Miles de mujeres venezolanas emigraron a Colombia en busca de mejor vida, pero en cambio encontraron un mundo de dificultades como migrantes. Sentada en un taburete percudido por el tiempo, o recogiendo los materiales que recicló en la madrugada en las calles de Fonseca, municipio al que llegó hace cuatro años, Valeria Montiel o Mamita cómo prefiere que la llamen, es un testimonio real de cómo les ha tocado vivir a las mujeres migrantes en Colombia, y cuáles son sus sufrimientos.
Valeria del Carmen no es la única en esta condición. Según Migración Colombia cerca de 2,5 millones de venezolanos han cruzado la frontera, en su mayoría son mujeres. Claro que estos fríos datos no reflejan la dimensión del sufrimiento en el que están sumidas las personas a las que les tocó venirse a vivir a Colombia, donde las mujeres son las que peor les va.
Con solo tres mudas de ropa y una mochila llena de esperanzas, Valeria del Carmen Montiel González emprendió en 2018 un viaje desde la Villa del Rosario, un pueblo que está detrás de la Serranía del Perijá, Estado Zulia, hasta las Marimondas -vereda de Fonseca, La Guajira, caminó por las trochas de la serranía del Perijá con un solo objetivo: llegar hasta donde vive su hermana.
El sol en estas tierras es inclemente, el polvo se traga los zapatos, cada paso se convierte en un martirio. Después de dos días de haber caminado tanto, con pocos ratos de descanso, y apenas recuperándose de este duro viaje, agotada, encalambrada y deshidratada, Valeria no se rindió y empezó a trabajar recogiendo café en las fincas más cercanas, motivada por un solo pensamiento: conseguir el dinero para enviarle los pasajes a sus hijas a quienes dejó en Venezuela, para que así no les tocara atravesar los difíciles caminos que ella transitó.
Mientras Valeria sueña con el encuentro anhelado: abrazar con ternura a sus pequeñas hijas, está gran mujer recuerda entre risas y lágrimas que a pesar de las dificultades parte de su objetivo ¡fue logrado!
La frontera colombo-venezolana, hoy por hoy el limite internacional de mayor flujo de migrantes del mundo, cerca de dos millones de personas anualmente, supera casos como el de Siria y sufre actualmente una crisis humanitaria, las trochas ilegales son controladas por grupos armados, como el Tren de Aragua y el ELN.
El tráfico de personas, de drogas y de armas, son el común denominador de una situación que se espera termine con el restablecimiento de las relaciones entre Venezuela y Colombia después del reciente encuentro en el palacio de Miraflores entre los mandatarios Nicolás Maduro y Gustavo Petro.
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