El primer día del 2023, en Plaza de los Tres Poderes, Luis Inácio Lula da Silva había recibido la banda verde y amarilla de los presidentes de manos de una sencilla mujer recicladora. Jair Bolsonaro, su antecesor y encargado de colocársela, había viajado a Miami. Entonces surgieron los tuits, los videos de TikTok, los canales de Telegram y los grupos de WhatsApp bolsonaristas convocando a una enorme manifestación dominical en Brasilia, justo donde los simpatizantes de Lula habían celebrado una semana antes. Ese fue el comienzo de la intentona golpista que duró tres horas.
El asalto estuvo precedido de signos que no fueron escuchados y advertencias que no fueron tenidas en cuenta. Campamentos bolsonaristas se apostaron frente a los cuarteles generales del Ejército en diez ciudades inmediatamente después del triunfo de Lula en la segunda vuelta. En el de Brasilia estuvieron 70 días. Muchos de los asaltantes conspiraron a plena luz del día y anunciaron sus planes en redes sociales. Por alguna razón desconocida el gobierno de Lula no ponderó el riesgo de estas advertencias.
Las señales del asalto a los tres poderes no fueron ponderadas por el gobierno de Lula
A medida que los investigadores siguen los rastros de dinero en Brasil, queda claro que las élites empresariales y los aliados de Bolsonaro fueron claves en la financiación de la violenta invasión a los tres poderes. De dónde salieron los recursos para mantener los campamentos que, como el de Brasilia había tenido más de 200 personas y 3.000 el día anterior al asalto. De dónde el dinero para pagar decenas de buses que llegaron a Brasilia desde el corazón agrícola del país.
Ya se conocen algunos financiadores. O Globo señala al empresario bolsonarista Mauricio Nogueira, dueño de Nogueira Turismo y de uno de los autobuses que llevaron a los golpistas el 8 de enero. Se postuló a un escaño en la Asamblea Legislativa de Sao Paulo por los republicanos en las últimas elecciones, pero solo obtuvo poco más de 5.000 votos. Está vinculado a la diputada federal Carla Zambelli del Partido Liberal y según Agencia Pública es fundador de grupo de Conservadores de Alta Mogiana.
Mauricio Nogueira, dueño de Nogueira Turismo y de uno de los autobuses que llevaron los asaltantes
Otro que proporcionó vehículos fue Izaul Moraes, dueño de Rota Brasil Transporte e Fretamento. Su vinculación con Bolsonaro se deriva de los contratos de alquiler con el gobierno para los Ministerios de Defensa y Sanidad. Uno de los contratos con Defensa estaba con operación Verde Brasil 2, para inspección federal en la Amazonia, utilizada por el Ejército s través de un decreto de Garantía de Orden Público- La información de Agencia Pública fue confirmada por O Globo.
Desde el sur de Brasil llegaron los bolsonaristas en los buses fletados por Adriano Bressan, concejal de Caixias do Sul, por el Partido Laborista Brasileño, propietario de Alex Godoy Transportes Ltda. Bressan niega a ver participado en los actos, dice haber prestado servicios a personas que no conoce. Pero el Supremo Tribunal Federal tiene uno de sus autobuses confiscados.
Entre los financiadores están empresarios del agronegocio, cazadores, tiradores deportivos y coleccionistas de armas -los CAC-, y comerciantes del sur y sudeste del país, que recibieron gabelas de Bolsonaro durante su mandato. El ministro de Justicia, Flávio Dino comparte estas apreciaciones y además señala que ellos fueron los que le pusieron mayor cantidad de votos al expresidente en el balotaje. Algunos de los grandes del agro salieron al quite de los señalamientos. Como el expresidente de la Asociación Brasileña del Agronegocio, Paulo Marcello Brito, quien dijo a la Folha do Sao Paulo que los que están detrás de las manifestaciones son una pequeña minoría que no representa a los 5 millones de productores.
Detrás del fallido golpe hay políticos y militares. El protagonista más notorio es el exministro de Justicia de Bolsonaro, Anderson Torres. Al día siguiente de la posesión de Lula hubo un cambio abrupto en el aparato de seguridad: el exministro fue nombrado jefe de Seguridad del Distrito. Torres era una de las principales figuras detrás del bulo de que los sistemas de votación electrónica de Brasil están plagados de fraude.
