"Los profesores no están haciendo su trabajo correctamente", docente ucraniana

"Los profesores no están haciendo su trabajo correctamente", docente ucraniana

Vasilisa Kobets, quien trabajó como maestra en Colombia durante casi un año, da su visión sobre el paro de maestros y la educación en Colombia

Por: Vasilisa Kobets
noviembre 09, 2017
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Foto: Alcaldía Local de Usaquén

Soy Harold Rozo, conocí a la protagonista de la siguiente historia como profesora particular de inglés y ruso en Bogotá. Ella me pidió que sirviera como editor de su texto, lo cual hice con gran abnegación.

Aunque no estoy de acuerdo con la mayoría de afirmaciones que se hacen en su artículo, como comunicador sí considero primordial la pluralidad de opinión, la libre expresión y la democracia, razones por las que a mi parecer su punto de vista enriquece el debate sobre el tema educativo y puede contribuir a visualizar aspectos que como colombianos quizá hayamos pasado por alto.

Cómo llegué

Mi nombre es Vasilisa Kobets (василиса кобец así se escribe mi nombre en mi idioma natal), soy ucraniana, soy una profesora certificada de química, tengo una maestría. Soy de Donetsk, una zona de conflicto de Ucrania.

Cuando era estudiante, trabajé como voluntaria en la Organización Internacional de Estudiantes AIESEC de mi ciudad, allí recibimos a muchos extranjeros, y ellos a su vez trabajaron con los niños de mi región en escuelas, internados y campamentos.

En una oportunidad, estando en uno de los proyectos destinados a desarrollar habilidades empresariales entre los estudiantes universitarios, conocí a un estudiante de México. Aprendí con él a bailar salsa y me enamoré de esta danza y del idioma español.

Como se despertó mi deseo de visitar América Latina empecé a guardar dinero para el viaje, lo cual fue muy difícil teniendo en cuenta los salarios en Ucrania y el precio de los tiquetes de avión, pero al año siguiente logre ir a la Ciudad de México para una pasantía.

México fue increíble para mí. Español en todas partes, comida muy deliciosa (me gusta mucho el picante), fiestas, salsa, la gente muy relajada, hermosa naturaleza y el impresionante mar Caribe.

Como disfruté de este primer acercamiento a la cultura y diversión de América Latina decidí volver otra vez. Empecé a buscar una oportunidad para llegar a Argentina, porque mi sueño de esa época era aprender a bailar el tango en Buenos Aires.

Cuando tuve la oportunidad de tocar el tango en el piano, pues interpreto algunos instrumentos musicales, me encantó tanto esa música. Estaba llena de pasión, emociones, amor y libertad, todo eso me hizo querer aprender a bailarlo. Comencé a buscar un trabajo en Buenos Aires, pero no me aceptaron.

Como no tuve éxito en mi deseo y aunque en ese momento no supe si era algo infortunado o afortunado para mí, después una amiga me sugirió un trabajo muy interesante en Bogotá, con un entorno social y un salario modesto, apenas para pagar la comida y alojamiento en el país.

Al mismo tiempo la guerra llegó a mi ciudad. Fue en el 2014 cuando me vi obligada a buscar refugio en Colombia sin saber cuánto tiempo pasaría allí.

Cuando llegué a Colombia inmediatamente comencé a trabajar con dos colegios públicos de Bogotá, así tuve acceso al sector educativo colombiano. Esta labor se desarrolló a lo largo de 8 meses; en el proyecto que AIESEC y el Ministerio de Educación de Colombia organizaron y ejecutaron conjuntamente; fue donde comenzaron mis observaciones sobre el sistema educativo colombiano.

En las cifras Colombia es un país con una gran riqueza natural y de recursos: tiene el número más grande de especies por unidad de área en el planeta y posee la mitad de los páramos existentes en el mundo.

