Los Petro y los Gutiérrez, una amistad que podría terminar mal

Los Petro y los Gutiérrez, una amistad que podría terminar mal

Los Gutiérrez siempre han estado presentes en la vida de Gustavo Petro. Una amistad reforzada por Verónica Alcocer, la esposa del alcalde, que puede enredarlo. Esta es la historia

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julio 09, 2014
Los Petro y los Gutiérrez, una amistad que podría terminar mal

Finalizando los años setenta, a Luis Eduardo Gutiérrez, quien ya era un potentado empresario de la papa, le picó el bichito de la política. Por ese entonces se lanzó al concejo de Zipaquirá donde de inmediato llegó a ocupar una curul. A mitad de aquel camino, Gutiérrez -que ya rondaba los 50 años de edad- se vio sorprendido por la figura de un menudo y joven activista político de nombre Gustavo Petro, que con apenas 21 años era capaz de liderar marchas y convocar en plaza pública a gran cantidad de zipaquireños. Los dos, entonces, comenzarían una amistad basada en diálogos sobre política regional y la equidad social.

Con tal admiración por aquel muchacho, que de la cultura costeña traía muy poco, Luis Eduardo Gutiérrez decidió hacer todo el lobby del caso para que Gustavo Petro se convirtiera en Personero Municipal. A pesar de estar en orillas opuestas (Gutiérrez era miembro del Partido Conservador y Petro se cobijaba bajo la sombra de la Anapo), sus pulsiones se juntarían de nuevo en medio de una protesta social ocurrida en 1981. Resulta que una docena de humildes familias habían invadido unas tierras pertenecientes a la curia de Zipaquirá. Ante la pobreza, pero además porque dentro de los grupos familiares habían varios simpatizantes del Movimiento 19 de abril (M-19), Petro tomaría las banderas de esa pelea para que los invasores no fueran desalojados. A su vez, el zar de la papa y concejal del municipio, Luis Eduardo Gutiérrez, intermediaría entre la iglesia y gobierno.

Los dos ganaron la batalla. Aquellos lotes fueron cedidos por la Iglesia y aquel barrio de invasión pasaría a llamarse Bolívar 83. Incluso, el empresario Gutiérrez realizaría una campaña de recolección de fondos los cuales fueron destinados para levantar las primeras casas. Tiempo después, exactamente en 1984, Petro fue elegido concejal de Zipaquirá, decidiendo que su vida de ahí en adelante sería la política. Mientras tanto Gutiérrez decidiría que lo suyo no era aquel escenario y que se dedicaría al mundo empresarial, hasta llegar a convertirse en el zar de la papa en Colombia.

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Luis Eduardo Gutiérrez, el zar de la papa en los años setenta, cuando apenas construía su imperio

Petro no ejerció por mucho tiempo su labor como concejal. Todo porque en 1984 hizo pública su simpatía con el grupo insurgente M-19. De hecho, en secreto, Petro era un militante radical de dicha guerrilla, tanto así que al año siguiente fue capturado en el barrio Bolívar 83, -sí, el mismo que había ayudado a fundar-, acusado de rebelión y porte ilegal de armas. Curiosamente, muchos años después, cuando Petro ya era un reconocido político y Gutiérrez un magnate del mundo agrícola, el empresario se enteraría que mucho antes de conocerse, el joven Gustavo que llevaba el sobrenombre de Aureliano, había fraguado un plan para secuestrar al empresario de la papa y así poder recoger algunos fondos para financiar los objetivos políticos del M-19. El plan nunca se llevó a cabo y al contrario la vida los convertiría en buenos amigos.

Después de más de dos años en prisión, otros en la clandestinidad, más los meses de aquel proceso de paz en el cual el M-19 se desmovilizó, además de la nueva senda política que retomó Petro, la amistad con Gutiérrez se diluyó por una década en los anaqueles del olvido. Pero sus vidas se volvieron encontrar en un escenario totalmente opuesto al de la política y mucho menos al de los negocios; curiosamente, los uniría la parentela.

Las responsables de aquel reencuentro fueron las hermanas María Teresa y Verónica Alcocer. A finales de los años ochenta Carlos Alberto Gutiérrez Robayo, el tercero de los cinco hijos de Luis Eduardo Gutiérrez, contrajo matrimonio con María Teresa Alcocer. Este muchacho ya se había graduado como médico veterinario y también se había especializado en genética en una universidad de los Estados Unidos. Al tiempo de su prometedora carreta tuvo su primer hijo con María Teresa y crearía la compañía CGR Biotecnología Reproductiva, una empresa que con el tiempo se convirtió en líder del mercado ganadero, pero además en la base de una acaudalada fortuna del hombre que le sacaría la vena empresarial a su papá, el rey de la papa.

