Yeni llegó a Bogotá hace 23 años desplazada por la violencia en Aracataca, Magdalena. Es recicladora desde hace 21. Dice que el cambio cultural fue un choque, pero que doña Zenaida le mostro el oficio del reciclador, una manera de ganarse la vida.
“Estoy en este plantón para que no se nos quiten los derechos que nos hemos ganado después de años de lucha. Nosotros vamos a las canecas a recuperar el reciclaje, porque desde las casas no se hace la separación en la fuente. Nuestro trabajo siempre ha sido muy mal visto, la sociedad nos ha tratado muy mal, pero si miramos un poquito más allá, nosotros hacemos un bien social. Aparte de todo nos quieren pisotear. Es necesario incentivar la educación ambiental, crear cultura del reciclaje. ¿Por qué es importante? No sólo es importante porque yo me gano mi día de trabajo, sino porque el agua dulce es muy poquita, y la basura la contamina.
La gente cree que porque hay mucha agua en el mar, nunca va a faltar, no no no, no se equivoquen, cuánta agua de verdad tenemos disponible… porque cada plástico que usted entierra obstruye el flujo de agua, y quién pude vivir sin agua. Nosotros hemos hecho campañas de sensibilización, y la gente se queda reflexionando”.