La Federación de ciclismo colombiano no tiene presidente, tiene un amo y señor: Jorge Ovidio González. Y así ha actuado durante los diez años en los que ha tenido el mando, con consecuencias negativas para los ciclistas encargados de competir internacionalmente.
El ciclista caldense Fabián Puerta era el gran favorito para ganarse la medalla de oro olímpica en la prueba de Keirin en Rio de Janeiro. Venía de ganar tres medallas de oro en una Copa del Mundo de pista. Sus rivales europeos le temían. Estaba todo dado para imponerse en los Juegos Olímpicos de Rio. Sin embargo su llegada al país para comenzar el viaje rumbo a Rio no tuvo sino dificultades con un gran ausente: la Federación de ciclistas. Primero tuvo que esperar 24 horas en las salas del José María Córdoba de Rionegro. Después de cinco horas de vuelo en Rio lo esperaba una aburridora sorpresa: un control anti doping. Nadie de la Federación lo esperaba. Lo trasladaron del aeropuerto hasta una oficina al otro lado de la ciudad hasta que lo dejaron ir. Por sus propios medios tomó un taxi y se perdió en esa selva de cemento. Llegó a la Villa Olímpica como pudo, reventado, con 48 horas perdidas, sin que nadie de la Federación de Ciclismo respondiera por él. Al final su esfuerzo solo le alcanzó para obtener un diploma olímpico.
En las mismas olimpiadas, en la prueba de ruta femenina, la ciclista Ana Sanabria corrió los 130 kilómetros en el más completo abandono. Su bicicleta la trajo desde Colombia. No hubo ningún carro de la Federación asistiéndola en el recorrido. Cuando llegó a meta, fundida, en la casilla 40 a más de 10 minutos de la ganadora, no había ningún representante colombiano esperándola al menos con un bidón de agua. Ella misma tuvo que irse, pedaleando su bicicleta, hasta la Villa Olímpica.
No existe en el pelotón internacional alguien más respetado que Fernando Gaviria. A sus 22 años es uno de los grandes prospectos mundiales. Su equipo belga, el Ettix-Quick Step lo trata como una joya. Ha sido campeón mundial en pista y en ruta ya le ha ganado etapas a los mejores embaladores europeos. El año pasado, después de tener que esperar en un hotel en Londres, horas antes del Campeonato Mundial de Pista, Gaviria publicó este reclamo en twitter culpando directamente a Fedeciclismo.
Cinco meses después, en los Olímpicos, Gaviria esperó un día entero en el aeropuerto José María Córdoba y, una vez llegó, en Río de Janeiro, espero otras seis horas porque alguien de Coldeportes o de Fedeciclismo se ocupara de él. Su rabia la expresó en este trino:
Una vez terminó la competencia, en donde no alcanzó el objetivo que era una medalla, Fernando Gaviria renunció a representar a Colombia en las competencias internacionales. Ahora se dedicará, únicamente, a las pruebas de rutas con su equipo belga. Edwin Ávila, campeón mundial de pista y Winner Annacona, ciclista del Movistar Team, el mejor equipo según la UCI, también han elevado su inconformismo con los incumplimientos de la Federación.
El trato a las nuevas promesas por parte de la Fedeciclismo, también es lamentable. Antes de coronarse internacionalmente, el boyacense Egan Bernal se tuvo que abrir paso en Europa ayudado por su papá y por patrocinadores de su tierra. Se repetía la historia de Nairo, quien se fue a los 22 años a Europa y la de Rigoberto Urán, adoptado a los 19 años en su momento por una pareja de italianos y la de Sergio Luis Henao, quien salió a Inglaterra a los 23 años, y la de Esteban Cháves, contratado a los 21 por el Orica australiano. De no asumir su propia suerte para volar lejos habrían terminados hundidos en el juego sucio del doping que impera en las competencias ciclistas nacionales en un país donde no existe control antidoping.
La Vuelta a Colombia, la competencia insigne del deporte colombiano, paralizaba el país hasta los años ochenta. Por las carreteras del país se veían figuras como los franceses Bernalt Hinault y Laurent Fignon. De un momento a otro la Vuelta dejó de ser importante para el país. La inexistencia de controles antidoping hicieron que deportistas mayores de 35 años como el español Oscar Sevilla se adueñaran de la camiseta de líder. Hoy ya ni siquiera se televisa la competición. Querían hacer una Vuelta del Café. Había inversionistas internacionales dispuestos a invertir recursos. Pero Fedeciclismo entorpeció las negociaciones y los aficionados nos quedamos esperando para ver a los Niballi, a los Froome, a Contador en nuestras carreteras. Las clásicas menores se ven todavía más afectadas. En esta foto podemos ver como un ciclista joven puede sufrir en una clásica como la de Fusa.
Además la Federación no responde por los gastos de alimentación, transporte y hospedaje cuando un ciclista es convocado a la selección nacional para las competencias, como se ve en esta carta.
El campeón Nairo Quintana asumió la defensa de los ciclistas que quieren llegar lejos y no dudó en volver publica sus críticas a la Federación y la cuestionada gestión de Jorge Ovidio González quien reaccionó agresivamente desviando el foco de los planteamientos de Nairo, atreviéndose incluso a insultarlo en una declaración radial: “Nairo es un muchachito desenfocado, más pedaleado que una cadena”.
Aunque el director de Fedeciclismo quiere tapar el sol con las manos la catarata de críticas crece con un memorial de agravios por los Incumplimientos y abandono a los ciclistas en mundiales, y olimpiadas; por haber convertido a la Vuelta a Colombia en una competencia sin ninguna importancia en el calendario ciclístico internacional. Se suman a éstas las repetidas denuncias de las que ha sido objeto por parte de prestigiosos columnistas como Gustavo Duncan y forman parte de los reclamos de Nairo Quintana no sean sólo una pataleta.
