Las ciudades modernas están atrapadas viviendo un fenómeno peligroso, son grupos de numerosos jóvenes que se reúnen para practicar deportes de alta velocidad en sus motocicletas y algunos automóviles en lugares públicos .
Algo que era casi inofensivo en las ciudades intermedias se ha convertido en un problema de tránsito, de orden público y una papa caliente para todas las administraciones públicas, puesto que son muchos los que disfrutan de este tipo de eventos. Unos porque son adictos a la adrenalina y compiten en sus motocicletas a velocidades muy por encima de las permitidas en zonas residenciales, (las cuales son de 30 km por hora en zona residencial o escolar) ,otros porque les gusta ver las carreras que se programan en medio de apuestas o las que simplemente se entretejen con el fin de ganar honor en una noche en cualquier calle convertida en pista por estas multitudes desafiantes.
El problema cada día es más crítico, la policía nacional afirma que es un inconveniente del organismo de tránsito y las secretarias de movilidad devuelven la papa caliente a la policía.
Lo cierto es que cada día aumenta el público para este tipo de eventos ilegales y son cada vez más los que se arriesgan a competir en medio de todas esas vicisitudes. Esto los convierte en superhéroes para este grupo social, pero mientras tanto las autoridades tienen problemas de personal disponible, logística y normas legales para realizar operativos de control.
Lo cierto es que este tipo de manifestaciones cuasi deportivas son un peligro permanente para los peatones y en general para todos los actores de la vía, donde el mayor peligro es el atropello de una persona o una colisión con otro vehículo.
Líderes de las comunidades se preguntan a diario por qué las alcaldías, y en términos generales las autoridades, no hacen una alianza estratégica con el sector privado para que exista un escenario para la velocidad, donde los amantes de estas actividades puedan asistir y pagar por la entrada al lugar y estar cómodamente y con seguridad. Sin embargo, por más que se realice la pregunta, en la mayoría de las alcaldías no se le ha metido el diente a la gestión de los recursos para crear estas pistas de competición.
Mientras tanto continuarán las familias en alto riesgo de ser víctimas de un hecho de tránsito, y la policía y los organismos de tránsito seguirán desgastándose en la peor de las escenas, una caricaturesca foto de la película Rápidos y furiosos.
Se hace un llamado a todas las autoridades para que tomen cartas en el asunto.