Una serie de gobiernos y voces políticas que muchos tildan de progresistas o de izquierda están reemergiendo en Latinoamérica. Este fenómeno trae consigo nuevas implicaciones para el escenario político y sus actores en la región.
Las tendencias políticas en América Latina están pasando por una época de grandes cambios. Movimientos comúnmente asociados a ideas progresistas o de izquierda han ido cobrando cada vez más poder en la región, tomando el lugar previamente ocupado por gobiernos conservadores. Tal ha sido el caso en naciones como El Salvador, Chile, Perú, Argentina y más recientemente Colombia, con la posesión del presidente Gustavo Petro el pasado domingo 7 de agosto.
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La llegada de nuevos líderes y voces al escenario político suramericano son solo parte de los síntomas de una crisis que está sufriendo la política tradicional en toda la región, donde los partidos tradicionales están perdiendo su influencia, a la vez siendo reemplazados por grupos y movimientos de oposición.
“Este fenómeno da cuenta de las demandas, las voces, las problemáticas y las limitaciones que vinieron como consecuencia de algunas de las políticas de los gobiernos conservadores en periodos anteriores”, explica Nicolás Panotto, académico e investigador argentino y director de la organización religiosa Otros Cruces.
Panotto define a estas nuevas voces que no forman parte de la tradición política como outsiders. Aunque algunas pueden provenir de personas u organizaciones con experiencia en el mundo político, este no siempre es el caso ni es un requisito.
Él destaca la fuerza que tiene la religión en Latinoamérica y cómo las alteraciones en el campo político han permitido que las voces religiosas cobren no solo mayor visibilidad, sino también la confianza de las masas. Según cifras de Statista, para el 2020, al menos un 81 por ciento de la población latinoamericana pertenecía a alguna religión.
Estas voces han ido cobrando cada vez más visibilidad precisamente porque son estas las que ofrecen respuestas más eficientes y específicas a problemáticas relevantes para la sociedad, como lo son temas relacionados con políticas públicas y de género, a la educación sexual, a la inclusividad y al sistema democrático, entre otros.
“Vemos que en América Latina, las comunidades religiosas, especialmente aquellas con una mayoría de voces más conservadoras, están teniendo una visibilidad mucho mayor”, explica el director de Otros Cruces.
“Esto se debe a que el campo religioso logró entrar en el marco de esta resignificación de la institucionalidad política”. Basta con observar, por ejemplo, la situación actual en Nicaragua para percatarse del impacto que pueden tener estas voces religiosas en el escenario político y los extremos a los que pueden llegar algunos para limitarlas.
El viernes 19 de agosto, como parte de una campaña de censura contra opositores del gobierno de Daniel Ortega, el obispo Rolando Álvarez fue arrestado en Managua, la capital de Nicaragua.
Esta detención es el más reciente ataque contra la iglesia católica en el país, la cual muchos nicaragüenses perciben como la última institución independiente donde aún pueden expresarse libremente. A pesar de que el obispo Álvarez no tiene antecedentes ni formación en la política, tanto él como la institución religiosa en el país ahora se encuentran inmersos en ella.
En respuesta, más de mil de líderes religiosos han firmado una petición encabezada por la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos, nombrada “Pronunciamiento sobre la persecución de la libertad religiosa en Nicaragua”.
El obispo Silvio Báez, otro clérigo nicaragüense en exilio en Miami desde el 2019, también demostró apoyo a Álvarez el domingo 21 de agosto al finalizar una eucaristía, donde también condenó a aquellos tiranos que abusan de su poder.
Es evidente que en algunos casos el efecto de las voces religiosas puede llegar a penetrar otras facetas de la sociedad, tal como lo explicó Nicolás Panotto.
Individuos como Rolando Álvarez y su resistencia a la opresión e intimidación del gobierno de Ortega mediante su rol como obispo son ejemplo de que algunas voces religiosas están teniendo un papel cada vez más relevante.
Más allá de un mensaje dirigido solo a los fieles, los mensajes de estas voces empiezan a alcanzar a una audiencia más amplia con un fin mayor, cuyas consecuencias y ramificaciones en el escenario político de América Latina pueden tener impactos incluso en el estado de la democracia.
