Pocas veces se había visto tanta agresividad de los directores de los partidos políticos frente a una propuesta legislativa del gobierno de turno. Gaviria por el Partido Liberal; Vargas Lleras por Cambio Radical, los cristianos y muchos otros han dicho no a la reforma tributaria que ha presentado el gobierno. La verdad es que es necesario tratar de entender este rechazo tan generalizado porque sus argumentos pueden ir desde razones de peso hasta algunas que representan físico populismo en vísperas de una campaña presidencial como la que se avecina en el 2022.
Causas objetivas para oponerse a su trámite las hay sin duda: mal manejo de este debate antes de presentarse ante el Congreso. Pérdida de una Misión de Expertos que hizo recomendaciones importantes, similares a las ya realizadas antes por economistas colombianos, que al fin no fueron tenidas en cuenta. Verdades a medias, por no decir mentiras entre las justificaciones del gobierno para esta escalada de impuestos. En este punto surge la pregunta de si los partidos hicieron análisis contundentes para encontrar todas estas falencias o simplemente reaccionaron sin argumentos claros. Eso, la verdad es que aún no se sabe, porque ya se ha escrito demasiado demostrando las verdades a medias que existen entre las justificaciones del gobierno.
Una profunda Transformación Social que nunca se ha visto en Colombia ¿con el 2,3 % de los recursos que espera recaudar el gobierno? Además, fondos mínimos para soluciones sociales de fondo como la generación de empleo, 800.000 millones. Pánico a que las calificadoras de riesgo le bajen aún más la calificación a Colombia, parece ser la verdadera razón disfrazada de solidaridad.
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La peor de todas las explicaciones es que los partidos quieren mermelada, es decir puestos y contratos. Puestos, de esos buenos ya no quedan, pero sí hay contratos
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Si esta no es la explicación sí cabe la más compleja que tiene tanto de ancho como de largo. La peor de todas ellas es que los partidos quieren mermelada, es decir puestos y contratos. El problema es que puestos, de esos buenos ya no quedan como los del servicio diplomático, pero sí hay contratos. ¿Todo el pulso político en el Congreso será por esto? Qué vergüenza y que grave porque el gobierno cederá, pónganle la firma. Ahora bien, si la razón última es no perder votos esto puede obedecer a buenas o a malas razones. Las buenas se fundamentan en que sí creen que el pueblo tiene razón o mejor la clase media, que ha evidenciado el costo que asumirá. Por consiguiente, no pueden traicionar estos partidos políticos a sus electores. La mala, sin conocer bien los números, lo que les preocupa es que se les acaben los votos y pierdan posibilidades de retener el poder, en el caso del Centro Democrático, o de alcanzarlo en el caso de los partidos de oposición. Es decir, claro oportunismo politiquero.
La prueba de fuego para estos opositores está en el tipo de reforma que finalmente negocien. Porque lo más probable es que esto sea una pura y física negociación con el gobierno. De nuevo el resultado es incierto. Dependiendo de las razones de fondo para la oposición de los partidos, los resultados pueden ser una mejor reforma, más equitativa y con las verdaderas razones claramente definidas, o un monstruo de esos que ya conocemos. Todo cabe entre las posibilidades. Pobre país. Por consiguiente, es fundamental lograr dilucidar pronto por qué el no a la reforma tributaria por parte de los jefes de los partidos políticos.
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