Es una costumbre consuetudinaria hacer un resumen de los principales acontecimientos y personajes del año que terminó, para trazar un balance que permita, con alguna seguridad, proyectar las líneas generales que marcarán los desarrollos políticos, económicos, sociales y ecológicos, en la “nueva” etapa del año entrante.
En este sentido es innegable que los acontecimientos más representativos que deja el 2018 en nuestro país tienen que ver con el proceso de paz, la corrupción del Estado, el protagonismo electoral de la izquierda, la elección presidencial de la tendencia neoliberal, y por supuesto con las manifestaciones estudiantiles reclamando la financiación del Estado para la educación pública.
En efecto, para el futuro del pueblo colombiano y para el desarrollo democrático del país, el acontecimiento más importante del año fue y seguirá siendo durante mucho tiempo el Acuerdo de Paz de La Habana; suena romántico y declamatorio pero en la realidad este elemento se constituye en la puerta de entrada al siglo XXI.
A pesar de las dificultades presentadas en el desarrollo legal y en la implementación de los acuerdos, hay que decir con absoluta franqueza que fue lo mejor que le pudo haber pasado a Colombia, así las fuerzas reaccionarias en el congreso hayan hundido proyectos de reformas tan importantes para la democratización del país como las circunscripciones especiales de paz, la reforma político-electoral, y la exclusión de los terceros responsables en crímenes de lesa humanidad, de la Justicia Especial para la Paz.
No obstante los incumplimientos del Gobierno a los excombatientes de las Farc en las Zonas de Reinserción, a los campesinos que viven de la coca en el sur y norte del país, y a los que aún continúan como presos políticos de las Farc, hay que mirar el futuro con optimismo en la medida en que el pueblo colombiano ha dado un paso de gigante en la construcción de la paz.
El otro protagonista importante fue la corrupción; sobre todo teniendo en cuenta los 12 millones de votos de la consulta del 26 de agosto, que si bien es cierto no ganó en términos jurídicos, si dio un mandato político contundente al nuevo gobierno, quién se ha hecho el de la vista gorda con el cumplimiento de los compromisos en materia de lucha contra la corrupción.
Pero aquí no para el infierno en esta materia escandalosa: ya van tres muertes misteriosas en lo que tiene que ver con los testigos de los escándalos de Odebrecht, la Fiscalía General de la Nación, y sus relaciones con el Grupo AVAL y Corficolombiana; vamos a ver en que para todo este escándalo de inmoralidad y corrupción.
Sin embargo no todo es un infierno dantesco: nunca antes en este país del Sagrado Corazón, la izquierda democrática había sacado 8 millones de votos en una campaña presidencial, a pesar de todos los obstáculos, mentiras y trapisondas del establecimiento mediático, económico y político; y nunca antes el movimiento estudiantil se había manifestado con una contundencia de masas, de organización y de claridad política.
De tal manera que, a pesar de toda la barbarie moral de la clase dominante, este país tiene reservas democráticas que le auguran nuevas condiciones de lucha, no obstante los pronósticos de los científicos que aseguran la muerte del planeta en un término de 60 años por causa del cambio climático.