¿Cumplir protocolos cuando el enemigo violenta las normas, no las cumple y actúa de manera pérfida, desleal y salvaje? ¿Por qué causa tanto escozor y desgarradores gritos libertarios y garantistas desconocer estos pactos y no permitir el escape de los cobardes negociadores del ELN?
Tildar al gobierno colombiano de ignorante y de proceder vergonzosamente por desconocimiento de la ley internacional en esta materia solo refleja intereses bajos y extraña solidaridad con los autores del atentado. La otrora mesa de negociaciones de La Habana del gobierno pasado —genuflexa, entreguista, servil y cobarde— quedó atrás. Dicha organización guerrillera al obrar de manera alevosa, con perfidia y extrema crueldad, violentó los susodichos protocolos y colocó al Estado colombiano en un estatus especial de legítima defensa, lo que ipso facto lo facultaba para dejar sin vigencia dicho esperpento, que posibilitaba a una de las partes seguir disparando mientras se negociaba.
Dichos acuerdos no tienen rango de ley o de constitucionalidad, dependían de la sinceridad, hidalguía y buena fe de las partes negociadoras. Por eso, al ser vulnerados, burlados y desconocidos cínica y vilmente, de facto los debían dejar hechos trizas y sin vigencia. Repugnantes, entreguistas y melifluos pactos dulcetes que se ofrecieron generosos... y a lo que respondieron con insania y cobardía extrema: "¡El odio es el elemento central de nuestra lucha! El odio tan violento que impulsa al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una máquina de matar violenta y de sangre fría. Nuestros soldados tienen que ser así” (Che Guevara).
Espero que ahora sí comprendan a lo que nos enfrentamos: ¡Los protocolos son los instrumentos de los cobardes para seguir delinquiendo, burlar la ley y escapar impunes!