Mi muy apreciado amigo, puedo leer en el post que me envías una cierta justificación tuya de los actos vandálicos que se han presentado en los últimos días en el marco de la legítima protesta social de los colombianos y que desacredita, precisamente, la protesta como una institución legal y legítima de la sociedad.
Es que con esa justificación tuya del vandalismo en los escenarios de la manifestación de inconformidad de nuestros ciudadanos me parece que no has caído en la cuenta de que cuando las instituciones del Estado están en riesgo por las inadecuadas actuaciones de quienes las administran, la protesta, como mecanismo constitucional, se erige como la máxima institución del pueblo o soberano para garantizar la recuperación del rumbo perdido de las distintas ramas del poder público, es decir, de estas que son la expresión institucional del Estado.
En virtud de lo anterior, vandalizar la protesta es liquidar por ventanilla la única institución a la que el pueblo puede recurrir, en el marco de un Estado de derecho, cuando los asuntos de las distintas ramas del poder público se han "salido de madre" y se requiere de nuevos liderazgos y cambios profundos de la situación en la que se viene tramitando el régimen.
Es por ello, como quizás has podido observar, que los máximos organismos del mundo (ONU, OEA, Amnistía Internacional, entre otros) han advertido al gobierno colombiano y sus fuerzas del orden deben respetar la protesta social y a quienes participan en la misma, porque lo que están diciendo, de fondo, es que la protesta es una institución legal y legítima que debe defenderse a toda costa y no puede desacreditarse con actuaciones vandálicas por parte de los actores comprometidos o interesados en la misma, ya sean estos actores del gobierno o manifestantes.
Querido amigo, acá no estamos luchando por cambiar la estructura del Estado de derecho, o sea, el régimen democrático, sino cambiar las condiciones y a los que orientan las ramas del poder público; que deberían estar, como mínimo, amparando los derechos fundamentales contemplados en nuestra constitución, pero que vienen abruptamente vulnerándolos por cuenta de su maldita corrupción.
Con todo cariño, quiero recordarte que los que protestan son los verdaderos demócratas, porque no están dispuestos a entregarle las instituciones a los corruptos que las vienen vulnerando y las han puesto al servicio ilícito de su enriquecimiento personal y el de otros y, por ende, de la triste esclavitud de sus conciudadanos como si estuviéramos en la más horrorosa tiranía.