
