Siempre me causó inquietud el hecho de que aquí en Colombia los medios de comunicación sacaran a personas vulnerables haciendo denuncias gravísimas con la supuesta protección de su identidad, cuando el televidente podía reconocer perfectamente a la persona que estaba hablando, pues solo se le hace un sombreado inocuo y no se le distorsiona la voz. Y sí, esta inquietud me fue confirmada hace unos días, cuando supe la historia de unas personas que conozco hace varios años, personas ya mayores, a quienes una periodista entrevistó, les prometió proteger su identidad, pero cuando salió la nota, no se cumplió la promesa. La consecuencias no se hicieron esperar, estas fueron amenazadas e intimidadas, tanto que su salud se deterioró y tuvieron que dejar una casa cómoda, edificada con gran esfuerzo, y un negocio pequeño que era su sustento, y buscar otro lugar lejano donde protegerse de las amenazas de quienes se sintieron delatados con sus declaraciones. Qué falta de ética, qué manera de poner en riesgo a las personas sencillas. Los medios, pese a que la corte en una sentencia dispone que si un medio de comunicación divulga datos sensibles que una persona ha entregado solicitando respeto por su anonimato incurre en responsabilidad social, no se dan cuenta que juegan con la vida e integridad de una familia, de unas personas que de buena voluntad les dieron una información, sobre todo las pertenecientes a sectores vulnerables del campo o la ciudad. Lo importante es la chiva, es mostrar algo, sin tener en cuenta que el desenlace podría ser fatal, sin proteger a su fuente. Cómo se espera que la gente colabore con las autoridades, con los medios, con la denuncia, si nadie los protege. En cambio, es habitual ver cómo a los verdaderos delincuentes sí los salvaguardan, a ellos sí les distorsionan sus rostros o al menos sobreponen un sombreado sobre los presuntos, así hayan sido cogidos en flagrancia, delincuentes.
Los periodistas delatores
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