Colombia produce mucho café, bananas, flores. Además tiene el oro, la plata, esmeraldas, platino, cobre, níquel, carbón, petróleo y el gas.
Colombia es una economía en ascenso y forma parte del bloque de países emergentes CIVETS.

Sin embargo, llama la atención y es incluso irónico que toda esa riqueza material no se vea reflejada en los aspectos como la educación del país. Colombia ocupó el puesto 61 de 65 naciones evaluadas en términos de educación, según el informe PISA de 2012.

Mi experiencia en Colombia

Este artículo trata sobre varios de los problemas que tiene Colombia y que pude percibir como extranjera: la inseguridad, el subdesarrollo, la inestabilidad económica, la incultura, la baja calidad de la educación, y sobre los comportamientos que desde mi punto de vista los causan o tienen incidencia en ellos.

Como licenciada en química es natural mi interés pedagógico, el cual se había incrementado con mis experiencias previas en Ucrania y México, de manera que cuando arribé con una actitud abierta y dispuesta al aprendizaje fue mucho lo que pude absorber del modelo educativo colombiano, del cual trato más extensamente en este texto. Infortunadamente muchas de las experiencias que presencié son lamentables.

Llegué a estas conclusiones después de 3 años de vivir y enseñar en Colombia, además porque en mi trabajo como profesora siempre he discutido con los estudiantes los problemas que ven en su propio país y sus posibles soluciones. En el curso de los debates vi una serie de problemas que se pueden remediar fácilmente si se le indica a la gente la dirección correcta para hacerlo.

Al analizar la situación concluí que una de las razones por la cuales estas problemáticas existen es debido a la cultura de los colombianos y su manera de tratar, o mejor dicho, de no resolver los problemas

Los colombianos son considerados una de las naciones más felices del mundo. En este momento Colombia ocupa el lugar número 36 del conteo, en comparación con Ucrania, que ocupa el puesto 132 entre 155 existentes según el informe de World Happiness Report 2017.

Creo que los colombianos son relajados y fáciles de tratar y no se preocupan por pequeñeces. Esto podría interpretarse como una ventaja, si no fuera por los resultados nocivos de esta actitud en el largo plazo.

En lugar de resolver problemas que es una actividad estresante, la mayoría de ciudadanos de Colombia con los que traté prefieren quejarse de su gobierno; olvidándose así de mirarse primero.

Vi a ciertas personas lamentándose por la ineficiencia del gobierno al limpiar la ciudad y dejando basura debajo de la mesa después de la clase; vi a alguna gente en Colombia exigiendo que el gobierno invierta dinero en la educación del país, pero desaprovechando sus propias oportunidades en el trabajo para conseguir educación gratuita en idiomas.

Hay muchos más ejemplos de esto. Durante el desarrollo de mi labor de educadora tuve la oportunidad de enseñar y de relacionarme con docentes en varios colegios de los 100 que participaron en el proyecto.

Allí cada colegio tenía tableros multimedia, mesas y sillas de plástico, libros, ordenadores y computadoras portátiles para los maestros y los estudiantes (no una para cada niño, pero sí estaban disponibles para su uso). Además, me di cuenta de la existencia de gran cantidad de materiales para el entrenamiento —juegos, carteles, lápices y otros artículos— que fueron comprados con el dinero asignado por el ministerio, pero al ver el uso que se le daba a todos esos recursos noté que o no se usaba en absoluto, o muy descuidadamente.

Los niños y niñas que observé no estaban de ninguna manera interesados en el aprendizaje, ellos estropeaban, rompían, robaban y trataban de destruir lo que se les daba para su desarrollo intelectual. Por eso me di cuenta de que ellos carecían de valores morales y que además los maestros no se los estaban impartiendo.

También noté que las condiciones de trabajo de los maestros eran sorprendentemente diferentes de las condiciones para los profesores en mi país.

En Colombia los maestros solían trabajar tan solo 6 horas al día y no necesitaban hacer trabajo adicional en la casa, ya que existe un día especial cuando los estudiantes no necesitan ir a la escuela, así que si lo requieren los profesores pueden evaluar las pruebas ese día.

