Desde hace algún tiempo, como parte de su llamada Reciclatón en las principales ciclovías de Bogotá, la empresa de desechables Darnel ha venido instalando unos contenedores armables para que los usuarios y transeúntes depositen ahí sus plásticos de un solo uso en lugar de botarlos a la caneca.
Reciben de todo, lo que incluye botellas, vasos, cubiertos, bolsas, platos, bandejas, pitillos o empaques.
Y aunque la iniciativa es meritoria, recordemos a Darnel que, según cifras de Acoplásticos, en Colombia se recicla apenas entre 33% y 35% del PET, entre 15% y 20% de empaques rígidos y entre 1% y 5% de empaques flexibles, cifras muy bajas que arrojan un promedio de entre 12% y 15%.
Para no ir muy lejos, cabe preguntar a Darnel: de todas las toneladas de desechables que ellos producen y venden al año, ¿qué porcentaje logran reciclar? Ellos saben la respuesta y sin duda es un porcentaje muy bajo, muy lejano del ideal 100%.
Prácticas de producción, distribución y consumo verdaderamente responsables más bien deben tomar muy en cuenta la llamada jerarquía de gestión de residuos: evitar, reducir, reutilizar, reciclar y por último desechar.
Como vemos, reciclar es casi el último paso en esta escala de producción y consumo responsable, por lo que limitarse a fomentar el simple reciclaje de sus productos es engañoso de cara a lograr un desarrollo verdaderamente sostenible en materia ambiental.
De críticas similares también ha sido objeto Acoplásticos por su campaña “Dale vida al plástico”, que se limita a fomentar el reciclaje, aunque ahora el gremio, gracias a una entrevista reciente con este medio, está más sintonizado con la importancia de evitar plásticos innecesarios de un solo uso y de un consumo más racional.
Y lo mismo ocurre con algunas de las grandes trasnacionales vistas como las más contaminantes de plástico de un solo uso en el planeta, como Coca-Cola, PepsiCo, Nestlé, Danone, Colgate-Palmolive, Johnson & Johnson, Kraft Heinz, Mars, Mondelēz, P&G y Unilever.
Por todas estas falencias, cabe recordar que en el Congreso colombiano ya se tramita un proyecto de ley para la eliminación de plásticos de un solo uso. Y más recientemente, ante la evidencia de la crisis en que se ha convertido el mal manejo de los residuos sólidos, el Ministerio de Ambiente acaba de presentar el plan nacional para la gestión sostenible de los plásticos de un solo uso, que contempla prohibir a partir de 2021 pitillos, mezcladores, soportes plásticos para bombas de inflar, copitos y bolsas, mientras que para otros desechables se contempla elevar las tasas de reciclaje (una medida aún tímida para la gravedad del problema).
De modo que, si de todos modos a empresas como Darnel, con presencia en varios países, ahora les tocará sí o sí repensar su negocio de desechables ante regulaciones cada vez más estrictas en materia ambiental (una tendencia mundial), sin duda les ha faltado visión y responsabilidad ambiental para anticiparse a estos cambios irreversibles.
En lugar de simplemente fomentar el reciclaje, deberían más bien sumarse a campañas masivas que fomenten prácticas de consumo más responsables, teniendo como prioridades el evitar, reducir y reutilizar.
Una ciudadanía cada vez más consciente empieza a exigirlo a gritos, pues el simple reciclar nunca será suficiente. Baste decir que en los últimos 10 años se ha producido más plástico que en toda la historia de la humanidad y que en 2020 se producirá 900% más de plásticos que en 1980, según la organización Greenpeace.
De modo que, ante la voluminosa y creciente producción y las ínfimas tasas de reciclaje, piense usted si reciclar es una verdadera solución: son apenas paños de agua tibia.
