Las noticias esta semana fueron buenas, tan buenas que parece como si el Niño Dios se hubiera adelantado en Colombia. Se firmó el Acuerdo sobre Víctimas en la Habana, lo que asegura prácticamente la firma definitiva de la paz en los primeros meses del 2016 y se dio un hecho inédito, histórico, la Cámara de Representantes acogió la ponencia de la Comisión de Acusaciones sobre el magistrado Jorge Pretelt y votó por una mayoría significativa presentar acusación formal ante el Senado de la República, instancia de juzgamiento de este funcionario.
Este acto de justicia será probablemente el primero y último de la Comisión de Acusaciones de la Cámara pues recordemos que la reforma llamada Equilibrio de Poderes trasladó las funciones de investigación y acusación de los altos funcionarios nacionales al tribunal de aforados que se creará tan pronto la ley correspondiente sea sancionada.
Sin embargo, no por ser único, deja de ser un hecho destacable, que rescata la dignidad del Congreso y la soberanía e independencia de esta rama del poder público. Los Honorables Representantes se decidieron, por fin, a hacer valer su investidura, emanada del voto popular para castigar a un magistrado que mancilló su cargo.
El señor Pretelt fue acusado formalmente gracias a una valerosa actuación del exmagistrado Mauricio González, quien una vez se enteró por boca de otro colega sobre las marrullas que andaba haciendo Pretelt y en la cuales pretendía enlodarlo, radicó su denuncia y con ello dejó al descubierto el grado de corrupción a que había llegado este señor.
Prácticamente tenía montado un negocio
a partir de seleccionar tutelas de carácter económico
para favorecer a empresas con los fallos de la Corte Constitucional
Ya se conoce ampliamente de qué se acusa a Pretelt, pero es bueno recordar que prácticamente tenía montado un negocio particular a partir de seleccionar tutelas de carácter económico para favorecer con los fallos de la Corte Constitucional a empresas como Fidupetrol que pretendían por esa vía sacarle el cuerpo a sentencias que les eran desfavorables y empacarse miles de millones de pesos de los contribuyentes.
El doctor González, a quien se le terminó su período en la Corte Constitucional recientemente, nos salvó de la actuación delictuosa de alguien que nunca ha debido vestirse de magistrado y que estaba hundiendo en el desprestigio a una de las más importantes instancias de la Rama Judicial. Pretelt, además del acto de corrupción del que se le acusa, tiene pendientes otras cositas que explicar, como la procedencia de algunos de sus bienes o los de su esposa, vinculados a hechos gravísimos de despojo de tierras.
No se sí estas otras actuaciones irregulares tendrán el mismo fin de la investigación que adelantó la Comisión de Acusaciones de la Cámara, pero ya es suficiente descanso que por lo menos pague por uno de los tantos hechos de los que se le acusa.
Gracias doctor Mauricio González, usted se fue de la Corte Constitucional pero dejó muy en alto su nombre y muy bien puestos los elementos para purgar de bandidos la institución. Ese sacudón que usted le pegó a la Rama permitió que se cayeran las frutas podridas de una instancia que merece todo el respeto. Solo queda esperar que el tal Pretelt tenga un poquito de vergüenza y renuncie a su puesto o sea suspendido de inmediato por el Congreso. Esa si sería la noticia que complete la semana.
¡Feliz Navidad!
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