Por ese trabajo de 30 horas semanales, algunos podían obtener hasta 5 millones de pesos al mes, dependiendo de la categoría y experiencia. Para mí ese es un salario excepcionalmente bueno en Colombia, donde el sueldo mínimo es de menos de poco más de 700 mil pesos.

También evalué en mis conversaciones con los maestros su bajo nivel de preparación, la falta de conocimientos generales y conocimientos específicos de su área de estudio. Por ejemplo, algunos profesores de inglés no eran capaces de tener una conversación en inglés conmigo, algunos profesores de química estaban usando vasitos de poliestireno (icopor) para su café caliente ( quienes estudiamos química sabemos que si este material se utiliza para bebidas con más de 40 grados de temperatura puede causar cáncer), algunos profesores no podían nombrar los continentes que tenemos en nuestro planeta, algunos profesores estaban usando los teléfonos celulares durante una reunión importante con el director de la escuela, a pesar de que es una regla básica de respeto a su jefe. No me da gusto pero esta lista podría continuar y continuar.

Por supuesto, no todo es tan malo: en esos 8 meses conocí únicamente a un estudiante y a un maestro que me sorprendieron gratamente por su conocimiento, cultura y nivel de comportamiento. Pero un maestro y un estudiante de un millar hablan más de la excepción que de la regla.

Por esa razón no disfruté tanto como hubiera querido del trabajo con los colegios y el Ministerio de Educación, y aunque traté repetidamente de cambiar esto, de mejorar la situación, solo me gané la aversión y la ira de los demás.

En contraste con la situación colombiana, en Ucrania los maestros ganan el equivalente a 377 mil 120 pesos al mes, trabajan 9 horas diarias en la escuela dando clases, y deben revisar las tareas de los estudiantes y las pruebas después de las horas de trabajo y durante los fines de semana —una clase generalmente tiene 30 estudiantes entre niños y niñas—.

No hay mobiliario nuevo ni ningún otro equipo moderno proporcionado por el gobierno para los colegios; las sillas y los escritorios son todavía de la Unión Soviética, la cual se disolvió desde hace 26 años.

Los colegios no tienen condiciones ni siquiera para el cumplimiento de las normas sanitarias, por eso los padres de los alumnos se ven obligados a contribuir colectivamente con dinero recaudado para la compra de los elementos básicos para su funcionamiento: pintura para suelos y paredes, ventanas, escritorios y sillas, cortinas, computadores, televisores, etc. Esto a pesar de que la educación en Ucrania es gratuita por ley y ningún colegio puede solicitarle dinero a los padres.

En las clases de química en lugar de ver experimentos, los estudiantes aprenden sobre ellos a partir de las descripciones del profesor; imagínese eso en pleno siglo veintiuno, en la era de internet y YouTube.

Pese a la situación, la calidad de la educación en Ucrania tiene una mayor prioridad que en Colombia. Al continuar la comparación de los profesores de ambas naciones noto que para los maestros ucranianos existe un elemento llamado vergüenza, pues es vergonzoso para nosotros ser ignorante en algún tema, o desconocer cosas simples, mientras tanto la gente que conocí en Colombia no se siente avergonzada en lo más mínimo por ser incapaz de mantener una conversación profunda, ya sea que se trate de literatura, teatro o ciencia.

Desde mi punto de vista como ucraniana la vergüenza y la consciencia de la propia ignorancia también pueden servir de motores para el desarrollo intelectual. Y en este aspecto el pueblo de Colombia se queda corto.

Por estas razones que expongo y después de 3 años enseñando en Colombia, en instituciones y fuera de ellas, el punto de mayor desacuerdo y enojo de mi parte por la conducta de los profesores llegó en el pasado mes de junio, cuando los maestros de todo el país se congregaron en Bogotá para protestar contra el gobierno.

