No existe nada más peligroso para cualquier grupo humano que el liderazgo que se ejerza sobre dicho grupo, esté en manos de resentidos sociales y desafortunadamente, eso es lo que está pasando en Colombia con el Pacto para todo, en su deformidad ideológica sobre lo que significa un pacto, pues para los resentidos sociales es mucho más importante la venganza que cambiar su situación.
Están dispuestos a perdonar todo a quien los vengue con tal que, en el discurso del cual se alimentan, haga manifestación pública de esa condición y lo hemos podido constatar, no ahora, sino desde siempre en ese discurso de perdón que encierra sus más maquiavélicas intenciones de destrucción, miseria y muerte, disfrazadas siempre del uso sin sentido para ellos de la palabra amor y aprovechando cualquier tumulto para ensamblar en sus manos manchadas, corazones deformes como los que ellos poseen.
Veamos cómo se presentan los fenómenos del resentimiento social colectivo y del resentimiento social individual y tratemos de confrontar cada una de sus composiciones con lo que actualmente sufre nuestro país y veremos que por encima de los apasionamientos, están los hechos y los sentimientos frente a los mismos.
El resentimiento social colectivo es provocado por múltiples situaciones donde están presentes, entre otras la desigualdad, la injusticia, la corrupción, el ejercicio abusivo y discrecional del poder.
A nivel individual ese resentimiento social se expresa en impotencia, rencor, odio y un rechazo total a quienes el resentido considera como los culpables de su situación.
Los resentidos sociales se victimizan y desde esa condición rechazan, tengan o no razón, al sistema y a quienes consideran son sus victimarios.
Además, desde esa condición, culpan a todo y a todos por su propio malestar y por el malestar que, imaginariamente, crean en los demás, quienes a su vez, se constituyen en sus más fieles seguidores.
Otra característica propia de los resentidos sociales es que construyen todo un discurso sobre la miseria humana, de la cual, según ellos mismos, son hijos preferidos y en ese discurso van montando buena cantidad de seguidores, los que interpretados por esos falsos líderes, pertenecen a la misma clase social de ellos y por ende redundan en el mismo resentimiento. Círculos viciosos bien construidos!
Cualquier parecido con la dolorosa realidad de Colombia, no es mera coincidencia, es simplemente, el seguimiento de un libreto preestablecido por la izquierda latinoamericana y sus lacayos criollos.
El camino a recorrer está siendo, absolutamente, bien preparado; la frustración y desesperanza que se va viviendo, pero no en forma gratuita, sino intencionalmente, desde el gobierno del Pacto para todo generan, en todos los que han convertido en resentidos sociales, gracias a la idiotez de estos y la verborrea de ellos, actitudes que los hace propicios para escuchar a sus falsos líderes populares actuales, diseminados en las tres ramas del poder en Colombia, quienes les prometen sacarlos de su situación. Los ven, porque así se presentan, como su única posibilidad.
El resentimiento social tiene dos maneras básicas de expresión: las manifestaciones de muy diversos tipos de rechazo, agresivo por lo general, en contra de quien, según los del Pacto para todo y sus ingenuos e idiotas seguidores, son los responsables de lo que pasa en sus vidas y esa violencia se justifica.
Basta sólo con mencionar la estupidez del Ministro de Justicia, quien campantemente expresa que quien quema un carro, destruye una casa o mata a una persona es porque está enojado y la barbarie indígena contra los policías en Bogotá, justificada hasta por el mismo jefe del Pacto para todo. Vaya, vaya!
La otra manera de expresarse es la adhesión incondicional a los líderes del resentimiento social, a quienes identifican como quienes les garantizan la superación de todos sus males y también como sus vengadores justicieros frente a todo y todos los que ellos ubican como responsables de lo que padecen.
Resentidos sociales en el gobierno, que cumplen a cabalidad con todos los condicionamientos para que ese resentimiento social se generalice, puesto que no sólo con su discurso, sino con sus formas y actuaciones, no sólo lo promueven, sino que hasta pareciese lo estuvieran exigiendo. Forma de las más rastreras de cumplir con sus objetivos criminales.
Todos conocemos las desigualdades e injusticias que existen en Colombia, pero como nación tenemos que ser mucho más objetivos en su clasificación y comprender que existen algunas que son generadas por la actitud personal frente a la vida y que existen fenómenos externos que empujan a débiles mentales a crearse mundos imaginarios del buen vivir, o del vivir “jabroso” para estar en onda, sin hacer nada o metidos en la economía del dinero fácil, secuela de algo tan perturbador como con lo que también se quiere pactar, con la mayor de las sinvergüenzadas existentes en el país.
Es propio de los resentidos sociales, izquierdistas por demás, no sólo percibir y generar en sus copartidarios y poco a poco en el pueblo en general ese resentimiento social o fortalecerlo y hacer los mejores esfuerzos de su parte para que se manifieste de manera abierta, logrando romper las compuertas del resentimiento y que éste se vaya expresando de maneras diversas.
Todos los días lo alimentan y exacerban. Es algo que saben hacer muy bien, si no que nos lo digan Petro, Márquez, Bolívar, Barreras, y demás ideólogos del Pacto para todo, pues no cabe duda que sus seguidores y simpatizantes los ven como quienes los van a redimir, a sacar de su situación, pero sobre todo como quienes van a cobrar venganza por ellos, y eso suena muy bueno.
El gobierno actual entiende mucho de ese cuento y actúa en consecuencia. Sabe que sus simpatizantes no le van a cobrar los muertos, la violencia, el desempleo, la corrupción, la devaluación de la moneda, la inflación y el aumento de la pobreza si continúa con su actitud y discurso de venganza justiciera, así lo disfracen con sus vocablos y figuras de amor que no entienden, porque esa es parte de su propio resentimiento: nunca lo han sentido.
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