Es por ello que cuando Petro conoció a Verónica Alcocer, se volvió a reencontrar con la familia Gutiérrez Robayo. Gustavo y Verónica se casaron en el año 1998, temporada por la cual el congresista comenzó a adquirir el respeto y la influencia política por sus denuncias sobre el paramilitarismo y otras desgracias de la corruptela política del país. Tanto en los días de portadas de periódicos, ovaciones y aplausos, Petro frecuentaba socialmente a los Gutiérrez. Pero también lo siguió haciendo en las épocas de sequía y humo cuando se quemó en las elecciones Presidenciales del año 2010 y se quedó sin un escaño en el Congreso y mucho menos en el gobierno de turno. Cuentan personas cercanas que incluso, como cualquier amigo que está en las duras y las maduras, el acaudalado Carlos Alberto le llegó a prestar algún dinero a Petro para cubrir los gastos familiares, como la pensión de estudios de sus hijos. No fueron más de 20 millones de pesos, que Petro pagó más tarde con su sueldo como alcalde de Bogotá en cómodas cuotas de un hombre que en palabras del propio Carlos Alberto Gutiérrez “en la vida sus mayores aspiraciones económicas es tener una casa con patio para los perros, una sala donde leer y si acaso un televisor”.

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Carlos Alberto Gutiérrez, hijo del zar de la papa, cuando fue premiado por la Cámara Junior de Colombia por sus investigaciones en genética

Por su lado el patriarca Luis Eduardo Gutiérrez Méndez, a finales de los años ochenta llegó a convertirse en el mayor productor de papa del mundo, reconocimiento hecho en el Congreso Mundial de Papa de Canadá . Para el año 2009 el periódico El Tiempo registraba que el emporio de los Gutiérrez sembraba más de 1500 hectáreas de papa, pero además, había pasado en los años 50 de brindarle trabajo a 15 personas, para tener por estos días más de 1000 empleados. Curiosamente pese a su riqueza monetaria, Gutiérrez nunca quiso salir de Zipaquirá y su grupo empresarial funciona en ese pequeño municipio. No obstante, el mito de ser uno de los hombres más ricos del país, se catapultó cuando, debido a la topografía, el estado de las carreteras y el aumento de la delincuencia en todas sus formas, se vio obligado a comparar un helicóptero para movilizarse por sus extensas tierras; tanto como para ver en qué podía mejorar las formas de cultivos, como para pagar la nómina.

Después del secuestro de su hija menor, también se vio en la obligación de comenzar a andar con guardaespaldas, es por eso que en el centro de abastos más grande del país (CORABASTOS), se sabe que si a las tres de la mañana comienza a llegar una caravana de carros blindados es porque ha llegado el Rey de la papa, quien por lo menos dos veces a la semana visita Bogotá. Su emporio no solo se quedaría en la siembra se papa. Su hijo Carlos Alberto lo llevaría de la mano al mundo de la ganadería. Juntos empezarían el negocio del levante de ganado de primera línea. Pero con un plus: tal parece que para alimentar de la mejor manera al ganado lechero, Gutiérrez descubriría que la papa pequeña era una gran proteína para las vacas. Aquello se lo reconocería la Asociación Nacional de Productores de Leche (Analac): “tiene uno de los rendimientos y tasas de rentabilidad más altas”, cita la revista Dinero en un informe del año 2008.

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El zar de la papa junto a sus tres hijos. De izquierda a derecha Luis Eduardo, Carlos Alberto y Jairo.

A su vez, su hijo Carlos Alberto después de tener éxito con su empresa ganadera, en la cual ha llegado al punto de poder levantar, según expertos, la mejor carne Angus del país, también de manera promisoria en 20 años de labores extendió sus negocios hacia otros sectores. Dentro de las 17 empresas que dirige su conglomerado, se encuentra la exportación de carbón, acciones petroleras y proyectos ferroviarios. Sin embargo, su hoja de vida se ha visto manchada desde que empezó a prestar dinero. Lo hizo con los controvertidos primos Nule, de quienes se dice le devolverían los favores con participaciones en los contratos nacionales que tenían estos costeños; pero esto lo ha negado Gutierrez quién incluso ha dicho que los Nule lo tumbaron y no le han pagado los 1600 millones de pesos a intereses que les facilitó.

Pero su nombre ha posado los titulares de la prensa no por ser un exitoso empresario ni por haber sido tumbado por los Nule, sino por unas denuncias de su presunta injerencia e influencia en la alcaldía de Gustavo Petro. El periodista Yesid Lancheros, en un reciente informe en el periódico El Tiempo dejó en entredicho los actos del heredero del imperio de la papa. Según el periodista, Carlos Alberto Gutiérrez habría movido todas sus influencias para  prorrogar los contratos de la empresa Transmilenio durante tres años más para los cinco operadores de las fases 1 y 2. Un negocio por el cual, afirma la investigación de Lancheros y sus fuentes, el potentado empresario Gutiérrez habría recibido una coima de 3000 millones de pesos. Este caso ya está en manos de la justicia, quienes dirán si este joven que creció yendo a los cultivos de papa de su padre en helicóptero y teniendo todas las comodidades del mundo, traicionó la amistad que el alcalde Gustavo Petro ha fraguado con su familia desde las épocas en que los Petro y Gutiérrez veían a Zipaquirá como la tierra más primorosa.

Por @PachoEscobar

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