El paro de maestros

Durante el transcurso de la huelga los docentes bloquearon en varias oportunidades el sistema Transmilenio, creando dificultades para otras personas que no tienen conexión con sus problemas. Sé que muchos de ellos no pudieron llegar a trabajar en esos días y se les descontó o incluso despidió sin razones de peso.

Se me ocurre que quizá alguien no pudo llegar al hospital debido a la obstrucción de las vías y su estado de salud empeoró, quizá murió en medio de los trancones. Según la lógica de mi país los profesores que participaron en las protestas podrían ser considerados ladrones o hasta homicidas, pues le han robado el tiempo, el dinero y eventualmente la vida a aquellas personas que, debido al bloqueo del sistema de transporte, no pudieron llegar a su destino a tiempo.

Los profesores deben ser modelos de conducta para los estudiantes y además de enseñar las asignaturas académicas, deben infundir valores, pero las personas que están destinadas a mostrarles a las generaciones futuras de Colombia el buen ejemplo, demostraron que no les importan los problemas de otros y que hacer sufrir a personas inocentes sin razón es algo normal.

Como mencioné anteriormente en mis conversaciones con los colegas del trabajo (maestros), me di cuenta del bajo nivel de educación en Colombia y lo que es peor, de las deficiencias en cuanto a comportamiento y cultura.

No puedo llegar a una conclusión diferente que la de que los profesores no están haciendo su trabajo correctamente, pues si se tienen en cuenta las condiciones de trabajo y su salario y además que las escuelas cuentan con mobiliario nuevo y buenos equipo, es evidente que los gobiernos en Colombia sí le han invertido dinero a la educación, pero las personas en Colombia (especialmente los maestros) no han usado estos recursos apropiadamente, además de que no aprecian lo que tienen.

Para mí es un descaro que estos profesores demanden un aumento de salario que no merecen, después de demostrarse su incompetencia profesional y su insensibilidad con el resto de la sociedad colombiana.

La causa de este proceder es la falta de una cultura del comportamiento en la sociedad. Dado que los valores morales son establecidos por la familia y formados definitivamente en el proceso de escolarización, me di cuenta de que el problema debe ser buscado en el sistema educativo.

La educación es parte de las soluciones a la mayoría de problemas globales, como la pobreza, la contaminación ambiental, la guerra, el terrorismo, la violación de los derechos de las mujeres, etc. Pero si quienes se encargan de educar fallan, la sociedad completa inevitablemente va a colapsar.

Otro de los factores que he escuchado mencionar a algunos colombianos como explicación de los pésimos resultados en el sistema educativo y otros problemas es la guerra. En mi experiencia personal debo decir que esta explicación se ve como un intento por justificar su propia dejadez e inconsistencia al actuar.

En Ucrania se vivieron algunos de los episodios más sanguinarios del mayor conflicto que ha vivido el mundo: la Segunda Guerra Mundial.
Cuando finalizó en 1945 los muertos en la Unión Soviética sobrepasaban los 30 millones y a pesar de que la Unión Soviética solo participó en los últimos 4 años del conflicto, centenares de ciudadelas fueron literalmente arrasadas y desaparecieron, muchísimas de ellas en territorio ucraniano.

Sin embargo, la calidad de la educación en la URSS jamás menguó a pesar de la guerra, sino que se consideró siempre como una de las mejores del mundo.

Cuando ocurrió el colapso de la Unión Soviética la mayoría de los países que eran parte de ella tuvieron que enfrentar una grave crisis económica. Las personas que viven en lo que antes fue suelo soviético todavía recuerdan esa época con terror, porque ese periodo se caracterizó por la agresión en masa: atentados con explosivos en plena calle, asesinatos, secuestros de mujeres y niños para venderlas como esclavas sexuales o para extraer sus órganos.

En comparación por causa del conflicto armado en Colombia aproximadamente 220 mil personas murieron a lo largo de un periodo de más de 50 años.

