Para un negro que nació en la Boquilla y cuyas generaciones anteriores también nacieron en este lugar fundado en el siglo XVIII, le queda difícil acceder a la playa. Si quisiera hacerlo de la mejor forma tendría que cruzar el lobby del hotel Hollyday Inn, un privilegio que tienen los huéspedes que pueden pagar hasta 500 mil pesos la noche por una habitación. La Boquilla, hasta hace unas décadas, tenía la estructura con la que fue fundada: eran dos calles de casas de madera cuyos habitantes se dedicaban a la pesca de sábalos con arpón en plena ciénaga. Los gitanos eran los que traían el agua corriente.
Es que por un error de planificación de las administraciones municipales no existe un camino asfaltado para entrar a uno de los lugares de mayor proyección turística de Cartagena. En ese lugar han sido construidos dos de los complejos turísticos más costosos y lujosos de la Heroica: Barcelona de Indias y Serena del Mar. Entre los planos que prefiguran la extensión de las urbanizaciones no está previsto qué van a hacer con los pueblos de pescadores de Tierra Baja, Punta Canoa, Manzanilla del mar o La Boquilla, comunidades que llevan siglos asentados allí. Aunque muchos resisten otros han sido comprados con muy pocos millones, con “espejitos” como le dijo a la Vanguardia de Barcelona uno de los pescadores del lugar.
Cartagena es una de las ciudades más desiguales del mundo, la pobreza absoluta sube al 27% y en esta ciudad conviven tres ciudades: una parecida a Miami que vendría ser todo el sector de Bocagrande y el Lagito, La Habana vieja que es la ciudad amurallada, protegida de la torre del reloj para allá de cualquier vestigio de cartagenidad verdadera y que, con Getsemaní al lado, tiene algo para el que aún puede esperar un vestigio bohemio en Cartagena y el resto que es Puerto Príncipe, barrios sin alcantarillado, con calles llenas de lodo, sin oportunidades y sumidos en la pobreza total y desesperanzada.
A cinco kilómetros al norte de la Boquilla, después de los Morros, está Barcelona de Indias. Promovido por Arturo Cepeda, director de Barajas Constructores, promueve las casas en los barrios homónimos de Barcelona: Pedrables, cuyas casas pueden costar 3.000 millones de pesos. Los barrios se llaman Sarriá o Gaudí, en un intento por parecerse a la ciudad condal. En ese sector de Cartagena se están construyendo siete hoteles.
Al otro lado del viaducto de la Ciénaga está el otro gran proyecto, Serena del Mar, con más de 1.000 hectáreas. El barrio tendrá un hospital privado y un complejo universitario. Es un proyecto de la familia Haime, multimillonarios empresarios y este proyecto lo dirige Rafael del Castillo. Entre otras ventajas que tendrá Sirena del Mar estará un campo de gol diseñado por el prestigioso Robert Trent Jones y un canal entre la ciénaga y el mar que será ideal para motos acuáticas y yates.
Todo este progreso ha generado un nuevo desplazamiento: los vecinos de la Boquilla, quienes en el 2012, durante la visita de Barack Obama a Cartagena consiguieron los títulos de propiedad pero no les servirá de nada, ahora sólo les quedará irse. Son más de 3.000 familias las que tendrán que dejar el lugar donde nacieron, donde vivieron sus antepasados, para darle paso al progreso.
*Datos del artículos tomados de La Vanguardia de Barcelona.