Cuando se lesionó por tercera vez en ese fatídico 2014, Radamel Falcao creyó que su carrera se acabaría a los 28 años. Él, que siempre fue el primero en llegar al entrenamiento, que se rompía el lomo más que cualquier otro futbolista, que siempre fue sordo a los elogios de Guardiola quien dijo que era el mejor delantero del mundo, ahora tenía que ver como su rodilla le decía que no iba más.
Una de las primeras cosas que hizo, antes de refugiarse en Lorelei Tarón, la cantante de góspel argentina con la que se casó en el 2007, en su papá Radamel, quien fuera también futbolista, fue llamar a Silvano Espíndola el pastor argentino que lo transformó en una súper estrella.
Espíndola llegó a jugar a Millonarios a comienzos de los años setenta. En su paso por el Tolima conoció a Radamel. Se hicieron grandes amigos. La confianza se afianzó aún más cuando volvieron a coincidir en el Unión Magdalena. Justo el 10 de febrero de 1986, cuando Radamel nacía, Espíndola lo tenía en sus brazos. El argentino se fue al año a Bogotá. Las cosas se habían puesto difíciles. Una lesión lo sacó del fútbol. Su vida cambió cuando conoció a Darío Silva Silva.
A finales de los años setenta Silva era uno de los periodistas más conocidos de Colombia. Su noticiero, Noticolor, era una referencia de miles de personas. En 1982, una vez empezó el gobierno del conservador Belisario Betancur, su ministro de comunicaciones, Bernardo Ramírez, ordenó el cierre del noticiero. Con ésta medida Silva quedaría con una deuda de dos millones de dólares de la época. Llegó a contemplar pegarse un tiro en la sien. Fue allí cuando, después de estar en un grupo de oración conoció a Esther Lucía Ángel, la mujer que le prestó el dinero para salir de deudas, con la que se casaría y fundaría, en 1987, la iglesia Casa Sobre la Roca. Espíndola, quien se había consagrado de lleno a la labor religiosa convirtiéndose en pastor, también pudo abrir Fair Play su escuela de futbolistas.
Las cosas para Radamel tampoco eran las mejores. Para sostener a su familia tenía que manejar por Santa Marta un taxi destartalado. Muchos de sus amigos, entre ellos Espíndola, le aconsejaron que se fuera a Bogotá. Así que Falcaollegó a la capital cuando apenas tenía 10 años.
Un día Radamel llevó a su hijo a Fair Play. Espíndola, apenas lo vio jugar, tuvo la certeza de que era diferente. Lo matricularon en el Gimnasio Cristiano, colegio perteneciente a la Iglesia que está ubicado en Cota. La vida del pequeño jugador se transformó en un rutinario tríptico: ir a la iglesia, al colegio y a Fair Play. Los resultados pronto se dieron: en 1999 Radamel Falcao García, con 13 años, se convertía en el jugador más joven en debutar en el fútbol profesional colombiano.
El joven Falcao era un cristiano ejemplar. Silvano fue su guía. Al ser un jugador superdotado acostumbraba a ser soberbio en la cancha de juego. Espíndola lo invitaba a los sermones que ofrecía en Casa Sobre la Roca y luego lo llevaba a dar largos paseos “vos sos el mejor jugador del equipo. Si vos regañás a tus compañeros, se van a caer; si lo regaña algún otro no les importa, pero en cambio si los animás, vas a tener diez fieras atrás, porque sos un referente”. Falcao, obediente, entendió el mensaje y lo atesoró para ser el mejor de su categoría en River y luego convertirse en la figura del equipo millonario.
No importaba lo lejos que estuviera siempre estaba pendiente de Casa sobre la roca. En Argentina, Portugal, España o el Principado, Falcao no dejaba de llamar, de pedirle consejo a Espíndola. En junio del 2013 parecía que todas las oraciones se habían cumplido: Radamel Falcao era vendido, en 60 millones de euros al Mónaco. En octubre de ese mismo año logró la clasificación al mundial pero tres meses después, mientras jugaba un partido de la Copa de Francia contra un rival de la cuarta categoría, un profesor de origen turco llamado Soren Eterk lo lesionó accidentalmente: se le habían roto, por tercera vez en su carrera, los ligamentos de su pierna izquierda.
La historia la conocen todos: se sometió a una operación de la mano del portugués José Carlos Noronha, el mejor del mundo en su especialidad. En su afán por llegar al mundial se forzó demasiado y aparecieron lesiones que le impidieron triunfar en el Manchester United y en el Chelsea. En el verano pasado se esperaba lo peor. Ningún equipo de Europa lo quería, decían que ya nunca sería el mismo, que la lesión de rodilla era irrecuperable, que, con suerte, volvería a jugar pero en La China. Las llamadas a Espíndola se repetían, le decían que creyera, que trabajara, que iba a estar listo.
En menos de dos meses Radamel Falcao García volvió a ser el delantero que atemorizaba Europa. Ahora ha vuelto, después de más de un año de ausencia, a ponerse la camiseta de la selección Colombia de la que es su máximo artillero. Él está convencido que la ayuda espiritual de Espíndola y Darío Silva Silva fue fundamental para su recuperación.
No importa lo que haya sido el país está de fiesta. El Tigre ha vuelto.