A pesar de lo cruento de los conflictos descritos muchos países debieron sobreponerse a las cicatrices y ser reconstruidos desde cero; en estos la educación ha tenido un rol fundamental.

Y aunque los colombianos están seguros de que viven en el país más corrupto del mundo y que todas las instituciones estatales trabajan nauseabundamente, puedo afirmar con autoridad que el gobierno colombiano al menos está haciendo mucho mejor su trabajo que sus contrapartes ucranianas.

Un ejemplo sencillo que me consta es el de los pasaportes. Obtener un pasaporte o emitir una visa en Colombia toma únicamente un día, mientras que en Ucrania se tarda entre 1 y 3 meses, y posiblemente más.

La partida

Después de tres años sin estar con mi familia y teniendo en cuenta el costo de los trámites para trabajar en Colombia como extranjera, llegué a la conclusión de que vivir aquí ya no era rentable para mí, por eso tuve que irme de Colombia.

Sé que lo que he escrito hasta aquí puede ser polémico para quienes me lean, pero mi propia historia de vida me ha enseñado que es necesario cambiar las circunstancias por sí mismo en lugar de conformarse a ellas. Para mí es primordial visualizar la materialización de lo que uno se propone conseguir para luego dar pasos hacia esa meta, pero lo más importante es querer hacerlo.

Cuando dejé Colombia hace poco más de dos meses surgió en mi mente la idea de compartir mi experiencia en el país y mis reflexiones con quienes se quedaron allí. El creer que este conocimiento podía ser útil para quienes pudieran leerlo fue la razón inicial para escribir este artículo.

Solo me resta hacer unas sugerencias puntuales que podrían ayudar en caso de que realmente quieran apersonarse de los problemas de su país. La consigna es que nunca llegaremos a vivir en un país bueno a menos que lo construyamos por nosotros mismos.

Creo que los colombianos, en general, deben dejar de echarle la culpa al gobierno por la inseguridad, las calles sucias y la mala calidad de la educación y empezar a hacer cambios positivos por ellos mismos: poner la basura en su lugar, limpiar las áreas alrededor de sus casas y lugares de trabajo, pagar por el transporte público, no comprar cosas en Transmilenio o en las calles (podrían haber sido robadas a alguien), etc.

También pienso que el sistema educativo ciertamente requiere reformas, pero ciertamente éstas no deberían estar relacionadas con el aumento del salario de los maestros.

Considero en primer lugar que es necesario sustituir algunos de los temas estudiados en las escuelas y agregar otros:

Las materias de gran utilidad si se enseñan de manera correcta son la lógica, la ética, los fundamentos de las finanzas, la protección de medio ambiente y la historia de la religión, no la religión como tal.

Además, es necesario tomar el ejemplo de las instituciones de Japón o Ucrania que no contratan limpiadores pero confían esta función a sus estudiantes, infundiendo en ellos responsabilidad, conciencia y autosuficiencia. Es necesario organizar el trabajo voluntario, es decir señalar los días cuando los estudiantes deben hacer la limpieza de las instalaciones del colegio, los alrededores, parques y otros lugares públicos.
También me parece primordial estudiar al menos 4 idiomas en el colegio, ya que cada idioma extranjero posterior se aprende más fácil que el primero. Por ejemplo, en Ucrania nosotros estudiamos ucraniano, ruso, inglés, alemán y/o francés.

En lo referente al sistema de selección de maestros para trabajar en las escuelas es indispensable cambiarlo por completo ya que el sistema actual, obviamente, no muestra buenos resultados.

Puede que existan más cosas, pero lo más importante que me gustaría transmitir es que usted y solo usted es el único responsable de su vida y del modo de vida de su país, el cual puede mejorarse radicalmente.

Comenzando esto por sí mismo no va a creer lo rápido que se encontrará viviendo en un país limpio, seguro y altamente desarrollado.

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