El exministro de Justicia Anderson Torres es el protagonista más notorio de la asonada
El recién nombrado sustituyó con rapidez a gran parte del personal de alto rango de su departamento. Y se fue a Miami. Cuando regresó a “poner la cara” fue detenido en el aeropuerto internacional de Brasilia. Hoy está investigado como presunto cómplice de la asonada por su negligencia como encargado de la seguridad de la capital brasileña. Además, por el Tribunal Superior Electoral (TSE), luego de que en un allanamiento de la Policía Federal en su residencia se encontrara un decreto en el que presuntamente el expresidente Bolsonaro habría planeado establecer un estado de defensa, mientras todavía estaba en funciones, contra el TSE con el fin de anular la victoria de Lula. Por ese caso también se ha puesto la lupa en el exministro de Defensa, Walter Braga Netto.
El comandante jefe de la Policía Federal, coronel Fábio Augusto, fue destituido de su cargo. En el asalto participaron militares retirados, como el coronel Adriano Camargo. Y si faltara alguna muestra de la simpatía de los manifestantes con los militares ese día, está lo que pintaron en el techo del Congreso: “Fuerzas Armadas, SOS”.
Tras la intentona, Lula hizo una purga en las fuerzas militares que llegó hasta el comandante del Ejército
Lula ha manifestado en varios escenarios su desconfianza sobre el personal heredado de Bolsonaro, y esta semana despidió a 53 militares del palacio presidencial y en su residencia. "¿Cómo puedo tener una persona afuera de mi oficina que pueda dispararme?". Finalmente remplazó al comandante del Ejército, general Júlio César de Arruda.
Un hecho trascendente: La Fiscalía General pidió al Supremo Tribunal Federal investigar al expresidente Jair Bolsonaro.
Los políticos también estuvieron en la asonada, unos tras bambalinas, otros en la Plaza de los Tres Poderes. De ellos ya hay arrestados. O Globo, cita a la excandidata a diputada federal en Acre Michela Lacerda, a quien Bolsonaro apoyó en su candidatura en 2018, la diputada de un municipio de Minas Gerais, Ana Paula Naubaner Rodrigues. El Partido de los Tabajadores (PT) ha solicitado al juez del Supremo Alexandre de Moraes sea el encargado de estas investigaciones, que implicarían a los diputados bolsonaristas electos Clarissa Tércio, Silvia Waiãpi, André Fernandes y la suplente Pâmela Bório. Por su parte, el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) ha pedido que se incluya al senador electo Magno Malta y a los diputados Ricardo Barros, Márcio Coronel Tadeu, José Mederios y Carlos Jordy.
De Moraes cesó al gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha por "omisión" de funciones y "connivencia" con la turba. La justicia también mirará la bancada que se conoce como BBB: Biblia, bala y bueyes: los proarmas, los terratenientes agrícolas, y los evangelistas ultraconservadores.
Ana Priscila Azevedo, la influencer siempre fue vista en los campamentos y manejando el asalto
En las calles, al lado de los asaltantes, la protagonista fue Ana Priscila Azevedo, de 38 años, aspirante a influencer de derecha en internet. El domingo por la mañana ya estaba en la explanada. A las 11:20 a. m., publicó un video en el que aseguraba a sus seguidores que el escenario estaba preparado para uno de los momentos más importantes de su vida. Acababa de hablar con dos policías, dijo, y “están completamente de nuestro lado”. Muy afín a la clase militar y al general Hamilton Mourão, quien fue vicepresidente durante el mandato de Jair Bolsonaro. Azevedo, junto con su marido Dom Werneck, buscaban que Mourão llegara a ser presidente en lugar de Bolsonaro.
Werneck, publicó imágenes en su canal de Telegram en el campamento de los bolsonaristas pidiendo a sus seguidores que arrimaran el hombro para conseguir alimentos y bebidas, e intentó coordinar el regreso de los asaltantes cuando toso había concluido. “Necesitamos ayudar a algunas personas a volver a casa!". Había 1.200 retenidos. Era el día después del golpe.