Hace 13 años, exactamente el 26 de mayo de 2004, cuando se firmó el acta de acuerdo para levantar la huelga entre la USO y Ecopetrol, muchos tenían la sensación de que no se había ganado nada. 37 días duró y con la veloz declaratoria de ilegalidad vinieron 253 despidos.
Ya el gobierno había dividido la empresa mediante el decreto 1760 de 2003, había reducido derechos laborales para los trabajadores tercerizados de la industria mediante el decreto 3164 del mismo año. Para colmo de males, un laudo arbitral del 9 de diciembre de 2003 había eliminado cláusulas sensibles de la convención colectiva. Nada de eso pudo reversarse a través de la huelga y en cambio salieron muchos despedidos. Reinaban el desconsuelo y la desesperanza. Los artífices del golpe fueron Álvaro Uribe Vélez en la Presidencia de la República e Isaac Yanovich al frente de la petrolera, hoy casualmente en la junta directiva de Avianca.
Allí no terminaba todo, en el acuerdo se incluyó el compromiso de conformar un tribunal de arbitramento para estudiar los casos de los despedidos. El 21 de enero de 2005 ese tribunal ordenó el reintegro de algunos y validó el despido de otros. Otros tantos fueron reintegrados y posteriormente despedidos. El objetivo de Uribe y de Yanovich era acabar a la USO.
La organización sindical quedó muy golpeada. La mayoría de sus dirigentes y activistas fueron despedidos. Llegamos a la negociación de 2006 acordando lo mínimo.
Sin embargo, ante el riesgo de desaparecer, la USO decidió huir hacia adelante y reinventarse. Decidió emprender la afiliación masiva de trabajadores tercerizados y unir esfuerzos con las comunidades petroleras para recuperar lo perdido, si en 2005 éramos menos de 5000 afiliados hoy pasamos de 12 000. Un año después, en 2007, emprendimos la primera batalla en el Magdalena Medio que significó una importante victoria gremial y política que nos catapultó con mejor ánimo a la negociación de 2009.
Al mismo tiempo y con el apoyo incondicional de la CUT, se abrió el expediente 2355 en el Comité de Libertad Sindical, órgano de control de la OIT. Ese caso, luego de casi seis años, arrojó tres conclusiones importantes: a) el gobierno no podía declarar ilegal las huelgas como lo hizo en nuestro caso b) los despidos de la huelga de Ecopetrol eran contrarios a la libertad sindical y c) la huelga en el sector petrolero debe permitirse en Colombia.
Lo primero obligó al gobierno a presentar un proyecto de ley que se convirtió en la ley 1210 de 2008, quitándole la competencia de declaración de ilegalidad de las huelgas al Ministerio del Trabajo y se la entregó a la rama judicial, tal como lo ordena el derecho internacional del trabajo.
Lo segundo llevó al reintegro de todos los trabajadores despedidos y lo tercero aún hace parte de nuestra agenda pues el gobierno y el Congreso se resisten a regular el derecho de huelga en el sector petróleo, que no está prohibida sino limitada. Fue la primera huelga en la historia de la USO que no dejaba ningún damnificado.
Sin embargo, la actuación de la empresa nos hizo mucho daño. Nos ha costado recuperar la confianza de las bases. Desde ese año no nos hemos atrevido a hacer otra huelga y cuando se menciona la posibilidad se vienen a la mente de los trabajadores los trágicos sin sabores producto de la conducta antisindical del gobierno y de Ecopetrol. Pero las cosas han ido cambiando y eso se pondrá de presente en la próxima negociación de 2018.
Los pilotos que acaban de levantar su heroica y valiente huelga
ahora se benefician de la ley 1210 de 2008 que se parió, entre otras cosas,
gracias a la lucha de USO, que tuvo que sufrir para lograrlo
Los pilotos que acaban de levantar su heroica y valiente huelga ahora se benefician de la ley 1210 de 2008 que se parió, entre otras cosas, gracias a la lucha de USO, quien tuvo que sufrir para lograrlo. Así está construida la historia de los trabajadores y de las luchas sociales y sindicales. Unas generaciones se benefician de las luchas de sus antepasados, luchas invisibilizadas y otras hasta desconocidas por el establecimiento y los empresarios. Gracias a esa ley, hoy, a casi dos meses de haberse iniciado la huelga en Avianca, la misma tiene presunción de legalidad y la Corte no tiene una fácil decisión en sus manos debido a las decenas de recomendaciones emitidas por los órganos de control de la OIT que han sido construidas con el sufrimiento de organizaciones sindicales y trabajadores. Por eso mismo, Avianca no ha podido despedir pilotos. De no existir la ley 1210, el primer día de huelga ya habría despedido a muchos.
Por eso afirmo, sin temor a equivocarme, que los pilotos ganaron. Develaron la ineptitud de la autoridad del trabajo, quien tendrá que dar muchas explicaciones internacionales. Pusieron a medio país a hablar de derechos sociales y laborales y lograron poner en la agenda pública un derecho que está en debate mundial: el derecho de huelga. Ganaron dignidad, ganaron respeto. Antes, sus luchas eran aisladas y desconocidas por vastos sectores de la sociedad, hoy todo el país conoció de su hazaña.
Enfrentar al capital económico patrocinador de billonarias pautas publicitarias y amigo del gobierno no es tarea fácil. Y en medio de esa batalla, aprendieron. Y aprender también es una gran ganancia. Aprendieron que no se puede seguir peleando solos, que hay que reinventarse, agremiarse nacional e internacionalmente, pero sobre todo representar a los más débiles y explotados de la cadena de valor del transporte aéreo: los tercerizados.
Aprendieron que no se puede seguir peleando solos,
que hay que reinventarse, agremiarse nacional e internacionalmente,
pero sobre todo representar a los más débiles: los tercerizados.
Acdac, ganó del Defensor del Pueblo el compromiso de acompañar sus luchas jurídicas lo cual es importante si se tiene en cuenta que es la única autoridad que puede insistir ante la Corte Constitucional la revisión de acciones de tutela, que vendría bien que sentara jurisprudencia de avanzada en favor de los trabajadores del país en materia de negociación colectiva y huelga.
Los que nunca han luchado un solo día seguramente dirán que estas son victorias pírricas. Pero los que a diario luchamos desde el sindicalismo, conocemos que del acumulado de esas victorias es que está construida la difícil lucha social y sindical en un país como Colombia que aún es uno de los peores países del mundo para las organizaciones de trabajadores.
Los pilotos ganaron y desde esta tribuna mi reconocimiento a su coraje. La lucha continúa y nunca volverán a estar solos.