Para nadie es un secreto que la desidia nos invade en una ciudad que ha sido saqueada como en aquellos tiempos en que el pirata, Francis Drake, tomó a la fuerza todos los tesoros que yacían en un puerto que prosperaba en medio del nuevo mundo.
En aquella época, luego de la victoria del pirata Drake en las Indias, la reina Isabel I de Inglaterra nombró caballero a este corsario en recompensa por todas las fechorías y andanzas que hizo como malandrían; ella le llamó a esto con gratitud servicio a la Corona. No es de extrañar que esta historia se parezca a lo que durante mucho tiempo hemos vivido en la ciudad, donde corsarios y piratas al mando de una Corona nos roban inescrupulosamente.
Lo más triste, sin duda, es que en los tiempos modernos los corsarios pasaron de ser ladrones y bandidos a ser amados y elegidos por voto popular; así como la reina Isabel I, al mando de la Corona inglesa de aquella época, recibía con gran felicidad las ganancias de estos robos.
En los tiempos modernos son las grandes casas políticas las que con gran exultación se contentan a costa del pueblo, pero sería cosa de tiempo para que la gente se hartara de los pintorescos títeres que descaradamente sin nada nos dejaban. Por eso en aquel 2019 aparecía un nuevo pirata que, aunque llegado de lejanas tierras, parecía todo un Robin Hood que con una nueva y astuta estrategia buscaría ganarse el favor de las masas.
Sin embargo, aquel arquetipo de forajido defensor de los pobres y oprimidos una vez en el poder, se autoproclamaría de pirata lobo a victorioso rey. Los decepcionados fueron muchos, pero los incrédulos aún se preguntan cómo es posible que este pirata llegara sin ninguna poderosa Corona detrás, y heridos en su orgullo acompañan al peligroso maleante hasta su final, pues "por lo menos no es de los mismos de siempre", gritan con fervor tanto los orgullosos reales como los perfiles falsos en redes sociales, y pobres de aquellos que se atrevan a criticar a la nueva Corona, pues su nueva ley moral dicta que si no lo habían hecho con los anteriores, han perdido todo derecho de hacerlo con su nuevo rey.
En sus andanzas ya está marcado por un 2020 en el que solo ejecutaría el 47 % del presupuesto destinado a inversiones, crearía insólitos contratos durante los tiempos de penumbra y pandemia, se retractaría innumerables veces por no medir sus palabras; encargó a una politóloga de la compra de equipos médicos, y culpó e insultó a su director del Dadis. Se divorciaría de su reina y la llamaría ambiciosa y malandrina; admitió dar puestos a una ministra de alto cargo, su propio hijo le reclamaría sus pésimas políticas, amenazó con darle golpes a un periodista y, por si fuera poco, se quedaría solo luego de pelearse con todos sus allegados.
Todo esto sin decir que en enero de 2021 fue el mes más violento en diez años, y el mes más violento en dos años en la ciudad, lo que demuestra la crisis de seguridad que vive la ciudad, donde reinan los atracos, los sicariatos y las vendettas.
Las estrategias de este viejo y curtido pirata se acaban. Su poder parece desaparecer, así como su gobierno, Tik Tok Tik Tok… Parece cosa de tiempo, la pregunta es: y ahora… ¿quién podrá defendernos?
