Frente a la sede principal de la campaña de Gustavo Petro, en Teusaquillo, Jorge Rojas, uno de sus hombres más cercanos, esperaba con un grupo de asesores y abogados del candidato las 4 de la tarde. Un taxista pasó con la ventana abajo y les gritó: "viva duque". Como si lo hubieran practicado, el grupo petrista respondió al unísono y entre risas: "¡Qué viva!".
A las 4 de la tarde en punto, veinte cuadras al sur en el Centro de Convenciones Gonzalo Jimenez de Quesada, mientras el registrador Juan Carlos Galindo anunciaba el cierre de las mesas de votación, en la tarima la Banda de Vientos, un grupo de jovenes de todo Bogotá, cerraba una canción con una tuba imponente y una trompeta que rompió el nerviosismo de la atmósfera. Comenzaba la hora cero. De aquí en adelante todo estaba en manos de la Registraduria.
Y un grupo de testigos electorales, más de 30.000 de la campaña de Petro, vigilaron los resultados. A los 10 minutos el primer boletín fue un golpe condundente: 53% para Iván Duque, 42.9 % para Gustavo Petro y 1 millón de votos de diferencia. El resultado opacó la música que intentaba mantener los ánimos arriba. "Le pusimos el alma a esta campaña, lo dejamos todo", me aseguró José Cuesta, excandidato a la Cámara de Representantes por Bogotá.
Cuando el 45% de las mesas ya habían sido informadas, la diferencia entre los dos candidatos se mantenía en los 20 puntos. El silencio en el recinto ya era una constante a pesar de que Bogotá, la ciudad en la que alguna vez Gustavo Petro miraba como su fortín electoral hasta la primera vuelta, cuando Sergio Fajardo y Duque le ganaron, se había volcado nuevamente hacia su exalcalde.
Cuarenta minutos después del cierre de las mesas, con una tendencia que convertía a Iván Duque en el próximo Presidente, los seguidores de Gustavo Petro, con sus camisetas blancas, gorras de colores y cientos de globos y carteles, se resignaba con el resultado. Entre abrazos y lágrimas los más jóvenes, ilusionados con el fervor político de las elecciones, veían la pantalla que los enfrentaba con una realidad que no querían aceptar. Laura González, estudiante de la Universidad Javeriana, se quitó las gafas para limpiarse los ojos mientras me decía que Petro seguiría siendo su Presidente.
Las cartas fueron jugadas e Iván Duque salió victorioso. A las 5 de la tarde llegaron las figuras que acompañaron públicamente a Petro: María José Pizarro, el senador Iván Cepeda, la candidata al senado Gloria Flórez entraron al centro de convenciones en medio de aplausos, pero en todos se vio la derrota dibujada en el rostro. Durante los próximos cuatro años, Gustavo Petro, con un poco más de 8 millones de votos, se convertía en la fuerza de oposición más grande del país: "Yo no me siento derrotado. Somos ocho millones de personas libres"