Los soldados, los guerrilleros rasos, los reclutados por bandas criminales y paramilitares, todos víctimas de una guerra a la que van sólo los hijos de las familias más humildes.
Tras desatarse la polémica por el vídeo de la Campaña de Juan Manuel Santos en donde le pregunta a un grupo de mujeres y hombres que si “¿prestarían a sus hijos para la guerra?” y estos responden que NO. Resulta hacerse necesaria esta pregunta: ¿Quiénes realmente van a la guerra?
Se han escuchado en diferentes medios de comunicación a varios representantes del Uribismo y de los militares retirados, argumentando que este vídeo “desmoraliza a las fuerzas armadas”, que es un vídeo “oportunista”, que “ofende a las madres de los oficiales muertos”… Un sin número de argumentos expuestos quizás por ideales políticos.
Pero nadie se ha atrevido a argumentar desde el punto de vista humanitario, desde el punto vista de las madres que son las que más desean que se termine esta guerra injusta, este conflicto armado que les ha arrebatado a lo más querido; a sus hijos.
Nadie ha mostrado la perspectiva de los padres de esos jóvenes o niños que mueren cada día como consecuencia del conflicto colombiano. Esos padres que reciben en muchas ocasiones a sus hijos en ataúdes o que encuentran sus cuerpos en fosas comunes; esos padres que nunca han vuelto a saber de ellos pues están desaparecidos.
Estos jóvenes y niños son en su gran mayoría hijos de familias rurales y urbanas muy humildes. Que gracias a la pobreza y a la segregación social caen en manos de grupos al margen de la ley o que no tienen la posibilidad de comprar una libreta militar que les permita evadir el servicio militar obligatorio. Estos jóvenes y niños que son colocados como carne de cañón en las primeras filas de combate de un conflicto que surge y se mantiene gracias a diferencias políticas e ideológicas de algunos sectores.
Sectores que no han representado a estas humildes familias, ya que ignoran la indolencia de esta absurda guerra. Una guerra que nunca enfrentan, ya que no son sus hijos los que empuñan las armas de la sed guerrerista que la alimentan con odio y miedo.
¿Hasta cuándo vamos a seguir con una guerra, en la que sólo participan los hijos ajenos? Es muy fácil hablar de guerra, hablar de seguridad, hablar de combatir al terrorismo; cuando las victimas las ponen otras familias.
No es sostenible hablar de un conflicto en la que mueren tantos colombianos, en el que nos matamos nosotros mismos por las diferencias de unos pocos.
Sergio Grandas Medina
@SergioGrandasM